“Revístanse de
su santo escapulario y ella los conducirá al puerto de la conversión”
San Simón Stock
Él fue quien tuvo la gracia de recibir el escapulario
de las manos de la Reina del Cielo. El mismo día, lo apoyó al cuerpo de un
moribundo impenitente y obtuvo el primer milagro del escapulario: la conversión
del enfermo.
San Juan de la Cruz
Al fraile que lo asistía en su última enfermedad, el
santo le preguntó muchas veces qué día de la semana era. Y explicó: “Pregunto
porque me vino a la memoria qué beneficio tan grande es el que hace Nuestra
Señora a los religiosos de su orden que han llevado su hábito y han hecho lo
que pide ese privilegio”. San Juan falleció en la alborada de un sábado, 14 de
diciembre de 1591.
Con frecuenta se gloriaba de llevar el escapulario
“como indigna carmelita”. Y velaba para que sus religiosas no dejaran de dormir
con él puesto. Se dirigía a ellas escribiendo: “Sólo puedo confiar en la
misericordia del Señor… y en los merecimientos de su Hijo y la Santísima Virgen
María, su Madre, cuyo hábito indignamente traigo y vos traéis”.
San Alfonso María de Ligorio
Usaba el escapulario y lo recomendaba insistentemente
a los fieles. El escapulario con el que fue enterrado permaneció incorrupto en
el sepulcro y hoy es venerado en un relicario en Marianella, su ciudad natal.
San Pedro Claver
Se sirvió incesantemente del escapulario del Carmen en
su apostolado con los esclavos en Colombia. Se conserva una pintura
representándolo en el lecho de muerte, con un crucifijo en una de las manos y
el escapulario sobre el pecho; alrededor de su cama, los fieles a quienes
sirvió también traen el escapulario al cuello.
San Juan Bosco
Lo recibió en la infancia y lo difundió durante toda
la vida. Fue enterrado en 1888 con el escapulario. En 1929, el escapulario fue
encontrado en perfecto estado de conservación, bajo las ropas podridas y los
restos mortales momificados del gran apóstol e incomparable educador de la
juventud.
San Buenaventura
Él decía: “Desahoguen el pecho frente a la Virgen del
Carmen los pecadores empedernidos: revístanse de su santo escapulario y ella
los conducirá al puerto de la conversión.
Hónrenla con el uso del escapulario y demás
obligaciones u obsequios de la cofradía”.
Fuente: Aleteia