¿Cómo
educo? ¿Cómo puedo transmitir valores? ¿Cómo puedo ser un buen padre?
Una pregunta, una duda es la que, hoy en
día, tienen muchos padres: ¿Cómo educo a mis hijos en la Fe? ¿Cómo les explico
lo que es la misericordia? ¿Cómo se pueden transmitir los valores? ¿Seré un
buen padre o madre? Enseñar a los jóvenes la misericordia y con misericordia es
el reto más grande al que se enfrenta la sociedad.
“Educación, el otro nombre de la
Misericordia” es un libro, editado por BAC Popular que nos ayuda en este cometido.
Un libro que puede servir de manual para
padres, manual para profesores, análisis de la sociedad y explicación teológica
de la misericordia. Todo en apenas 100 páginas.
Su autor, Javier Restán ha desempeñado
importantes cargos en la política educativa (Director General de Centros
Docentes y Director General de Becas y Ayudas a la Educación de la Comunidad
Autónoma de Madrid, en España) y es Máster en Artes Liberales por la
Universidad de Navarra, con una tesis sobre uno de los intelectuales más
importantes de América Latina, el uruguayo Alberto Methol Ferré.
Javier Restan, explica en El
Espejo de COPE el
contenido de este libro. De esta entrevista ofrecemos una serie de consejos y
enseñanzas para realizar la tarea educativa conforme a la misericordia:
1. Con el modelo la parábola del hijo pródigo
no fracasas nunca
“Nadie dijo
que fuera fácil. La tarea educativa es siempre una tarea inacabada, es siempre
imperfecta, como toda relación humana. En cierta manera, quien tiene este
abrazo, quien tiene esta acogida, aunque sea difícil… No fracasa nunca”.
“Podemos cometer todo tipo de errores.
Errores como todo padre, que sabe que comete muchos errores con sus hijos
o errores como educadores o maestros. Quien ha intentado tener esta
posición frente a un hijo, frente a un alumno. A quien se le haya encomendado
la educación, de alguna manera, deja una marca en el chico y en la chica que es
una señal de esperanza y no se apaga”.
2. La transmisión: Educar no es como
pintar en una tabla rasa
“La educación tiene
como factor fundamental la transmisión. Creo que uno de los dramas de la
educación, sobre todo de la educación escolar, es haber olvidado esto. Haber
despreciado el valor de la transmisión de aquello más valioso del hombre, de lo
verdadero, de los mejores intentos que los hombres en cualquier época han
realizado. Ese legado tenemos que darlo, tenemos la obligación de darlo a la
siguiente generación. Sin esto, desde mi punto de vista, no se puede hablar de
educación”.
“Educar no es como pintar en una tabla
rasa como querrían muchos pedagogos, sino que es escribir a partir de lo que
han hecho otros, de lo que han dicho otros, de lo mejor que se nos ha
transmitido. Esto es verdad en una familia, en un grupo de amigos, en cualquier
movimiento social. Esto es verdad siempre, pero en la escuela esta es una
verdad fundamental”.
3. Que los jóvenes hagan juicio y vivan
una experiencia
“El camino es
invitar a que los jóvenes hagan una experiencia. Proponer a los chicos, a los
niños a hacer una experiencia de lo que se les dice. Es insuficiente una
instrucción aséptica, muchas veces porque se trata de conocimientos abstractos
que no tocan el corazón de la persona humana, que no logra entroncar, tocar el
corazón de los deseos de la persona. Lo que es necesario, la tarea verdadera
educativa es invitar a los chavales a los jóvenes a hacer una experiencia”.
“Para hacer una experiencia es necesario
tener un juicio, tener capacidad de juzgar aquello que se me entrega. Es como
si te fueran echando en una mochila todo una serie de conocimientos, pero llega
un momento en el que tienes que ir sacando, uno por uno, todos esos
conocimientos, todo aquello que se te ha transmitido y hacer un juicio sobre
ello. Llenarse con aquello que es bueno”.
4. Autoridad y apostar por la libertad
del alumno
“¿Qué
significa autoridad? No tiene autoridad quien tiene más poder, sino quien tiene
algo que proponer para el camino de mi propia vida. En este sentido, sin lugar
a dudas, sin autoridad no puede haber educación. Es quien es capaz de darme un
tesoro, de proponerme un camino, de darme una mano para avanzar en la vida
quien realmente me hace protagonista y quien tiene verdaderamente autoridad
para mí”.
“Luego está la libertad. Muchas veces
queremos llegar a hacer que a nuestros hijos y a nuestros alumnos se les ahorre
el drama de su propia libertad. Querríamos que vivieran en un ámbito “seguro”
sin que tuvieran que ejercer y que arriesgar su propia libertad frente a
aquello que se les propone. Esto sería la “antieducación”.
“Necesitamos arriesgar y apostar todo a
la libertad de los hijos y de los alumnos. Ellos pueden juzgar lo que les
decimos, ellos tienen un corazón que está bien hecho. Si tienen los criterios
suficientes para hacerlo debemos confiar en ellos. Debemos apostar por la
libertad”.
5. Ateos y creyentes estamos frente la
misericordia y la libertad de Dios en el mismo punto
“La
misericordia es algo de lo que sólo Dios es ejemplo. Sin Jesús de Nazaret, si
no hubiéramos conocido la mirada “en carne y hueso” de Dios hacia el hombre que
él nos transmitió y que los Evangelistas nos han dejado como legado, sin este amor
total que es anterior y posterior a cualquier error que podamos cometer no
podríamos creer en la misericordia. La misericordia es necesario
experimentarla, haberla vivido, haberla tocado, haberla visto. Ateos y
creyentes estamos frente la misericordia y la libertad de Dios en el mismo
punto”.
6. Solo el espectáculo de un abrazo
quiebra el duro gesto del escéptico
“Nuestro mundo
es un mundo cargado de escepticismo, que muchas veces los adultos transmitimos
a nuestros hijos y nuestros alumnos. Sólo, en primer lugar para nosotros padres
maestros, lo que rompe el escepticismo es el haber sido abrazados, el haber
encontrado una verdadera amistad. Sólo este espectáculo de un abrazo, visto en
nuestra propia vida o visto en los ejemplos que podemos contemplar, nos
permiten que caiga este gesto escéptico.
ALVARO REAL
Fuente: Aleteia