El lápiz de Dios
Hola, buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Recuerdo desde bien pequeña reconocer a una monjita
pequeñita, ya abuelita, de la que aprendí pronto su nombre y, también, que era
muy buena. Madre Teresa, así se llamaba, ¡seguro que también te acuerdas!
Fui creciendo y, en un viaje a Bielorrusia en autobús,
vi por primera vez a muchas de sus hijas, vestidas como ella, caminando por un
parque. ¡La imagen me emocionó! Sus inconfundibles hábitos, sus sandalias...
caminaban, oraban, sonreían.
En Australia el Señor también me puso hijas suyas en
el camino: invitaban a los jóvenes a orar delante del Santísimo.
En Irlanda volví a coincidir con ellas. El viaje era
decisivo para mí; sentía desvanecerse mi fe y, mochila en mano, fui en busca de
respuestas. Cansada ya de viajar por la isla, terminé en las puertas de su casa
para prestarles mi ayuda.
Fue allí donde descubrí en sus hijas a Madre Teresa,
un auténtico torbellino enamorado de Cristo. Hijas que oraban, amaban sin
distinción, buscaban incansablemente a los más pobres entre los pobres, y así
me miraron a mí, así me trataron y, por su amor, volví a Él. Descubrí en su
pequeña capilla, mirando al Cristo y al característico cartel de "Tengo
sed", su motor, el motor que les hace "amar hasta que duela".
Hoy canonizan a la Madre Teresa, símbolo del Amor con
mayúscula, testigo de Cristo Vivo. ¿Y el secreto de su santidad? Te lo dice
ella: "Yo soy el lápiz de Dios. Un lápiz con el cual Él escribe aquello
que quiere". Siempre vivió confiando en Él, caminado por donde Cristo
pisaba, siempre detrás de Él y por Él.
El reto del Amor es que hoy, día de la canonización de
la Madre Teresa, le pidas que interceda por un "pobre entre los
pobres", por alguien cercano a ti que esté pasando por un momento de
pobreza material o espiritual, alguien que se encuentre en un momento en el que
nada tenga sentido.
Gracias, Madre Teresa, por mostrar al mundo que la
santidad es Cristo en ti.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma