La
enternecedora historia del diálogo de un niño con Jesús
Quien afirma que los niños nacen sin
pecado original es o porque no tiene hijos o porque sólo ha visto a estas
encantadoras criaturas en los anuncios…
Basta con cuidarles una tarde para
comprobar que son capaces de hacer un auténtico despliegue de su inclinación a
unos cuantos pecados capitales. Por ejemplo, son maestros consumados en lo de
la avaricia y la ira. Y tan cierto como lo anterior es que en el caso de que
sus padres no hayan decidido que su Bautismo coincida con la jura de bandera se
puede detectar que la Gracia también encuentra acomodo en sus almas por muy
diminutas que las tengan.
Por la noche, tras rezar las oraciones
acostumbradas con el más aguerrido de los dos, consideró el padre que aquel
suceso se lo debía contar a Jesús. Además desde hacía algunos días ya había
intentado enseñarle a hablar con Él. Pero se negó en redondo el pequeño, ya que
-como le dijo- no funcionaban sus consejos que él había puesto en práctica en
la capilla del colegio, a donde había ido a hablar con Jesús sin escuchar
respuesta y eso que le había hablado dos veces, la segunda muy alto para que le
oyera.
– Pero es que a Jesús hay que decirle las
cosas como cuando lees por dentro, sin palabras -le aclaró su padre-, y él te
hará ver algunas cosas también por dentro. Cuéntale de esta manera lo de la
pelea con tu hermano.
Se hizo el silencio en la habitación que
estaba a oscuras. Y cuando pasó bastante más tiempo del que suele aguantar un
niño callado…
– ¿Ya se los has contado?
– Todavía me falta decirle más cosas de
lo malo que es mi hermano…
Consumidos los minutos necesarios, el
chaval le manifestó a su padre que ya había acabado. Y al darle el beso de
despedida y en un tono de reproche a lo que pensaba había sido un largo
monólogo delator de faltas ajenas, le preguntó si Él le había hecho ver algo:
– Sí papá. Jesús también me ha dicho por
dentro que lo de la pelea con mi hermano es muy fatal.
Artículo originalmente publicado por encuentra.com