El Santo Padre explica
tres mandamientos: homicidio, adulterio y el juramento
El
papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus desde su estudio que da
a la plaza de San Pedro, donde miles de fieles y peregrinos le aguardaban.
El
Papa profundiza cómo hacer la voluntad de Dios, cumpliendo los mandamientos
pero evitando el formalismo. En particular el homicidio, el adulterio y el
juramento.
Y
mientras el adulterio se consideraba la violación del derecho de propiedad del
hombre sobre la mujer, Francisco explica que se llega a este a través de la
intención de poseer una mujer distinta de la propia esposa.
A
continuación el texto completo:
“Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
La
liturgia de hoy nos presenta otra página del Discurso de la Montaña, que
encontramos en el evangelio de Mateo. En este paso Jesús quiere ayudar a sus
oyentes a realizar una nueva lectura de la ley mosaica.
Aquello
que fue dicho en la Antigua alianza no era todo: Jesús vino para cumplir y
promulgar de manera definitiva la ley de Dios. Él manifiesta la finalidad
originaria y cumple los aspectos auténticos, y hace todo esto con su
predicación y más aun ofreciéndose a sí mismo en la cruz.
Así
Jesús enseña como hacer plenamente la voluntad de Dios y usa esta palabra:
“justicia superior” respecto a los escribas y fariseos. Una Justicia animada
por el amor, la caridad, la misericordia y por lo tanto capaz de realizar la
sustancia de los mandamientos, evitando el riesgo del formalismo. El
formalismo: esto puedo, esto no puedo; hasta aquí puedo, hasta aquí no puedo…
No: mucho más, en particular en el Evangelio de hoy Jesús toma en consideración
tres aspectos: el homicidio, el adulterio y el juramento.
Sobre
el mandamiento “no matar”, Él afirma que se viola no solamente con el homicidio
efectivo, sino también con comportamientos que ofenden la dignidad de la persona
humana, incluidas las palabras injuriosas. Seguramente estas no tienen la misma
gravedad y culpa del asesinato, pero se pone en la misma línea, porque tiene
las mismas premisas y revelan la misma maldad.
Jesús
nos invita a no establecer una lista que evalúa las ofensas, sino considerarlas
a todas dañosas, porque están movidas por el deseo de hacer mal al prójimo. Y
Jesús da el ejemplo. Insultar: nosotros estamos acostumbrados a insultar, es
como decir “buenos días”. Y esto está en la misma línea del asesinato. Quien
insulta a un hermano, asesina en el propio corazón al hermano. ¡Por favor nunca
insultar! No ganamos nada…
Otro
cumplimento aporta a la ley matrimonial. El adulterio era considerado una
violación del derecho de propiedad del hombre sobre la mujer. Jesús en cambio
va a la raíz del mal. Así como se llega al homicidio a través de las injurias y
las ofensas, así se llega al adulterio a través de las intenciones de poseer a
una mujer distinta de la propia esposa.
El
adulterio, como el hurto, la corrupción y todos los pecados, son antes
concebidos en nuestra intimidad, y una vez tomada en el corazón la decisión
equivocada, se transforman en comportamiento concreto. Y Jesús dice: quien mira
a una mujer que no es la propia con ánimo de posesión es un adúltero en su
corazón, ha iniciado el camino hacia el adulterio. Pensemos un poco sobre esto:
sobre los malos pensamientos que vienen en esta línea.
Jesús
después, dice a sus discípulos que no juren, porque el juramento es signo de la
inseguridad y de la doble cara con que se realizan las relaciones humanas. Se
instrumentaliza la autoridad de Dios para dar garantías a nuestros asuntos
humanos.
Más
bien estamos llamados a instaurar entre nosotros, en nuestras familias y en
nuestras comunidades un clima de limpidez y de confianza recíproca, para que
podamos ser considerados sinceros sin recurrir a intervenciones superiores para
ser creídos.
¡La
desconfianza y la sospecha recíproca amenazan siempre la serenidad! La Virgen
María, mujer que escuchaba con docilidad y obedecía con alegría, nos ayude a
acercarnos siempre más al evangelio, para ser cristianos no de fachada, sino de
sustancia. Y esto es posible con la gracia del Espíritu Santo, que nos permite
hacer todo con amor, y así cumplir plenamente la voluntad de Dios”.
Después
de la oración del ángelus el Papa dirigió algunos saludos:
“Queridos
hermanos y hermanas, saludo a todos los peregrinos aquí presentes, a las
familias, a los grupos parroquiales, a las asociaciones. En particular a los
alumnos del Instituto “Carolina Coronado” de Almendralejo y a los fieles de
Tarragona, en España. También a los grupos de Caltanissetta, Valgoglio, Ancona,
Pesaro, Turín y Pisa.
A
todos les deseo un buen domingo. No nos olvidemos, no insultar, no mirar con
malos ojos, con ojos de poseer a la mujer del prójimo, y no jurar. Es tan
simple.
Y
por favor no se olviden de rezar por mi. ‘¡Buon pranzo‘ y ‘arrivederci!'”
Fuente:
Zenit
