Aprendiendo del mayor
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Recuerdo que, poco antes de entrar en el monasterio,
me imaginaba, llena de ilusión, con una granja de animales: un cerdito, unas
gallinas, un burrito... Porque me habían contado que antiguamente las monjas se
alimentaban de los animales que cuidaban en la huerta, y aquella idea me
parecía curiosa y divertida.
Y, unos años más tarde, el Señor nos ha regalado tener
a Leo, nuestro cerdito, por unos días. Me doy cuenta de que se aprende mucho
observando a los animales. Sobre todo hay una reacción en Leo que a todas nos
ha llamado mucho la atención: es un "copión".
Desde que llegó sólo hace que copiar los pasos de
Jubi. Si Jubi se mueve por aquí, Leo va detrás; si Jubi está comiendo, Leo mete
el morro en el mismo plato; si Jubi está intentando cazar, Leo imita sus gestos
metiendo el hocico en los mismos agujeros... ¡hasta descubrimos que duermen en
el mismo sitio! Cada vez que salimos a la huerta los encontramos juntos, o, si
sólo vemos a Jubi, es porque Leo es un poco más lento, pero en seguida viene
corriendo por detrás.
Pues sí, es un "copión", él, al llegar aquí,
se ha encontrado un hermano mayor y, lo que le ve hacer a él, lo copia.
Esto me hace ver cuántas personas tenemos a nuestro alrededor
observándonos. ¿Cuántos de nuestros gestos son imitados por los más cercanos?
Cuando hemos acogido a una persona, se siente tan
agradecida que después le saldrá una respuesta parecida, igual cuando nos
mostramos cercanos a una persona que no sabe acercarse...
Todos tenemos experiencia de que, cuando hemos visto a
alguien realizar un acto bueno con otra persona, ha despertado en nosotros la
necesidad de estar atentos a esas pequeñas cosas.
Y es que Cristo quiere que contemos los unos con los
otros, que no seamos islas, que nos amemos unos a otros como Él nos ha amado.
No se trata de machacarse a hacer obras buenas, se trata de amor, de un amor
que, cuando está auténticamente encendido, es expansivo y se contagia.
Hoy el reto del Amor es contagiar lo mejor de ti. La
vida que llevas en tu interior, lo mejor de ti, no es para que te lo reserves,
sino que, por medio de ti, el Señor quiere contagiar a otras personas a amar.
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
