Comparación
de arenas
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estos
días estoy escuchando unas charlas sobre la Cuaresma que me están encantando.
Nunca había caído en la cuenta de la comparación que se puede hacer entre dos
pasajes bíblicos: el pueblo de Israel por el desierto y las tentaciones de
Jesús, también en el desierto.
No
salgo de mi asombro al ver cómo, ante unas mismas circunstancias, las
reacciones pueden ser tan diferentes. La charla va contando cómo el pueblo que
el Señor ha sacado de su esclavitud llega a Mar Rojo... y murmura. Pasa el Mar
Rojo y, tras el canto de victoria, tiene sed... y se queja. Milagrosamente, les
dan agua en el desierto, pero al poco siente hambre y vuelve a murmurar... y
así durante cuarenta años.
En
cambio, Jesús, en su desierto, es tentado también, pero Él no murmura, ni se
queja, sino que Él confía en su Padre, y así vence la tentación.
Al
escuchar todo esto me daba cuenta de que la queja, la murmuración... todo esto
es fruto de la desconfianza.
Cuántas
veces me surge algo de esto: que si tenemos que hacer esto y no es precisamente
lo que más me apetece, o esa persona que viene a pisarme el callo... y es que,
desconfiando de los demás, estoy siendo como ese pueblo que murmuraba contra Moisés,
pero en realidad era del Señor de quien estaba desconfiando.
Sin
embargo, Jesús nos rescató también de nuestra desconfianza. Él venció toda
tentación para que nosotros no tengamos que quedarnos estancados en nuestra queja,
sino que podamos acudir a Él para que vuelva a vencer en nosotros una y otra
vez.
Hoy
el reto del Amor es que, cuando te surja la queja, mires al Señor para no
quedarte estancado. Hoy deja que sea Él quien venza en ti. Tan sólo tienes que
confiar en Él.
¿Qué
prefieres hoy para vivir? ¿Antiguo o Nuevo Testamento?
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma