En cada miembro de la familia los Ángeles ven un
reflejo de la Santísima Trinidad, y por ello tienen un gran respeto y
reverencia por cada uno
El Papa Francisco en su
exhortación apostólica “Amoris Laetitia” al hablar de la espiritualidad sobrenatural
que acompaña a las familias menciona que: “La presencia del Señor habita en la
familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e
intentos cotidianos.
Cuando se vive en
familia, allí es difícil fingir y mentir, no podemos mostrar una máscara. Si el
amor anima esa autenticidad, el Señor reina allí con su gozo y su paz. La
espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y
concretos. En esa variedad de dones y de encuentros que maduran la comunión,
Dios tiene su morada. Esa entrega asocia “a la vez lo humano y lo divino”,
porque está llena del amor de Dios” (n. 315).
Lo anterior nos permite
descubrir la presencia, la acción y la ayuda que brindan los Santos Ángeles a
todas las familias.Precisamente por esta presencia del Señor los Ángeles se
alegran al poder servir a la familia y, al mismo tiempo, la contemplan como un
espacio donde el amor de Dios se manifiesta.
Por eso el amor fecundo
llega a ser el símbolo de las realidades íntimas de Dios… la relación fecunda
de la pareja se vuelve una imagen para descubrir y describir el misterio de
Dios, fundamental en la visión cristiana de la Trinidad que contempla en Dios
al Padre, al Hijo y al Espíritu de amor. El Dios Trinidad es comunión de amor,
y la familia es su reflejo viviente…La familia no es pues algo ajeno a la misma
esencia divina” (nn. 10-11).
Y es que la Santísima
Trinidad es familia: “Nuestro Dios, en su misterio más íntimo, no es una
soledad, sino una familia, puesto que lleva en sí mismo paternidad, filiación y
la esencia de la familia que es el amor. Este amor, en la familia divina, es el
Espíritu Santo” (n. 11).
Esto hace que los Santos
Ángeles se admiren y asombren, pues ellos por su naturaleza no pueden conocer
lo que es tener un Padre, lo que significa ser Hijo. Así en cada
miembro de la familia los Ángeles ven un reflejo de la Santísima Trinidad, y
por ello tienen un gran respeto y reverencia por cada uno de los miembros de la
familia.
Cabe anotar que asi como
los Ángeles contemplan esta realidad sobrenatural presente en cada familia,
también los demonios desean destruir esta imagen de la Santísima Trinidad
poniendo falsas visiones de lo que constituye una familia dentro del plan de
Dios.
En este sentido, el Papa
Francisco en el Capítulo Segundo de “Amoris Laetitia” presenta algunos desafíos
para las familias, ante los cuales desafíos surge una pregunta: ¿cómo ayudan
los ángeles a las familias?, ¿cuál es la asistencia que prestan?.
Los
Ángeles traen a la familia la alegría del amor; y esto porque la mayor alegría
posible es la unión con Dios, es hacer parte de la familia de Dios. Así mismo
los Ángeles nos ayudan para ver y alegrarnos por el gran bien que es la
familia, tú familia, la de cada uno es un bien. Alégrate por ella, alégrate por
los miembros de tu familia y esto nos lleva a la gratitud interior, no
encerrarnos en nosotros mismo o en mantener relaciones por conveniencia.
Alegrarnos simplemente por el hecho de estar juntos, de compartir.
Los
Santos Ángeles son portadores de la luz de Dios para toda familia. Ellos al
contemplar es rostro de Dios (Mt.18,10) están llenos de la luz divina y quieren
irradiarla, iluminar nuestro hogar, nuestra familia con esa luz. Para ello los
Ángeles nos invitan a orar, la oración en familia trae, alumbra, calienta el
hogar. Con esta luz se vence toda oscuridad, toda desesperanza y tristeza, esta
luz impide que las tinieblas se ciernan sobre el hogar, por ello esta luz nos
trae la esperanza, el optimismo y el valor ante dificultades o situaciones de
dolor y tristeza.
Nos
comunican la voluntad de Dios y esto lleva a que el Ángel de la Guarda de cada
miembro de la familia le inspire la vocación, este es el mensaje más
importante, pues en la vocación, en responder a este llamado se encuentra el
plan de Dios para nuestra felicidad y santificación. En este sentido es
necesario respetar y acoger con agradecimiento cada vocación que surge en la
familia.
Los
Ángeles, como el hermano mayor de la parábola del hijo pródigo, son invitados a
entrar en la fiesta de la misericordia de Dios y ellos, a diferencia del
hermano mayor en la parábola mencionada, entran y se alegran de la
reconciliación ofrecida por Dios a cada uno. En este sentido, los Santos
Ángeles nos invitan a la reconciliación con Dios y con los demás miembros de la
familia.
Así
como el profeta Isaías tuvo que ser purificado por los Ángeles (Is. 6,6), de
igual manera el Ángel de la Guarda nos lleva a purificar nuestro amor, un amor
desinteresado, donde no se haga cuentas de cobro, sino un amor que se entregue,
incondicional.
Los
Santos Ángeles buscan que las familias se comprometan en la lucha contra el
demonio y el pecado, que solo more el amor y la santidad de Dios. Precisamente
esto nos enseña el libro de Tobias donde el arcángel San Rafael presta su ayuda
y presenta sus oraciones. El hogar de Tobias es un hogar donde hay el temor de
Dios y un celo por el cumplimiento de la ley de Dios, asi como la obediencia de
los hijos hacia los padres.
La
fidelidad entre los miembros de la familia. No hablar mal de mi familia con
otros, no criticar con otros a los que son de mi familia y en esto San Miguel
Arcángel nos presta una gran ayuda pues es el Arcángel que se mantuvo fiel.
Todas estas ayudas nos
prestan los Ángeles para que nuestra familia viva esa alegría del amor, esa
alegría de la presencia del Señor en medio de nosotros.
Te dejo la oración de
una mamá al Ángel de su hijo:
A
vosotros, Santos Ángeles de la Guarda, amigos fieles enviados por Dios a mis
hijos, me dirijo con confianza. Alcanzadme, ante todo, la gracia de poder
educarlos a todos para Dios y para el cielo. Protegedlos donde mis ojos no les
pueden ver. Acompañadlos donde mis pies no les pueden seguir. Exhortadlos donde
ya no les alcanza mi voz. Guiadlos y salvadlos para el cielo. Dios os
recompense vuestro amor. Amén.
Padre Antonio María Cárdenas orc
Fuente: Aleteia