En
quienes se levantan por encima del mal que les ha sucedido y muestran que son
más grandes que los males que vivieron
Quien le
escribe es un joven de 18 años que sabe muchas cosas traumáticas de la vida y
está conociendo acerca del amor de Dios, sólo que en su caminar le nace una
interrogante: ¿Dónde está Dios cuando ocurre una violación o un asesinato?
¿Dónde está Dios cuando se clama auxilio? ¿Por qué no manda ángeles a detener a
los abusadores de inocentes? ¿Acaso si se viola a un niño se lo está castigando
por algo que ha hecho?
Perdone la crudeza de la pregunta pero creo que las dudas se resuelven cuando están candentes, le pido por favor me responda y me ayude. Gracias.
Empecemos por la parte más sencilla, de en medio de este conjunto de preguntas tan complicadas: cuando el inocente sufre no sufre "por algo que haya hecho".
La pregunta supone que Dios debería evitar que se
cometieran injusticias. Lo que uno puede decir es: ¿en dónde empiezan las
injusticias en las que Dios debería intervenir? Si sucede la violación de un
niño, o incluso antes de eso: ¡un aborto!, lo que uno piensa es: "Ahí Dios
debería haber intervenido" Pero si un empresario paga salarios de hambre a
miles de obreros, ¿no debería intervenir Dios también ahí? Si un país invade
injustamente a otro país, ¿no sería otro caso que Dios debería impedir? ¿Y no
sería también motivo suficiente cuando un hombre casado, de veinte años de
matrimonio, sale a su primera "aventura," que en realidad es un
adulterio, y que en realidad va a arruinar su vida, al de su esposa y al de sus
hijos?
Por el camino de las "intervenciones" uno no
llega muy lejos. O mejor dicho: uno llega a que Dios tendría que estar
todo el tiempo suprimiendo la libertad que dio al hombre. Sería un Dios en
perpetua contradicción consigo mismo.
Lo que Dios hace es muy distinto. Él no quita la
libertad que dio pero tampoco renuncia a su propia libertad que es siempre
sabia, poderosa y compasiva. Ejerciendo su propia libertad, Dios conduce la
historia humana sin negar la obra de nuestra libertad. ¿Cómo? A partir de las
consecuencias que puedan tener los actos perversos. Es decir: no todas las
personas manejan del mismo modo el "después" de las cosas malas que
les suceden. Hay personas, sin duda guiadas por Dios, que aprovechan los
traumas de su niñez para hacer respetar los derechos de los niños. Hay personas
que han conocido los horrores de la droga y hoy son los mejores terapistas y
acompañantes de quienes quieren abandonar ese infierno. Hay personas que,
siguiendo el ejemplo de Cristo, y sostenidos, sin duda, por el amor de Cristo,
se levantan por encima del mal que les ha sucedido y muestran que son más
grandes que las desgracias que los visitaron. ¡Ahí está Dios!
Por: Fr. Nelson Medina, OP
Fuente: fraynelson.com