¿Cansado de oír la
respuesta “nada” cuando vuelven de la escuela?
Ha comenzado la escuela ya en todo el mundo, y el momento para las mamás y papás de toparse con la rutina vinculada al regreso a casa de los niños y los adolescentes después de las clases. La incipiente pregunta a la que – normalmente – la respuesta se ha vuelto un estándar internacional como los colores del semáforo: “¿cómo te fue hoy?”, “normal”, “¿qué hicieron hoy en clase?”, “nada”.
¿Te suena familiar? No sólo a
ti. Son dos diarios estadounidenses que se han tomado en serio la cuestión: el New York Times y el Washington Post.
Dos columnas de la información estadounidense.
Para la psicóloga Lisa Damour:
No es por el hecho de
esconder un secreto ni porque son “extraños” los niños y, en particular, los
adolescentes que no son entusiastas de contar su día. La mayor parte de las veces
evitan responder o posponer la respuesta porque están mental y emotivamente
exhaustos: “Pueden divertirse en la escuela con sus amigos, pero están
también en estrecho contacto con compañeros que no han elegido – explica la
psicóloga -. El equivalente para un adulto podría ser pasar nueve meses del año
en largas reuniones cotidianas junto a 20 o más individuos de edades parecidas,
luego volver a casa y contar de modo entusiasta todas las novedades”.
Lo que se desea hacer,
después de un día cansado de trabajo, en cambio, es todo lo contrario: a menudo
no es volver a pasar por todo lo que sucedió en la oficina, sino estar en
silencio, hablar del otro, distraerse. Es lo que, probablemente, quieren
también los jóvenes estudiantes (Huffington Post).
Un consejo para los niños…
Una manera de romper esa
barrera con los niños podría ser comenzar contando primero, tu día, tus
relaciones, las cosas divertidas, el comportamiento de los demás. Es el enfoque
de Sara Ackerman:
Cuando este año comenzó la
escuela, intenté un nuevo enfoque en la mesa: le pregunté si quería saber cómo
fue mi día. Desde ese día en adelante, no me ha vuelto a decir que no. Le cuento
mis reuniones y fotocopias, la impresora que se atascó y cómo perdí y encontré
mis llaves, los juegos en el patio, qué clases he hecho y cuántos niños
pidieron ir a la enfermería. Comienzo con la mañana y termino con las clases.
Enseño en la misma escuela a la que va mi hija, que toma clases en otro campus.
Cuando termino, como si hubiera llegado su turno en un juego de cartas, mi hija
me cuenta su día. Me dice qué audiolibro escuchó en la biblioteca, que se
cambió sola los zapatos de goma impermeables para ponerse las zapatillas
deportivas, y el porqué estuvo de castigo. Me cuenta a qué niños les pusieron
pequeñas actividades en la clase y quién se sentó junto a ella en la pausa. Me
canta las canciones que aprendió en la escuela y luego se me acerca y me
pregunta susurrando: “¿Tú ha escrito cartas sobre arena hoy?”, para luego
añadir “yo sí” (Il Post).
¡Inténtalo y dinos cómo te
fue!
… un consejo con los
adolescentes
Es necesario trabajarlo más,
probablemente acercarse de manera indirecta y preguntar por los compañeros de
la escuela, de un proyecto que ha hecho:
Es útil también aprovechar las ocasiones. Si un adolescente parece
propenso a hablar de un cierto hecho que pasó en la escuela, en ese momento
tiene sentido hacer más preguntas.
(…) si un adolescente se
lamenta de su día en la escuela, es mejor dejarlo tranquilo. Inundarlo de
consejos, de “sabiduría” no es el camino adecuado porque lo lleva a encerrarse
en sí mismo. Se cae en la misma, odiosa trampa: “los padres buscan convencer al
hijo de sus ideas y el hijo busca convencer a sus papás que no necesita su
ayuda – escribe Damour -. Pero los adolescente, precisamente como los adultos, a menudo buscan
sólo un poco de consuelo, no consejos”.
LUCANDREA MASSARO
Fuente:
Aleteia