Los juegos de Jubi
A Jubi, nuestra perrita, debe resultarle súper
divertido vaciar todas y cada una de las papeleras de la sala de trabajo.
Cuando no estamos, se cuela y deja la sala hecha un desastre, con papeles por
todas partes. Cada día, antes de ponernos a trabajar, tenemos que recoger todo
lo que ha tirado.
A mí me daba la risa porque, siendo monja, el Señor me
regaló entender a los padres con hijos pequeños. Cuántas veces hay que ir
detrás de ellos recogiendo, con mil ojos para que no se coman nada peligroso,
para que no se caigan y se hagan daño... Los padres dan la vida, se cansan,
acaban agotados, pero felices de amar a sus hijos. Y al día siguiente, aunque
la sigan liando, no disminuye su amor por ellos.
Nosotros somos esos niños, y así actúa el Señor con
cada uno de nosotros. Él cada día da Su vida, es el que nos cuida y nos
protege. Pensamos que, siendo como somos, se va a alejar o va a dejarnos, pero,
sencillamente, ¡no puede! Su amor por nosotros es tan grande que estaría todo
el tiempo recogiendo los papeles que tiramos. No se cansa de amarnos y es feliz
amándonos. Nosotros la liamos muchísimas veces como personas humanas que somos,
pero Él no nos pide que seamos perfectos y que no tiremos ninguna papelera; nos
pide que, cada vez que la liemos, nos levantemos y le volvamos a mirar.
Hoy se te van a presentar situaciones en las que
fácilmente se puede perder la paciencia, por eso, el reto del amor es que pares
antes de nada y le pidas al Señor poder actuar desde Él, desde el amor, para
seguir amando a esa persona. Y, si en algún momento pierdes la paciencia, ¡es
normal! Pide perdón y... ¡a seguir adelante!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma