El lugar exacto
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Últimamente estoy un poco exagerada con eso de
ventilar la celda. Dicen que es un medio eficaz para evitar catarros... así que
nada, hay que probarlo.
Justo antes de la siesta abrí la ventana en lo que iba
a lavarme los dientes. Sin embargo, al volver, mi celda se había transformado
en una reproducción en miniatura del monte Sinaí un minuto antes de que
apareciese Yahvé: "nubes densas y espesos nubarrones"... Sí, sí, tal
cual. Toda entera llena de humo.
- ¡¿Pero qué es esto?!
Me asomé a la ventana, y casi muero ahogada... ¡de
risa!
¿Recuerdas el callejón que hemos arreglado? ¿Te
acuerdas de la estufa de leña que hemos puesto? Pues la salida de humo la
tiene... ¡justo debajo de mi ventana! ¡Qué puntería!
La verdad es que creo que así es como actúa Cristo con
nosotros. Como la chimenea, se ha puesto debajo de nuestra ventana: es tan
grande que ha sido capaz de hacerse pequeño, ¡hasta el punto de ir hoy a
bautizarse como uno más! Él, libre de todo pecado, se abaja para santificarnos.
La posición es perfecta; su humo, constante... ¡no tiene pérdida! Sólo necesita
que abramos la ventana de nuestro corazón para llenarlo todo.
Hoy el reto del amor es dejar abierta la ventana de tu
corazón. Te invito a que busques un Sagrario y te sientes un momento cerca de
Él para decirle: "¡Aprovecha, Señor, que estoy a tiro!". Llénate de
su amor, ¡y mantén la ventana abierta! Si hoy alguien se acerca a ti a pedirte
ayuda, regálale ese rato, ¡haz que se sienta acogida! Si alguna vez encontró
una puerta cerrada, ¡deja que Cristo hoy le regale una ventana abierta! ¡Feliz
domingo!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma