4 razones por las que un
movimiento que rechaza los sacramentos es contrario a la intenciones originales
de Jesús
Desde
mi conversión y regreso a la Iglesia he estado observando un movimiento entre
cristianos jóvenes que aseguran amar a Jesús pero rechazan la
“religión”.
No
creo que este movimiento sea del todo malo.
Muchos milenials
cristianos (nacidos entre 1981 y 1995, generación mal criada que quiere cambiar el mundo) que rechazan la
“religión” sostienen que las leves diferencias entre las denominaciones
cristianas en realidad no tienen importancia a fin de cuentas. Y tienen razón; hay muy
pocas diferencias reales entre muchas de las denominaciones cristianas que han
brotado desde la Reforma. Cuando vuelvo a mi hogar natal en Oklahoma, me
resulta que raya en lo absurdo la cantidad de iglesias diferentes que declaran
haber vuelto a las raíces del cristianismo.
La
segmentación interminable entre denominaciones cristianas es un escándalo para
la unidad a la que nos llama Cristo (Jn 17:21). Quizás el rechazo de estas
diferencias religiosas entre la juventud cristiana pudiera ser el comienzo de
un movimiento ecuménico hacia la unidad en el Cuerpo de Cristo. Así que, en
este sentido, sí, rechacemos las “religiones” basadas en diferencias
superficiales y enraizadas en la división y el pecado.
Pero como
antigua atea, tengo que decir que existen también unas cuantas banderas rojas
graves en este movimiento de rechazo a la “religión”.
Cierta
tarde de domingo, hace poco, se hizo trending en Twitter el hashtag #ImNotGoingToChurchBecause
[no voy a la iglesia porque]. Para mi sorpresa, muchos de los tuits eran de
cristianos que revelaban con orgullo que no “necesitaban” la religión, que solo
necesitan a Jesús.
Parece
que la mentalidad de algunos cristianos subyacente al rechazo de los
sacramentos ha evolucionado naturalmente hacia el rechazo de algo tan básico
como el celebrar semanalmente la comida del Señor.
Además
del hecho evidente de que esto atenta contra una tradición cristiana de un par
de milenios nada menos, también existe la preocupación válida de que esta
forma de “cristianismo”, basada solamente en un sentimiento, termine, en una o
dos generaciones, por convertirse en ateísmo.
Entonces,
¿cómo ha evolucionado esta nueva forma de “cristianismo”? Muchas personas
dentro de este movimiento argumentan que despojar al cristianismo de la
“religión” nos ayuda a volver a las auténticas raíces del cristianismo, a las
intenciones originales de Jesús.
Pero
las Escrituras y los escritos de los primeros Padres de la Iglesia revelan muy
poco para sustentar esa afirmación.
He
aquí algunos elementos que están claros por las Escrituras y la primera
historia de la Iglesia:
1.- Los cristianos se reúnen para el culto: Dios nos dio
indicaciones claras y las Escrituras dejan muy claro que los primeros
cristianos se reunían para una comida eucarística todos los domingos. Las
reuniones de los domingos nunca han sido una práctica opcional para los
cristianos. Si creemos que Jesús murió por nosotros, lo menos que podemos hacer
es venerarle durante una hora cada domingo.
Poned, pues, empeño en
reuniros más frecuentemente para rendir a Dios acciones de gracia y alabanza.
Porque cuando vosotros os reunís a menudo, las potestades de Satanás son
abatidas y su obra de ruina destruida por la concordia de vuestra fe. – (Ignacio
de Antioquía, Carta a los efesios)
El primer día de la
semana, estando nosotros reunidos para la fracción del pan… – (Hch 20, 7)
2.- La religión es lo que
nos une a Dios: Hoy
en día las expresiones públicas de piedad reciben mucho desdén. Aunque no es
menos cierto que las expresiones públicas no siempre conducen a la caridad y la
santidad. Pero esto no es motivo para abandonarlas. Somos cuerpo y alma. La
relación con Dios se nutre con estas manifestaciones externas; nos unen a Dios
y a través de nuestra religión nos atamos a Él.
Quedamos
unidos y ligados (religati) a Dios con este vínculo de piedad. De ahí toma su
nombre la religión. (Lactancio, Instituciones Divinas)
Porque así como el cuerpo
sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. – (St 2, 26)
3.- El cristianismo es
comunidad: Nuestra
fe no trata únicamente sobre una relación individual con Jesús. El cristianismo
implica la relación con Dios (que es en Sí mismo una comunidad de personas) y
la relación con los demás en Su Iglesia. Es comprometido y difícil relacionarse
con otros pecadores, pero nuestra fe nos llama a estar en relación no solo con
Dios, sino con otras personas.
Somos un cuerpo unido por
una común profesión religiosa, por una disciplina divina y por una comunión de
esperanza. Nos reunimos en asamblea o congregación (…). Nos reunimos para
meditar las Escrituras divinas (…). Los que compartimos nuestras mentes y
nuestras vidas, no vacilamos en comunicar todas las cosas. – (Tertuliano, Apología)
Pues, así como nuestro
cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros
la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un
solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los
otros. –
(Rm 12, 4-5)
4.- El cristianismo tiene
sucesión apostólica:
Las Escrituras dejan claro que Pablo seleccionó a obispos, Timoteo y Tito, y
les pidió que seleccionaran a su vez a presbíteros (2 Tm 2, 2). Cuando las
personas rechazan la jerarquía y la autoridad legítima en favor del
individualismo, rechazan a Jesús y la Iglesia que fundó.
Cuando nosotros los
atacamos con la Tradición que la Iglesia custodia a partir de los Apóstoles por
la sucesión de los presbíteros, se ponen contra la Tradición diciendo que
tienen no sólo presbíteros sino también apóstoles más sabios que han encontrado
la verdad sincera.
– (Ireneo, Contra los herejes)
No descuides el carisma
que hay en ti, que se te comunicó por intervención profética mediante la
imposición de las manos del colegio de presbíteros. – (1 Tm 4, 14)
El
cristianismo es una religión. Siempre lo ha sido. Y el movimiento para eliminar
la “religión” de nuestra fe es un movimiento que en última instancia podría
socavar la transmisión de nuestra fe a las generaciones venideras.
Así
que ya tienes algunos argumentos a los que recurrir la próxima vez que alguien
te diga que cree en Jesús pero que no le parece necesario practicar la
religión.
THERESA NOBLE
Fuente:
Aleteia
