El Santo Padre ha viajado a Suecia para celebrar el V centenario de la
Reforma
El papa Francisco, en la catedral
luterana de Lund, en Suecia, ha asegurado este lunes por la tarde que Dios “nos
mira”, y su mirada de amor “nos anima a purificar nuestro pasado” y a “trabajar
en el presente para hacer realidad ese futuro de unidad que tanto anhela”.
También nosotros –ha aseverado– debemos mirar con amor y honestidad a nuestro
pasado y reconocer el error y pedir perdón: “solamente Dios es el juez”.
El Santo Padre ha celebrado la oración
ecuménica con ocasión del 500º aniversario de la Reforma. Tras reunirse en
privado en el aeropuerto con el primer ministro, ha visitado también a la
familia real en el palacio Kungshuset. De esta forma, el primer evento público
ha sido este encuentro en la catedral.
El reverendo Martin Junge, secretario general
de la Federación Luterana Mundial, ha indicado en su discurso que “el
bautismo es anuncio profético de sanación y de unidad en medio de nuestro
mundo herido, convirtiéndose así en un don de esperanza en medio de una
humanidad que añora vivir en paz con justicia y en
diversidad reconciliada”.
El Santo Padre ha iniciado la oración
pidiendo, hablando en español, que el Señor nos prepare para dar testimonio y
servicio común en el mundo y las intervenciones se sucedieron intercaladas por
el canto del coro. Y pidió al Espíritu Santo “que nos conceda un nuevo
inicio”. La ceremonia incluyó un abrazo de paz. El cardenal Kurt Koch por
su parte ha señalado que en el encuentro hay sentimientos de alegría por los
pasos dados y dolor por lo sucedido. Que luteranos y católicos se
concentraron en lo que los separaba y no en lo que los unía.
El Papa, en su discurso, ha invitado
hoy a reconocer con “honestidad y amor” que nuestra división “se alejaba de la
intuición originaria del pueblo de Dios” y ha sido “perpetuada históricamente
por hombres de poder de este mundo más que por la voluntad del pueblo fiel”. Un
pueblo que “siempre y en todo lugar” necesita estar guiado con seguridad y
ternura por su Buen Pastor.
Sin embargo, el Pontífice ha indicado que
había una voluntad sincera por ambas partes de “profesar y defender la
verdadera fe”. Al mismo tiempo, ha aseverado que “somos conscientes que nos
hemos encerrado en nosotros mismos por temor o prejuicios a la fe que los demás
profesan con un acento y un lenguaje diferente”.
Por otro lado, ha afirmado que en este
encuentro de oración, “queremos manifestar nuestro deseo común de permanecer
unidos a Él para tener vida”, tal y como pidió Jesús “permaneced
en mí, y yo en vosotros”.
También es un momento –ha precisado el Papa– para dar gracias a Dios por el
esfuerzo de tantos hermanos, de diferentes comunidades eclesiales, que no se
resignaron a la división, sino que mantuvieron viva la esperanza de la
reconciliación entre todos los que creen en el único Señor.
Tal y como ha explicado Francisco,
católicos y luteranos han empezado a caminar juntos por el camino de la
reconciliación. Ahora, en el contexto de la conmemoración común de la Reforma
de 1517, “tenemos una nueva oportunidad para acoger un camino común”, que ha
ido conformándose durante los últimos 50 años en el diálogo ecuménico entre la
Federación Luterana Mundial y la Iglesia Católica.
Al respecto, el Pontífice ha asegurado
que “no podemos resignarnos a la división y al distanciamiento que la
separación ha producido entre nosotros”. Y asimismo ha reconocido que “tenemos
la oportunidad de reparar un momento crucial de nuestra historia”, superando
“controversias y malentendidos” que a menudo “han impedido que nos
comprendiéramos unos a otros”.
El Santo Padre ha recordado a los
presentes que Dios es el dueño de la viña, “que con amor inmenso la cuida y
poda para que dé más fruto”. Por eso, ha pedido dejarse “conmover por la mirada
de Dios”, que lo único que desea es que “permanezcamos como sarmientos vivos
unidos a su Hijo Jesús”.
Jesús es quien “nos sostiene y nos anima
a buscar los modos para que la unidad sea una realidad cada vez más evidente”.
Sin duda –ha señalado Francisco– la separación ha sido una fuente inmensa de
sufrimientos e incomprensiones. Pero también ha llevado a caer sinceramente en
la cuenta de que “sin Él no podemos hacer nada, dándonos la posibilidad de
entender mejor algunos aspectos de nuestra fe”.
Por otro lado, el Santo Padre ha
reconocido con gratitud que la Reforma “ha contribuido a dar mayor centralidad
a la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia”. A través de la escucha común
de la Palabra de Dios en las Escrituras, el diálogo entre la Iglesia Católica y
la Federación Luterana Mundial, del que celebramos el 50 aniversario, ha dado
pasos importantes.
El Pontífice ha asegurado que la
experiencia espiritual de Martín Lutero “nos interpela y nos recuerda que no
podemos hacer nada sin Dios”. La doctrina de la justificación –ha observado–
expresa la esencia de la existencia humana delante de Dios.
Además, ha recordado que el mundo está
esperando de los cristianos un “testimonio creíble de la misericordia en la
medida en que el perdón, la renovación y reconciliación sean una experiencia
cotidiana entre nosotros”. Juntos –ha añadido– podemos anunciar y manifestar de
manera concreta y con alegría la misericordia de Dios, defendiendo y sirviendo
la dignidad de cada persona. Sin este servicio al mundo y en el mundo, la fe
cristiana es incompleta.
Por
Rocío Lancho García
Fuente:
Zenit