Lo que de verdad te hace feliz es muy poco
“El hombre moderno está
fuertemente apegado a las cosas externas, se volvió desalmado, no posee más
capacidad para reconocerse y concebirse portador de la alegría espiritual”. Un hombre sin alma. Volcado en el mundo. Sin raíz, sin centro. Desbocado. Lo decía el padre José Kentenich.
Y es cierto, me pasa lo que
leía el otro día: “La
mitad de las cosas que poseemos, no las necesitamos. Las tenemos por creerlas
importantes. Al final, lo que realmente nos hace felices es tan poco que
podríamos guardarlo en la palma de la mano o en nuestro corazón”.
Lo que me hace feliz de
verdad es muy poco. Son pocas cosas. Pero a veces lo olvido. Necesito aprender a aceptar la vida tal y
como es. Eso lo
tengo claro. Conformarme con poco y entender que si me creo muchas necesidades
nunca seré feliz del todo.
“No es tan difícil ser feliz.
Basta querer. Cambiar algunas actitudes. Empezar a disfrutar de las pequeñas
cosas, las que suelen pasar desapercibidas”.
Alegrarme con los regalos diarios y aceptarlos como un don. Enfrentar la vida en sus dificultades. Adaptarme a lo que me toca
vivir tomándolo en mis manos como un desafío.
Carlos Padilla
Fuente: Aleteia