100 años de la coronación
canónica de la Virgen de las Viñas
Se
cumplen cien años de la coronación canónica de la Virgen de las Viñas (1917),
una advocación mariana muy querida en España y patrona de la localidad de
Aranda de Duero, capital de la Ribera (Burgos).
La
Virgen de las Viñas tiene una rica tradición popular con numerosos milagros
atribuidos a la Madre de los arándanos. Se apareció a un labrador en el Monte
Costaján, consiguió la liberación de un cautivo en manos de los herejes
anglicanos, la extinción del cólera, la curación de un tumor, la resurrección de
un muerto en 1688 a las puertas de la ermita, una lluvia milagrosa o la
milagrosa sanción del príncipe de Asturias (1610) quien llegaría a ser Felipe
IV.
De
todas las peculiaridades y curiosidades de la Virgen de las Viñas hay una que
llama poderosamente la atención. ¿Por qué en su representación hay dos
niños? ¿Acaso son dos representaciones del niño Jesús? ¿Podría ser un hermano?
¿Quién es ese misterioso niño que aparece a los pies de la Virgen?
Para
conocer la historia de ese niño hay que remontarse muchos años atrás. Hablamos
de las famosas epidemias de peste (finales del XVIII y principios del XIX).
Aranda de Duero veía cómo se diezmaba su población e iban muriendo hombres,
mujeres y niños…jóvenes y viejos. No había manera de parar la enfermedad.
Llegaban doctores para ver qué ocurría, se contagiaban y morían con brevedad.
No había remedio para solucionarlo.
Cuando
menos lo esperaban ocurrió el milagro. Un sacerdote muy devoto de la Virgen de
las Viñas decidió confiarse a la Virgen y pedía todas las noches postrado ante
la talla su intercesión. ¡Dios mío líbranos de tan duro castigo!
Un
buen día en la ermita donde este sacerdote rezaba se apareció un joven, casi
niño que le pidió pasar allí la noche. El sacerdote, con hospitalidad cristiana
aceptó y poco a poco fueron charlando sobre las preocupaciones de uno y otro.
El joven sorprendió al sacerdote y le dijo que él ayudaría al pueblo porque era
doctor.
No
le creyó porque era muy joven pero al día siguiente comenzaron a visitar
enfermos. Visitaron una casa y los enfermos comenzaron a curarse. Se
acercaban a los enfermos de peste y nada más tocarlos las llagas iban
desapareciendo. Los arandinos comenzaron a curarse milagrosamente. La
enfermedad fue desapareciendo.
No
tardó en correrse la noticia y todos los desahuciados fueron acercándose a este
pequeño médico. No sólo curó a los enfermos de peste, los cojos andaban, los
ciegos recuperaban la vista y todo el mundo percibía una alegría
indescriptible.
Pronto
el “mediquín” se hizo famoso y desde el concejo quisieron hacer una fiesta.
Prepararon todo, quisieron mostrarle grandes honores, pero nadie pudo encontrar
al joven. Había desaparecido…
Le
preguntaron al sacerdote: “¿Dónde está el joven médico?” y el cura
contestó: “Nada ha querido saber de vuestros convites y vuestros honores.
Hizo cuanto tenía que hacer y no volverá”.
El
pueblo se dio cuenta de que aquel joven, aquel médico no era un hombre normal,
había sido un ángel, un enviado de la Virgen para realizar el milagro de la
curación de la peste en el pueblo. La figura del “mediquín” sigue estando
presente en Aranda de Duero y por eso aparece junto a la advocación mariana.
Siempre va vestido igual que la Virgen. Un ángel, enviado por la Virgen de las
Viñas para curar a los enfermos y los desahuciados.
Con información de la Novena a la Virgen de las Viñas del padre
Rafael Janáriz
ALVARO
REAL
Fuente:
Aleteia