La cantante del famoso
dúo argentino destapa su alma
Lucía Galán, cantante del famoso dúo
argentino Pimpinela, destapa en esta entrevista con Aleteia en Roma su alma y confiesa qué piensa
del perdón, el desamor y el olvido.
Las canciones que teatraliza con su
hermano han acompañado a millones de persones durante casi tres décadas.
¿Es una persona tenaz y resolutiva, como
aparenta?
Soy muy positiva, muy optimista, y
trabajo mucho: cuando me
pongo un objetivo, cuando quiero algo, trabajo mucho para lograrlo.
Cualquier aspecto: personal o profesional. Y trato de mejorarme como persona
día a día.
Creo que cuando uno trabaja mucho con sus
sueños o para que sus sueños se cumplan no solamente te quedas con soñar, sino
que trabajas para lograrlo, eres buena persona, ayudas a quien puedes ayudar,
no le das la espalda al otro, creo
que hay algo arriba que mueve los hilos para que las cosas vayan andando.
Los celos y la envidia centran muchas de
sus canciones. ¿De Caín y Abel a Pimpinela?
Confieso que he tenido muchas veces ganas
de asesinar a mi hermano, y él a mi también, pero creo que vamos evolucionando,
el mundo es una balanza permanente.
¿El mundo digitalizado le asusta?
Por un lado tanta tecnología y tantas
redes sociales, y comunicación, pero el mirarse a los ojos, tomarse un café,
preguntar cómo estás, mirándose a los ojos… se está perdiendo el contacto
humano, estamos
involucionando, depende por supuesto como cada uno tome esta tecnología.
Nada es tan catastrófico, son ciclos, son
momentos, y uno siempre tiene que poner trabajo, fe, confianza, alegría y mirar
para al costado, y estar muy agradecido.
¿Es más fácil cantar al desamor que al
amor?
Cantar al desamor te da esa posibilidad
de sacar esa parte de actriz.
Yo en realidad no pensaba cantar, pensaba actuar. Estudié desde los 8 años
teatro, y mi vocación iba para ese lado.
Con el estilo nuestro, de teatralizar y
de canciones dialogadas es completo: no hay nada artístico frustrado en mí. El
desamor ayuda mucho a las caras, a los gestos, a las actitudes… nuestros
conciertos son con escenografía.
Le cantamos a la familia, cantamos a los hermanos, a los hijos…
son las dos partes potentes nuestras: la actuación, lo histriónico, y la cosa
familiar.
Ha podido hablar con el papa Francisco. ¿Qué le ha dicho?
Él tiene una presencia tan fuerte … que
uno no puede dejar que “choquearse”. Y fue muy fuerte, las dos veces distintas
en las que hemos hablado, se ha referido al Hogar de niños que tenemos en
Argentina, y nos ha
alentado: que siguiéramos cantándole a la familia, y que
siguiéramos trabajando con la niñez, y que rezáramos mucho.
Un mensaje muy impactante.
¿Por qué sus canciones llegan tanto a
personas con distintas capacidades?
Trabajamos mucho con discapacidad y
nuestras canciones tienen como una frecuencia, esto nos han dicho
psicoterapeutas y gente que trabaja con la música y la terapia de reacción o
estímulo con niños autistas.
No sé si será por mis agudos, alguna
frecuencia que les pega en algún lado, pero sí, nos han comentado este aspecto
desde muchos centros de discapacitados.
¿Perdona y no olvida?
Uy el perdón… el perdón, una palabra tan corta y tan
densa y compleja.
Creo que uno aprende a perdonar a medida que va creciendo:
cuando uno es más joven todo parece mucho más dramático y extremo, como si las
cosas no tuvieran una salida o solución. Y uno le pone una densidad que quizá
no tiene.
Y cuando vas creciendo te van pasando
cosas y en mi caso, como he tenido problemas de salud y he salido adelante,
empiezas ya como a sacarte las capas de la cebolla: “esto es una estupidez, lo
habrá hecho por algo…” y empiezas
como a entender más a la otra persona y el perdón es mucho más fácil.
Cuando eres joven todo te parece una
crueldad y “por qué me han hecho esto a mi”, uno está por delante y por encima
de todo.
Trato de emplearlo (el perdón) muchas
veces. A veces puedo y a veces no. A veces me sale naturalmente.
Yo olvido. Es más, saludo gente que digo…¿pero este
no me había hecho algo o había tenido algún problema?
Trato de alivianarme, es como una carga,
sacarme mochilas de encima, más allá de que yo tenga razón soy yo la que trato de acercarme y solventar las cosas.
Me olvido, si perdono o no… pero sí, me olvido.
¿Cómo se imagina de mayor?
Ay gracias, ahora que soy joven (se ríe).
De mayor me imagino muy cascarrabias, como en mis canciones.
Quizá escribiendo. Me veo cantando, me
veo actuando.
Dios me dio un don, que es mi garganta. Y lo de cantar, lo
de Pimpinela, es una excusa para todo lo que se puede hacer con este don.
¿Reza?
Me gusta mucho todo lo que es espiritual, la vida, la muerte, si existe la vida
después de la muerte…y todas esas preguntas que la gente se hace y que en
general en una entrevista no se tocan.
Y sí, rezo, para el día en que me vaya pueda ver de nuevo a mi
papá y a mi abuela; no a todos los que se fueron (se ríe),
pero a algunos sí me gustaría.
Es una mezcla de necesidad,
espiritualidad, con la fe y la
necesidad de creer que esto no termina acá. Esto tiene un
porqué y nos encontraremos en algún lado.
Cuando tengo alguna tristeza o alguna
angustia pienso en ellos. Y automáticamente me entra como una paz…
Por
Fuente:
Aleteia