¿Cómo se vive la JMJ en
pareja?
Jucileide no es muy
creyente, pero se decidió venir a la JMJ de Polonia. ¿Por qué? Por su novio
Tiago. De cómo se vive la JMJ en pareja nos cuentan los miembros del grupo
portugués de Aveiro. Son pareja desde más de 11 meses, y su primer aniversario
lo celebrarán en Cracovia.
Mientras que todos esperan reunirse con el Papa
Francisco, ellos también esperan el 28 de julio, el día de su pequeño
aniversario.
– Yo no voy a la
iglesia. No soy muy creyente, pero él mucho… – dice la joven de 21 años de
edad, señalando a su novio.- ¿Estás aquí por él?- Yhym… – admite un tanto
avergonzada.Jucileide tiene 21 años, nació en la Isla de Santo Tomás – una de
las antiguas colonias portuguesas, pero durante hace años vive en Aveiro,
conocida como la Venecia de Portugal. Allí asistió a la escuela. Uno de sus
amigos de secundaria era un chico de su edad, Tiago. Como ellos mismos admiten,
no tienen ni idea de cómo llegaron a estar juntos.
La joven no piensa que
la JMJ fuera una gran revolución en su vida, a pesar de que le gusta su
atmósfera, y la estancia en si misma la trata como una experiencia interesante.
Tiago, sin embargo, tiene grandes esperanzas con esta visita y ya empieza a
desarrollar su “plan secreto”.- Quiero ayudarla en el conocimiento de Dios.
Ella viene de un país diferente, donde no tuvo esta oportunidad. Creo que la
JMJ es un buen comienzo – dice Tiago.
Encontrarla
en la multitud
Catarina tiene 27 años y
trabaja en un jardín de infancia, además es un miembro activo de la parroquia.
Igual que el diseñador de webs de 28 años de edad, João Paulo, que es su novio
no oficial.Fue él a quien se le ocurrió la idea de participar en la JMJ. A
Catarina le gustó enseguida.- Ella realmente quería venir a Polonia. Ver al
Papa Francisco, vivir la reunión con Dios, con los amigos y por supuesto…
conmigo – dice João.- ¿Sería diferente, si no estuvierais juntos?- No sentiría
mucha diferencia, porque somos líderes de nuestros grupos.
Tenemos muchísimas
responsabilidades. Nos alojamos en distintos lugares. Sucede a menudo que no
nos vemos durante mucho tiempo – informa Catarina.- Estoy de acuerdo con
Catarina – añade João. – Juntos disfrutamos de muy pocos momentos.- No lo creo.
¿El hecho de que estéis aquí juntos, no tiene importancia?- Quizás tal vez,
porque me siento responsable de ella. Cuando no nos vemos mucho tiempo, estoy
tratando de encontrarla entre la multitud, estoy tratando de localizarla. Y
cuando nuestros ojos se encuentran, me siento más tranquilo. Aunque yo quiero
de la misma forma cuidar de cualquier otra persona de nuestro grupo – declara
João. – Además, ella es la que mejor me conoce. También sabe cómo apoyarme en
distintas situaciones -, añade.
Ningún
hijito de mamá
Por otra parte, Eduardo
vino a la JMJ de Polonia con… su madre. El hecho de que es un menor de edad, en
este caso no tiene importancia. Hay muchos adolescentes como él por aquí.- ¿Por
qué has venido con tu madre? ¿No te parece extraño? No serás un hijito de
mamá?- Ella primero es mi amiga, y después madre. No veo nada raro – dice
Eduardo de 16 años de edad, el único hijo de Carla.
Carla es media
brasileña, media angoleña. Sus padres se habían mudado a Portugal, donde Carla
nació hace 42 años. Ella trabaja como “maestra de la vida” en la escuela que
ayuda a chicas jóvenes en la obtención de una profesión. Además, es activa y
trabaja en su parroquia en Aveiro.
– ¿Siempre has sido tan
creyente?- Siempre. Este es el regalo de mis padres – admite Carla, colocando
ambas manos sobre el corazón.Trata de transmitirle valores similares también a
su hijo. Su marido, padre de Eduardo, también cree, pero no practica.
– Mi marido no va con
nosotros a la iglesia. Ve en ella muchas falsedades. Me dice: “No voy, pero ves
tú Carla.”Es muy bueno, es muy creyente. Estoy segura que cuando volvamos a
casa con Eduardo, nos sentaremos en la cocina y hablaremos de la JMJ. Y él
estará escuchando atentamente – dice Carla.
La idea del viaje a la
JMJ vino de Carla, pero a Eduardo no hacía falta de persuadirle mucho tiempo.
– Le hablé de la JMJ. Le
dije que era una oportunidad única, ya que el próximo encuentro se celebraría
probablemente muy lejos. Él dijo: “¡Me voy contigo!” – dice la mujer.Carla
participó en muchas reuniones católicas, pero en la JMJ está por primera vez.-
No tengo palabras para expresar lo agradecida que estoy – dice, describiendo la
hospitalidad de la familia con la que se aloja. – Está extraordinario. No me
siento aquí como una extraña. Me siento como en casa -, añade.- ¿Y si no
estuviera Eduardo aquí con usted?
– Sería diferente – dice
Carla, quien analiza con curiosidad cómo vive su hijo diferentes cosas. – Pero
como madre, no me preocupo aquí por él. Estoy tranquila. Veo la atención y el
afecto del que está rodeado -, añade.
Carla habla ahora del
tiempo de después de la JMJ. Dice que se llevará a casa más fe que la que
trajo.- Nosotros, los portugueses son cristianos, pero tenemos un problema con
la fe – dice. Por lo tanto, después de regresar me gustaría compartirla.
Eduardo – su hijo y un amigo – le podrá ayudar en ello.- Siempre he creído,
pero ahora siento que mi fe se ha “refrescado” – admite el joven.
Fuente: Aleteia
