El Pontífice argentino firma prefacio de libro en honor a Joseph
Ratzinger, sacerdote
“Antes incluso que ser un
grandísimo teólogo, el papa emérito es un hombre que personifica la santidad”,
escribió el papa Francisco en el prefacio del libro Enseñar y aprender el Amor de Dios,
obra conmemorativa que recoge las homilías de Benedicto XVI en ocasión de su
65º aniversario sacerdotal.
“Cuando leo las obras de
Joseph Ratzinger/Benedicto XVI me resulta cada vez más claro que él ha hecho y
hace “teología de rodillas”: de rodillas porque, antes incluso que ser un
grandísimo teólogo y maestro de la fe, se ve que es un hombre que cree
verdaderamente, que ora verdaderamente; se ve que es un hombre que personifica la santidad, un
hombre de paz, un hombre de Dios”, añade Francisco.
Es la primera vez que el papa
Francisco escribe un documento entero sobre lo que piensa de su predecesor.
Pero, más allá de la imagen del prestigioso teólogo alemán,Francisco reconoce
el valor humano del hombre, del intelectual, del pastor.
El primer papa
latinoamericano se proclama hijo de la Iglesia y de la sabiduría que en ella se
alimenta del alma y de la bondad intelectual de Benedicto XVI.
Un teólogo que –parafraseando
a Francisco – es de esos eruditos de Dios con las “rodillas peladas”. De esos que rezan primero y luego intentan
llegar con humildad a describir la inmensidad divina del Señor.
El Papa argentino afirma
que Benedicto XVI […] sobre todo, desde el Monasterio Mater
Ecclesiae, en el que se ha retirado, de un modo todavía más luminoso,
aporta el “factor decisivo”, ese íntimo núcleo del ministerio sacerdotal que
[…] nunca deben olvidar (los consagrados), a saber, que el primer y el más importante servicio no
es la gestión de los “asuntos corrientes”, sino rezar por los demás, sin
interrupción, con alma y cuerpo, precisamente como lo hace hoy
el papa emérito”.
Rl papa Francisco estará
presente en la ceremonia del 28 de junio (12.00) en la Sala Clementina del
Vaticano, cuando Carlos Granados, uno de los editores católicos promotores de
la obra conmemorativa, entregue el primer volumen al papa emérito Benedicto XVI
en la celebración de sus 65 años
de sacerdocio.
“Este libro abre una
colección de textos temáticos del papa Benedicto, que se publicarán anualmente
y cada año con un tema distinto. Irán así apareciendo libros sobre temas como“Europa”,
“Universidad”, “Eucaristía”, “Ciencia/Fe”…”, informó la
editorial.
El libro contiene además un
prólogo del cardenal G.L. Müller (editor de las obras completas de J.
Ratzinger) y ha sido preparado por Pierluca Azzaro (profesor en la Universidad
de Milán) y Carlos Granados (director de la BAC).
A continuación una anticipación del prefacio firmada por el papa
Francisco:
“Y así él encarna de manera
ejemplar el corazón de toda la acción sacerdotal: ese profundo arraigo en Dios sin el cual toda la capacidad
organizativa posible y toda la presunta superioridad intelectual, todo el
dinero y el poder resultan inútiles; él encarna esa constante relación con el
Señor Jesús sin la cual nada es ya verdadero, todo se convierte en rutina, los
sacerdotes en asalariados, los obispos en burócratas y la Iglesia deja de ser
la Iglesia de Cristo y se convierte en un producto nuestro, una ONG a fin de
cuentas superflua.
“El sacerdote es aquel que
“encarna la presencia de Cristo, testimoniando su presencia salvífica”, escribe
en este sentido Benedicto XVI en la Carta de proclamación del Año
sacerdotal. Leyendo este volumen, se ve claramente como él mismo, en
sesenta y cinco años de sacerdocio que hoy celebramos, ha vivido y vive, ha
testimoniado y testimonia ejemplarmente esta esencia del actuar sacerdotal.
“El cardenal Ludwig Gerhanrd
Müller ha afirmado con autoridad que la obra teológica de Joseph Ratzinger,
antes, y de Benedicto XVI, después, lo sitúa en esa serie de grandísimos
teólogos que han ocupado la cátedra de Pedro; como, por ejemplo, el papa León
Magno, santo y doctor de la Iglesia.
