En la audiencia de este miércoles, el Santo Padre estaba acompañado por un
grupo de refugiados y recuerda que ‘el cristiano no excluye a nadie, deja venir
a todos’
Un grupo de
refugiados ha acompañado esta mañana al Santo Padre, sentados a ambos
lados de su silla durante la audiencia general de este miércoles. Durante la
catequesis les ha presentado indicado que “muchos piensan de ellos que mejor se
hubieran quedado en su tierra, pero allí sufrían mucho. Son nuestros
refugiados”.
También ha
advertido de que muchos les consideran excluidos. Y por eso ha recordado que
son “nuestros hermanos” y que “el cristiano no excluye a nadie, deja venir a
todos”.
Además esta mañana cuatro niños, vestidos con el alba que utilizan para la primera comunión, han tenido la suerte de acompañar al papa Francisco en el jeep descubierto, mientras recorría la plaza de San Pedro saludando a los fieles venidos de todos los rincones de la tierra, quienes le han recibido como cada semana con gran entusiasmo y en un ambiente festivo, agitando banderas y cantando ¡viva el Papa!
La misericordia
purifica el corazón. Esta ha sido la idea principal desarrollada por el Santo
Padre a propósito de la lectura de la sanación de Jesús al leproso. Así, en la
catequesis de este miércoles, en el resumen hecho por el Santo Padre en
español, ha indicado que la súplica que el leproso dirige a Jesús: “Señor
si quieres puedes limpiarme”, manifiesta “el deseo profundo del hombre de una
auténtica purificación que lo una a Dios y lo integre en la comunidad”. Esta
petición, fruto de la fe y de la confianza en Dios –ha señalado Francisco–
encuentra la respuesta en la acción y en los gestos de Jesús, que, sintiendo
compasión, se acerca, lo toca y le dice: “Quiero, queda limpio”.
Por otro lado,
el Pontífice ha subrayado que “Jesús nunca permanece indiferente a la oración
hecha con humildad y confianza” y rechazando todos los prejuicios humanos, “se
muestra cercano para enseñarnos que no debemos tener miedo de acercarnos y
tocar al pobre y al excluido, porque en ellos está el mismo Cristo”. La acción
de Jesús –ha añadido– no busca el sensacionalismo, sino que cura con amor
nuestras heridas, modelando pacientemente nuestro corazón conforme al suyo.
Finalmente ha
aseverado que “el gesto mesiánico de Jesús culmina con la inclusión del leproso
en la comunidad de los creyentes y en la vida social: así se llega a la plena
curación, que además convierte al sanado en testigo y anunciador de la
misericordia de Dios”.
A continuación,
el Papa ha saludado cordialmente a los peregrinos de lengua española, en
particular a los grupos provenientes de España y Latinoamérica y tras los
saludos en las distintas lenguas, el Pontífice ha dirigido unas palabras a los
jóvenes, los enfermos y los recién casado. De este modo, ha recordado a los
jóvenes que Jesús les llama a ser “corazones ardientes” y que deben
corresponder con generosidad a su invitación según el propio talento. A los
enfermos les ha pedido que ofrezcan su sufrimiento a Cristo crucificado para
cooperar a la redención del mundo. Finalmente ha exhortado a los recién casados
a que sean conscientes de la misión insustituible en la que les compromete el
sacramento del matrimonio.
Fuente: Zenit
