En el documento el Santo Padre invita a reflexionar y discernir sobre doce
temas de la vida consagrada en general y, en particular, de la tradición
monástica
Un número incontable de mujeres
consagradas, a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, han orientado y
siguen orientando toda su vida y actividad a la contemplación de Dios, como
signo y profecía de la Iglesia virgen, esposa y madre; signo vivo y memoria de
la fidelidad con que Dios sigue sosteniendo a su pueblo a través de los eventos
de la historia. Así lo recuerda el papa Francisco en la Constitución Apostólica
publicada hoy, Vultum
Dei Quaerere, sobre la vida contemplativa femenina.
En el breve documento, el Santo Padre se
dirige a las “queridas hermanas contemplativas”, y observa “¿qué sería de la
Iglesia sin vosotras y sin cuantos viven en las periferias de lo humano y
actúan en la vanguardia de la evangelización?” La Iglesia –reconoce el Papa– aprecia
mucho vuestra vida de entrega total. “La Iglesia cuenta con vuestra oración y
con vuestra ofrenda para llevar la buena noticia del Evangelio a los hombres y
a las mujeres de nuestro tiempo. La Iglesia os necesita”.
Por otro lado, asegura que no es fácil
que este mundo, por lo menos aquella amplia parte del mismo que obedece a
lógicas de poder, de economía y de consumo, “entienda vuestra especial vocación
y vuestra misión escondida”. Y sin embargo la necesita inmensamente.
A propósito del documento presentado hoy,
el Pontífice explica que cincuenta años después del Concilio Vaticano II, tras
las debidas consultas y un atento discernimiento, ha considerado necesario
ofrecer a la Iglesia esta Constitución “que tuviera en cuenta tanto el intenso
y fecundo camino que la Iglesia misma ha recorrido en las últimas décadas a la
luz de las enseñanzas del Concilio Ecuménico Vaticano II, como también las
nuevas condiciones socio-culturales”.
Así, para ayudar a las contemplativas a alcanzar el fin
propio de su específica vocación, el Santo Padre invita a reflexionar y
discernir sobre doce temas de la vida consagrada en general y, en particular,
de la tradición monástica.
Formación
Considerando el actual contexto
sociocultural y religioso, el Papa pide a los monasterios que presten mucha
atención al discernimiento vocacional y espiritual, sin dejarse llevar por la
tentación del número y de la eficiencia. Igualmente, pide que aseguren un
acompañamiento personalizado de las candidatas y promuevan itinerarios
formativos aptos para ellas, quedando entendido que a la formación inicial y a
la formación después de la profesión temporal se debe reservar un amplio
espacio de tiempo, en la medida de lo posible no inferior a nueve años, ni
superior a los doce.
Oración
El Papa les pide que recuerden que la
vida de oración y la vida contemplativa no pueden vivirse como repliegue en
ellas, sino que deben ensanchar el corazón para abrazar a toda la humanidad, y
en especial a aquella que sufre. Así las exhorta a ser fieles “a la oración
litúrgica y a la oración personal, que es preparación y prolongación de la
anterior”.
Centralidad de la Palabra de Dios
Indudablemente la oración y la
contemplación son los lugares más aptos para acoger la Palabra de Dios, pero al
mismo tiempo, tanto la oración como la contemplación brotan de la escucha de la
Palabra. “Que vuestra jornada, personal y comunitaria, esté ritmada por la
Palabra de Dios. Vuestras comunidades y fraternidades llegarán así a ser
escuelas donde se escucha, se vive y se anuncia la Palabra a cuantos se vayan
encontrando con vosotras”, pide el Papa.
Sacramentos de la Eucaristía y de la
Reconciliación
A este propósito, asegura que “es loable,
por tanto, la tradición de prolongar la celebración con la adoración
eucarística, momento privilegiado para asimilar el pan de la Palabra partido
durante la celebración y continuar la acción de gracias”.
De la experiencia gozosa del perdón recibido por Dios en este sacramento –añade– brota la gracia de ser profetas y ministros de misericordia e instrumentos de reconciliación, que tanto necesita hoy nuestro mundo.
De la experiencia gozosa del perdón recibido por Dios en este sacramento –añade– brota la gracia de ser profetas y ministros de misericordia e instrumentos de reconciliación, que tanto necesita hoy nuestro mundo.
Vida fraterna en comunidad
La vida monástica –asegura Francisco en
el documento– conlleva la vida comunitaria en un proceso continuo de
crecimiento, que lleve a vivir una auténtica comunión fraterna, una koinonia.
Esto pide que todos los miembros se sientan constructores de la comunidad y no
sólo consumidores de los beneficios que de ella pueden recibir.
La autonomía de los monasterios
En este punto, el Papa precisa que la
autonomía favorece “la estabilidad de vida y la unidad interna de cada
comunidad”, garantizando las mejores condiciones para la contemplación. Dicha
autonomía, añade, no debe sin embargo significar independencia o aislamiento,
en particular de los demás monasterios de la misma Orden o de la familia
carismática.
Las Federaciones
El Pontífice explica que las federaciones
tienen como principal finalidad promover la vida contemplativa en los
monasterios que las componen, según las exigencias del propio carisma, y
garantizar la ayuda en la formación permanente e inicial, como también en las
necesidades concretas, intercambiando monjas y compartiendo los bienes
materiales; y tendrán que favorecerse y multiplicarse en función de estas
finalidades.
La clausura
El Santo Padre recuerda que “la
pluralidad de modos de observar la clausura en una misma Orden ha de
considerarse como una riqueza y no como un impedimento para la comunión,
armonizando diversas sensibilidades en una unidad superior”. Dicha comunión
–indica Francisco– podrá concretarse en varias formas de encuentro y de
colaboración, sobre todo en la formación permanente e inicial.
El trabajo
Para que el trabajo no apague el espíritu
de contemplación y para que su vida sea pobre de hecho y de espíritu para
consumarse en sobriedad trabajada, como les impone el voto solemne de
pobreza evangélica, Francisco les pide que realicen el trabajo con devoción y
fidelidad, sin dejarse condicionar por la mentalidad de la eficiencia y del
activismo de la cultura contemporánea.
El silencio *
En la vida contemplativa el Santo Padre
considero importante “prestar atención al silencio habitado por la Presencia,
como espacio necesario de escucha y de ruminatio de la Palabra y requisito para una
mirada de fe que capte la presencia de Dios en la historia personal, en la de
los hermanos y hermanas que el Señor da y en los avatares del mundo
contemporáneo”.
Los medios de comunicación
En este punto, el papa Francisco las
exhorta a un prudente discernimiento para que estén al servicio de la formación
para la vida contemplativa y de las necesarias comunicaciones, y no sean
ocasión “para la distracción y la evasión de la vida fraterna en comunidad”, ni
sean “nocivos para vuestra vocación o se conviertan en obstáculo para vuestra
vida enteramente dedicada a la contemplación”.
La ascesis
Finalmente, el Santo Padre las recuerda
que “vuestra vida enteramente entregada adquiere un fuerte sentido profético;
sobriedad, desprendimiento de las cosas, entrega de sí en la obediencia,
transparencia en las relaciones, todo se hace más radical y exigente para
vosotras por la opción de renunciar también al espacio, a los contactos, a
tantos bienes de la creación como modo singular de ofrecer el cuerpo”.
Fuente:
Zenit