LOS OBISPOS DE SUDÁN DEL SUR, ÚLTIMO BASTIÓN ANTES DE LA CATÁSTROFE

El país, que vive entre una carestía gravísima y la guerra civil, está colapsando. Los obispos y representantes eclesiales se ofrecen como órgano garante para volver a instaurar las negociaciones y buscar soluciones inmediatamente

«La guerra civil continúa, a pesar de nuestra petición a todas las facciones de detenerla, y se continúan los asesinatos, las violaciones, los saqueos, ataques a iglesias y edificios. Nuestro país está en medio de una terrible crisis humanitaria… Nuestra gente lucha cotidianamente para sobrevivir… Millones de sudsudaneses se ven afectados por el hambre y se ven obligados a huir o encontrar refugio en los campos para refugiados». 

Estos son algunos de los pasajes más dramáticos con el que, bajo forma de «Mensaje pastoral a los fieles y a todo el pueblo», los obispos de Sudán del Sur lanzan su fuerte llamado «al país y al mundo», para que se vuelva a negociar con el objetivo de buscar soluciones a la guerra y a la crisis humanitaria. Al presentarlo a la prensa, el obispo de Yei, monseñor Lado, con la voz quebrada por el llanto, tuvo que interrumpirse en varias ocasiones.   

El largo documento, que se refiere a «crímenes de guerra según base étnica», fue difundido después de un encuentro que se llevó a cabo en la ciudad de Yuba entre el 21 y el 23 de febrero. Y su presentación llegó en uno de los periodos más duros y complejos en la historia del joven país (Sudán del Sur alcanzó su independencia en 2011 ndr.).

El documento de los obispos retoma las alarmantes palabras que pronunció el Papa durante la audiencia del miércoles 22 de febrero: «Despiertan particular preocupación las dolorosas noticias que llegan del atormentado Sudán del Sur —dijo en esa ocasión—, donde a un conflicto fratricida se une una grave crisis alimentaria que afecta a la Región del Cuerno de África y que condena a la muerte por hambre a millones de personas, entre ellos a muchos niños.

En este momento, es más necesario que nunca el compromiso de todos a no quedarse sólo en declaraciones, sino a hacer que sean concretas las ayudas alimentarias y a permitir que puedan llegar a las poblaciones que sufren. El Señor sostenga a estos nuestros hermanos y a cuantos obran para ayudarlos». 

Hace pocos días, el gobierno tuvo que admitir el estado de carestías en dos condados (Leer y Mayendit), pero la emergencia ya ha llegado a todas las zonas del país. Según la ONU, casi 5 millones de personas viven en una desesperada carencia de alimentos y de medios para cultivar la tierra, mientras más de 100 mil personas sufren el hambre. Pero lo que ha puesto de rodillas al país, además de la emergencia humanitaria ha aumentado dramáticamente el conflicto entre las tropas fieles al presidente Salva Kiir y su vicepresidente Piel Machar, que dura desde el año 2013. 

«Nuestro país —dice el mensaje de los obispos— no vive en paz. El conflicto civil que siempre hemos definido sin ninguna justificación moral continúa. Algunos enfrentamientos son entre fuerzas gubernamentales y fuerzas de la oposición. Sin embargo, nos urge subrayar que la mayor parte de los combates son entre el gobierno o los rebeldes y la población civil. Se multiplican ataques en contra de personas clasificadas como enemigos con base en percepciones. Muchos individuos son asesinados, torturados, quemados, golpeados, violados, detenidos u obligados a abandonar sus habitaciones. Algunos centros se han convertido en “ciudades fantasma” y hasta en nuestras iglesias o en los campos de la ONU a donde siempre llegan prófugos pidiendo asilo, suceden abusos terribles». 

«La guerra -explicó una fuente local que prefiere el anonimato (la presión de los servicios secretos está por los cielos y recientemente ha llevado a la muerte o a la desaparición de periodistas, miembros de ong y religiosos, ndr.) es el fundamento de cada uno de los males que se han abatido sobre esta nación en los últimos años. No hay ninguna razón, efectivamente, por la cual un país rico en vegetación, fauna, agua, tradicionalmente cultivable, tenga que caer en una emergencia humanitaria semejante. Es erróneo llamarlo “desastre natural”; no hay nada natural en esta situación.

Un ejemplo clarísimo es la región de Leer, una de las más afectadas por la carestía. También está extenuada porque es la zona en la que nació el líder de la oposición armada Riek, y es reconquistada a veces por los rebeldes y a veces por el gobierno. Esto provoca el constante movimiento de grandes franjas de la población, que deja los campos, los animales, los pantanos en donde se puede pescar, y queda abandonada a su suerte». 

El conflicto, al que se suma también la carestía, ya ha provocado varias decenas de miles de muertos y ha causado más de 3 millones de personas desplazadas. No han servido para nada los acuerdos de paz se han ido firmando desde 2013, así como tampoco el despliegue de 12 mil cascos azules. En diciembre del año pasado, el presidente proclamó unilateralmente la estación del dialogo nacional y llamó a todas las partes en conflicto. La facción más dura de la oposición, que en abril también del año pasado había aceptado la invitación de Kiir para sentarse en la mesa de la negociación en la ciudad de Yuba, ya no tiene confianza: en esa ocasión, efectivamente, Machar y un pequeño manojo de sus seguidores se dirigieron a la capital. Los estaban esperando las tropas presidenciales.

El aumento de la tensión primero provocó enfrentamientos feroces y después una verdadera guerra civil. Mientras tanto, parece que en el país circulan más armas que ayuda humanitaria. El presidente de Sudán, Omar al Bashir, declaró hace no mucho que detrás de Kiir está al Sisi: las diplomacias de Sudán del Sur y de Egipto se apresuraron para desmentirlo, pero fuentes acreditadas lo confirmarían. La oposición, por el contrario, parece recibir armas de Libia. 

Pero el mensaje de los obispos, después de una primera parte de denuncia, presenta un párrafo con el que se invita a la acción y a proponer soluciones. «A este mensaje pretendemos hacer que siga un mayor involucramiento por nuestra parte. Junto con otras iglesias, pedimos encontrar cara a cara no solo al presidente, sino también a su vice, a los ministros, a los miembros del parlamento, a los líderes de la oposición, a los militares y a todo aquel que tenga el poder de cambiar la realidad. No pretendemos encontrarlos una sola vez, sino todas las veces que sean necesarias para que del dialogo surjan acciones, no solo pláticas». 

No podían haber encontrado palabras más explícitas para subrayar la voluntad de la Iglesia de Sudán del Sur de situarse en el centro del proceso de paz y su deseo de participar como un agente político como facilitadora del dialogo nacional. Como si quisieran ofrecer a los fieles y ciudadanos un suspiro de alivio ante los sufrimientos y hacer que se sientan en el centro de la comunidad internacional, y no olvidados y abandonados a su destino.

Un último espacio, en el mensaje del episcopado, está dedicado a una buena noticia: «Con gran alegría les informamos que el Santo Padre, muy preocupado por la situación de nuestro país, anunció la intención de visitar Sudán del Sur durante la segunda parte de este año». 

Fuente: Vatican Insider