ENTREVISTA. El
periodista Javier Martínez-Brocal, director de la agencia Rome Reports, analiza
los tres años de pontificado y habla de su recién publicado libro
Se cumplen tres años del pontificado del
primer papa latinoamericano de la historia. El 12 de marzo de 2013, inició un
Cónclave muy particular. Era la primera vez en mucho tiempo, que se celebró uno
sin haber celebrado previamente un funeral.
“Fue
el primer cónclave en el que las Congregaciones Generales fueron realmente
útiles. En otros cónclaves, cuando se sale de un luto no puedes entrar a fondo
en los temas. Aquí no había luto y había una situación que daba más libertad a
los cardenales.
Sabían que después del gesto de Benedicto XVI que había sido
muy fuerte, hacía falta algo totalmente diferente. Y lo encontraron”. Así lo
explica a ZENIT Javier Martínez-Brocal, periodista español en Roma director de
la agencia Rome Reports.
Una
de las virtudes de Francisco “es que es un hombre muy libre y no tiene ningún
problema en modificar lo que ya no es útil para el ejercicios de su
ministerio”, segura.
Martínez-Brocal,
que ha publicado recientemente un libro titulado “El Papa de la misericordia”,
explica que si el Pontífice tiene que ser pastor de la Iglesia universal, “todo
lo que le aleje de esa misión, no sirve para nada”. Así es –precisa– como hay
que entender los gestos que marcaron los primeros días de pontificado: cambiar
el coche, el color de los zapatos, ir a visitar a un cardenal al hospital,
pagar la factura de la residencia donde esta alojado. “Estos gestos dan
sensación de normalidad”, explica el periodista.
Del
mismo modo precisa que estos gestos “son un ejemplo para los cardenales pero
también para todos los católicos”. Al respecto Javier observa que existe un
peligro en torno a la figura del Papa: “que se perciba que él habla solo a los
cardenales y a la Curia, como si sus gestos fueran hacia los dirigentes o
jerarquía católica”. Según el director de Rome Reports lo que el Santo Padre
está haciendo es un cambio cultural hacia todos los católicos. Y sus gestos
–visitar al enfermo, asumir responsabilidad pagando la factura– van acompañado
por una vida de oración y fe muy profunda. Recuerda así, por ejemplo, cómo al
día siguiente de ser elegido, un día con una agenda cargada de compromisos, él
quiso ir a rezar a la Virgen a Santa María la Mayor.
Y
esta reforma cultura se puede observar en las homilías de Santa Marta. El
periodista asegura que Francisco sabe que una reforma “burocrática” no se
pondrá nunca en práctica si no hay una reforma cultural. El así como el Papa,
cada día, partiendo del Evangelio, explica qué es ser cristiano.
Algunos periodistas
que cubren día a día la información sobre el Santo Padre y el Vaticano, le
acompañan también en el avión durante sus viajes. Esto supone una ocasión para
conocer más de cerca al Pontífice y compartir con él grandes recuerdos. Javier
reconoce que es un privilegio poder contarlo. Del último viaje recuerda algo que
le impresionó de forma especial. Al concluir el encuentro con el patriarca
Kirill en Cuba Francisco subió de nuevo al avión con destino México. Ya se
podía sentir el cansancio, tras 15 horas de viaje, pero el Papa quiso saludar a
los periodistas. “Francisco tenía una cara de alegría con la que no le he visto
nunca, los ojos iluminados”. Fue como “cuando una amigo va a contarle a los
amigos lo contento que está. Venía a compartir, no venía a dar ninguna
información”, explica Javier.
En
el avión tienen además ocasión de conversar unos instantes con él, incluso de
llevarle regalos. En este último viaje, Javier nos cuenta que le mostró una
foto de la familia. Francisco le escucha sonriendo, pero en el momento en el
que le dijo que uno de ellos tenía una enfermedad, le cambió la cara y apretó
su mano contra la fotografía y rezó. “Te das cuenta de que el Papa te está
escuchando y que sintoniza totalmente con lo que le estás diciendo”, asegura. Y
le interesa sobre todo –añade– cuando le cuentas cosas de personas concretas.
Martínez-Brocal
asegura que es un Papa muy valiente que no tiene miedo a afrontar los problemas
de su tiempo y que tiene una humanidad tan grande, que su hacer las cosas está
dirigido al ayudar a los demás. Su política no es “voy a ayudar a la Iglesia
católica sino voy a ayudar a las personas”. Esto es lo que hacía Jesucristo y
es lo que le da credibilidad.
Lo
que a Javier le impresiona más del Papa es cómo ha conseguido cambiar el tono
de nuestro tiempo sin hacer “nada”. No hay que tomar grandes decisiones, bastan
gestos pequeños para cambiar las cosas. Lo histórico de Francisco –precisa– es
que “ha cambiado la Iglesia” y su tiempo con una “revolución tranquila”. El
Papa va “más allá de la etiqueta de la gente”.
Esta
“revolución tranquila” que ha llevado a cabo a través de los gestos, las
caricias, los abrazos es lo que se refleja en su libro.
“Me
di cuenta que hay muchos libros biográfico o interpretativos del Papa. Pero yo
todavía no había encontrado un libro que contara lo que estamos viviendo: los
gestos, las llamadas telefónicas, los actos. Estas anécdotas que están marcado
este pontificado”. El día a día se estaba perdiendo y Javier creyó que
este tesoro no se puede perder.
Además
de ser el Papa que intervino en la reconciliación de Estados Unidos y Cuba, lo
que hace llorar y emociona de este Papa son los pequeños cotidianos, que se
estaban perdiendo. Esto es lo que cuenta en su libro, y “casi sin darme cuenta”
ha salido un retrato del corazón del Papa. Se puede ver lo que Francisco tiene en
el corazón y eso ayuda a entender lo que está haciendo.
Va
a ser un Papa de más sorpresas, concluye Javier. Bajo su punto de vista,
Francisco seguramente va a seguir insistiendo en el ver a las personas en toda
su dignidad, y no como instrumentos. Seguirá hablando de la honradez en los
pequeños gestos cotidianos. Y
probablemente siga mostrando su preocupación por la “globalización de la
indiferencia”.