El perfil de los beneficiarios es de
familias o ancianos que viven solos
Unos
600 jóvenes estudiantes se enfundarán el mono y cogerán brocha y rodillo en los
próximos fines de semana para hacer un buen lavado de cara a 30 viviendas de
los distritos madrileños de Tetuán y Puente de Vallecas. Vuelve la Operación
Rehabilitación de Viviendas, de Cooperación Internacional ONG, bajo el lema
“Painting for others”, con el apoyo de la Fundación Pryconsa.
Eleuterio
tiene artrosis con 63 años y vive en el barrio madrileño de Hortaleza. Vive con
una pensión mínima cuidando a su hermana Dolores, que lleva tres años postrada
en cama por una enfermedad. En esta situación, la falta de cuidado de su
vivienda ha ido empeorando cada año, con acumulación de residuos y falta de
mantenimiento.
Él
es uno de los beneficiarios derivados por los servicios sociales que
el año pasado consiguió darle un cambio gracias a la colaboración de los
jóvenes voluntarios que cada año participan en esta campaña. “Habrá gente -cuenta
Eleuterio- que no se hace a la idea de hasta qué punto te puedes ver
abandonado con una situación desesperante y lo mucho que te ayuda poder tener
una mano amiga, como la de estos chicos, que en un momento determinado te sacan
adelante, tiran de ti”.
El
proyecto nació en Sevilla hace 21 años, pero se ha ido extendiendo a
nuevas ciudades. En Madrid se realiza desde 1997. Este año, bajo el lema
“Painting for Others”, -adaptación de la campaña de voluntariado “Living for
Others”- 600 jóvenes rehabilitarán en Madrid 30 viviendas. Los jóvenes
trabajarán los fines de semana, desde el último de febrero hasta el primero de
abril, gracias a la ayuda de Fundación Pryconsa y Wenceslao
García S.A.
Sensibilizar a los
jóvenes
El
perfil de los beneficiarios es de familias o personas solas de edad avanzada y
con escasos recursos. Y la finalidad es, no solo dignificar sus condiciones de
vida –con una mano de limpieza y pintura- sino también sensibilizar a los
jóvenes sobre las dificultades que atraviesan muchas familias de su entorno.
José
Mª Torregrosa, coordinador de la campaña en 2016, cuenta que “lo mejor es ver
cómo los voluntarios interactúan con los beneficiarios, l0s conocen, los
escuchan y acompañan durante todo el fin de semana. Y, lo que más agradecen
después, es haber conocido estas realidades -que parecen tan lejanas a veces-
de personas que están verdaderamente necesitadas, no solo de recursos, sino
también de compañía”.
Por
ejemplo, Laura, estudiante de último curso de Farmacia y una de las voluntarias
de Madrid, en la pasada edición, que señalaba: “He aprendido que somos más
útiles de lo que creemos porque, aunque hagamos una cosa pequeña, para ellos,
sobre todo para algunas personas mayores, significa mucho, porque están muy
solos.”
Por
su parte, Marta, una chica de 18 años, estudiante en un colegio de Vallecas,
aseguraba que esta es una experiencia que te abre los ojos: “Hay gente a
tu lado que lo está pasando mal y necesita ayuda, aunque no la pida. Y es
necesario preguntar, porque a veces no preguntamos. Pienso seguir haciendo
voluntariado”.
Fuente: Religión Confidencial