“Renunciando al ejercicio
activo del ministerio petrino, Benedicto XVI ha decidido ahora dedicarse
totalmente al servicio de la oración: “El Señor me llama a ‘subir al monte’ a
dedicarme todavía más a la oración y a la meditación. Pero esto no significa
abandonar la Iglesia, más aún, si Dios me pide esto es propiamente para que
pueda continuar sirviéndola con la misma dedicación y el mismo amor con el que
he tratado de hacerlo hasta ahora”, dijo en el último y
conmovedor Ángelus que rezó públicamente como Papa.
“Desde este punto de vista, a
la justa consideración del Prefecto para la Doctrina de la Fe, querría añadir
que quizás es precisamente hoy, como papa
emérito, cuando él nos está impartiendo del modo más evidente una de sus más
grandes lecciones de “teología de rodillas”.
“Porque Benedicto XVI nos
sigue testimoniando, quizás ahora, sobre todo, desde el Monasterio Mater
Ecclesiae, en el que se ha retirado, de un modo todavía más luminoso, el
“factor decisivo”, ese íntimo núcleo del ministerio sacerdotal que los
diáconos, los sacerdotes y los obispos nunca deben olvidar, a saber, que el
primer y el más importante servicio no es la gestión de los “asuntos
corrientes”, sino rezar por los demás, sin interrupción, con alma y cuerpo,
precisamente como lo hace hoy el papa emérito
/…/
“¡Queridos hermanos! Yo me
permito decir que si alguno de vosotros tuviera en algún momento dudas sobre el
centro del propio ministerio, sobre su sentido, sobre su utilidad, si en algún
momento le vinieran dudas sobre lo que los hombres esperan verdaderamente de
nosotros, medite profundamente las páginas que se nos ofrecen en este libro,
porque los hombres esperan de nosotros sobre
todo lo que en este libro encontraréis escrito y testimoniado: que les llevemos
a Jesucristo y
que les conduzcamos a Él, al agua fresca y viva, de la que tienen sed más que
de cualquier otra cosa, el agua que solo Él puede regalarnos y que ningún
sucedáneo podrá nunca remplazar; que les conduzcamos a realizar ese sueño más
íntimo que tienen y que ningún poder podrá nunca prometerles ver cumplido.
“No es casualidad que la
iniciativa de este volumen –junto con la de dar vida muy oportunamente a una
Serie de libros temáticos sobre el pensamiento de Joseph Ratzinger / Benedicto
XVI– haya partido de un laico, el profesor Pierluca Azzaro, y de un sacerdote,
el reverendo padre Carlos Granados.
A ellos va mi cordial
agradecimiento, bendición y apoyo por el importante proyecto, junto con el
reverendo don Giuseppe Costa, director de la Librería Editora Vaticana,
que publica la Opera Omnia de Joseph Ratzinger.
“No es casualidad, decía,
porque el volumen que hoy presento está dirigido en la misma medida a los
sacerdotes y a los fieles laicos; como magistralmente testimonia, entre tantas,
esta página del libro que ofrezco a los religiosos y a los laicos como una
última y segura invitación a la lectura: “Casualmente he leído en estos días un
relato sobre estas cuestiones, en el que el gran escritor francés Julien Green
describe las peripecias de su conversión.
Cuenta él cómo en el período de entreguerras
vivía tal como vive un hombre de hoy, con todas las permisividades que este se
da a sí mismo; ni mejor ni peor, esclavo de los placeres, que están ahí junto
con Dios, de forma que, por una parte los necesita, para hacer soportable su
vida, y al mismo tiempo encuentra insoportable esa vida. Él es un hombre que
busca dónde podría encontrar una salida, establece algunas relaciones. Un día
va a ver al gran teólogo Henri Bremond, pero el resultado es sólo una
conversación de carácter académico, planteamientos de carácter teorético, que
nada le ayudan.
“Entonces entra en relación
con dos grandes filósofos, el matrimonio Jacques y Raissa Maritain. Raissa
Maritain lo remite a un dominico polaco. Él se dirige a aquél y le describe la
situación de su vida desgarrada. El sacerdote le dice: ¿Y está usted conforme
con esa vida? ¡No, claro que no! A usted le gustaría vivir de otro modo, ¿se
arrepiente? ¡Sí! Y entonces sucede algo inesperado. El sacerdote le dice:
¡Arrodíllese! Ego te absolvo a peccatis tuis, yo te
absuelvo. Julien Green escribe: Entonces me di cuenta de que, en el fondo,
siempre había estado esperando ese instante, siempre había estado esperando a
que en cualquier momento hubiese alguien que me dijese: Arrodíllate, yo te
absuelvo; me fui a casa, yo no era otro, no, finalmente había vuelto a ser yo
mismo”.
Fuente: Aleteia
