Los efectos de la oración son muy visibles en las personas, no sólo a la hora de unir a la familia sino para afrontar acontecimientos difíciles como la enfermedad o la muerte
El sacerdote Patrick Peyton,
ahora en proceso de beatificación, instauró la famosa frase que decía que “familia
que reza unida, permanece unida”. La oración como garantía contra las
asechanzas del demonio que pretende destruir la institución de la que sale la
vida.
Esta conocida
cita se ha visto confirmada por distintos estudios científicos, que han llegado
a la conclusión de que las familias que rezan juntas están más unidas, son más
felices y por consiguiente viven mejor. Estos informes centrados en la
relación entre religión y psicología son muy concluyentes en este aspecto.
Una vida
religiosa seria que incluya la oración repercute en una mejor salud mental y
aumenta también el éxito escolar, mejora el autocontrol, aumenta la
esperanza de vida, reduce la delincuencia así como la ansiedad y la depresión.
La oración en familia mejora la salud y reduce el estrés
Clay Routledge, profesor de Psicología en la Universidad Estatal de Dakota del Norte ha recogido la literatura científica publicada al respecto y ha llegado a la conclusión de que la oración, y más en familia, ayuda a ser más paciente convirtiendo a las personas en más tolerantes con respecto al entorno más cercano. Además, tal y como recoge UCCR, tiene ventajas por las que muchas personas pagan a profesionales: mejora la salud y reduce el estrés.
“Hay una evidencia que indica que la oración, un comportamiento asociado a
la religión, puede ser útil para los individuos y para la sociedad”, agrega este profesor universitario. Este estudio no entraba en los
aspectos teológicos sino en los efectos que la práctica religiosa y la oración
tiene en las personas y cuyas consecuencias son beneficiosas no sólo para el
alma sino también para el cuerpo.
Y no son cosas
imposibles. Si una familia pasa un rato unida rezando, durante ese tiempo no
está enganchada a la televisión, al móvil o la tablet provocando una mayor
interacción entre los miembros de la familia.
Los niños y adolescentes también salen beneficiados
Un estudio centrado en los adolescentes estadounidenses realizado por el departamento de Sociología de la Universidad de Carolina del Norte, llegó a la conclusión de que los niños cuyos padres rezan juntos tienen una mejor relación con ellos aunque los pequeños no hayan participado en ese momento de oración. La paz que generan se transmite también a los niños.
Igualmente,
otro informe de la Universidad Estatal de Florida también incidía en los efectos positivos que
la oración genera en una pareja puesto que aumenta la confianza mutua
entre ellos.
La oración, también clave en la enfermedad
Los efectos de la oración son muy visibles en las personas, no sólo a la hora de unir a la familia sino para afrontar acontecimientos difíciles como la enfermedad o la muerte. Qué se lo digan a Alexis Carrel, premio Nobel de Medicina en 1912, que se convirtió en Lourdes cuando provenía de un ateísmo radical.
Y lo que más le llamó precisamente la atención fue la oración. Esta es su
reflexión sobre los efectos de la oración en las personas:
“Cuando la
oración es habitual y verdaderamente ferviente, su influencia se hace muy
clara. Consiste en una especie muy clara. Consiste en una especie de
transformación mental y orgánica. Esta transformación se opera de manera
progresiva. Se diría que en la profundidad de la conciencia se enciende una
luz.
El hombre se ve tal como es. (…) Poco a poco se produce un apaciguamiento
interior, una armonía de las actividades nerviosas y morales, una mayor
resistencia frente a la pobreza, la calumnia, las preocupaciones, y una mayor
capacidad de soportar sin desfallecer la pérdida de los suyos, el dolor, la
enfermedad, la muerte. Así, el médico que ve un enfermo que se pone a
orar puede alegrarse. La calma engendrada por la oración es una
poderosa ayuda para la terapéutica.
La oración no
puede compararse con la morfina puesto que la oración determina, al mismo
tiempo que la calma, una integración de las actividades mentales, una especie
de florecimiento de la personalidad. A veces, heroísmo. La pureza de la mirada,
la tranquilidad del porte, la serena alegría de la expresión, la virilidad de
la conducta y, cuando es necesario, la simple aceptación de la muerte
del soldado o del mártir, traducen la presencia del tesoro escondido del
espíritu”.
Fuente: ReL