CANCIÓN 35
Esposa
Gocémonos,
Amado,
y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al
collado,
do mana el
agua pura;
entremos más adentro en la espesura.
DECLARACIÓN
1. Ya que está hecha la perfecta unión de amor entre el alma y Dios, quiérese emplear el alma y
ejercitar en las propiedades que tiene el amor, y así, ella es la que habla en esta
canción con el Esposo, pidiéndole tres cosas que son propias del amor. La
primera, querer recibir el gozo y sabor del amor, y ésa le pide
cuando dice: Gocémonos, Amado. La segunda es desear
hacerse semejante al Amado, y ésta le pide
cuando dice: Vámonos a ver
en tu hermosura. Y la tercera es escudriñar y saber
las cosas y secretos del mismo Amado, y ésta le pide cuando dice: Entremos más adentro en la espesura. Síguese el verso:
Gocémonos,
Amado,
2. es a
saber: en la comunicación de dulzura de amor, no sólo en la que ya tenemos en la ordinaria junta y unión de los dos, mas en la que redunda en el ejercicio
de amar afectiva y actualmente, ahora interiormente con la voluntad en actos de
afición, ahora exteriormente haciendo obras pertenecientes al servicio del
Amado. Porque, como habemos dicho, esto tiene el amor donde hizo asiento, que
siempre se quiere andar saboreando en sus gozos y dulzuras, que son el
ejercicio de amar interior y exteriormente, como habemos dicho; todo lo cual
hace por hacerse más semejante al Amado. Y así, dice luego:
Y vámonos a ver en tu hermosura.
3. Que quiere
decir: hagamos de manera que por medio de este ejercicio de amor ya dicho lleguemos a vernos en tu hermosura, esto es: que
seamos semejantes en hermosura, y sea tu hermosura de manera que, mirando el uno al otro, se parezca a ti en tu
hermosura, y se vea en tu hermosura, lo cual será transformándome a mí en tu hermosura; y así te veré yo a ti en tu hermosura,
y tú a mí en tu
hermosura; y tú te verás en mí en tu
hermosura, y yo me veré en ti en tu hermosura; y así parezca yo tú en tu hermosura y parezcas tú yo en tu hermosura, y mi hermosura sea tu
hermosura, y tu hermosura mi hermosura; y seré yo tú en tu hermosura, y serás tú yo en tu hermosura, porque tu hermosura misma será mi hermosura.
Esta es la adopción de los hijos de Dios, que de veras dirán a Dios lo que el mismo Hijo
dijo por san Juan (Jn 17, 10) al Eterno Padre, diciendo: Omnia mea tua sunt, et
tua mea sunt, que quiere decir: Padre, todas mis cosas son tuyas, y tus cosas
son mías. El por esencia, por ser Hijo
natural, nosotros por participación, por ser hijos adoptivos. Y así lo dijo él, no sólo por sí, que era la cabeza, sino por todo su cuerpo místico, que es la Iglesia.
Al monte o al
collado.
4. Esto es: a
la noticia matutinal (que llaman los teólogos), que
es conocimiento en el Verbo divino, que aquí entiende por
el monte, porque el Verbo es altísima sabiduría esencial de
Dios; o vámonos a la noticia vespertina, que es sabiduría de Dios en sus criaturas y obras y admirables ordenaciones, la cual aquí es
significada por el collado, el cual es más bajo que el monte.
En decir,
pues, el alma vámonos a ver en tu hermosura al
monte, es decir: aseméjame e infórmame en la
hermosura de la Sabiduría divina, que, como decimos, es el Hijo de Dios. Y en decir: vámonos al
collado, es pedir la informe también de su sabiduría y misterios en sus criaturas y obras, que también es hermosura en que se desea
el alma ver ilustrada. No puede verse en la hermosura de Dios el alma y
parecerse a él en ella si
no es transformándose en la Sabiduría de Dios,
en que lo de arriba se ve y se posee. Por eso desea ir al monte o al collado,
5. Quiere
decir: donde se da la noticia y sabiduría de Dios
(que aquí llama agua pura) al entendimiento, limpia y desnuda de accidentes y
fantasías, y clara,
sin tinieblas de ignorancia. Este apetito tiene siempre el
alma de entender clara y puramente las verdades divinas; y cuanto más ama, más adentro de ellas apetece entrar; y por eso pide lo
tercero, diciendo:
Entremos más adentro en la espesura.
6.
En la espesura de tus maravillosas obras y profundos
juicios, cuya multitud es tanta y de tantas diferencias, que se puede llamar
espesura; porque en ellos hay sabiduría abundante y
tan llena de misterios, que no sólo la
podemos llamar espesa, mas aún cuajada, según lo dice David (Sal. 67, 16), diciendo: Mons Dei, mons
pinguis, mons coagulatus, mons pinguis, que quiere
decir: El monte de Dios es monte grueso y monte cuajado. Y esta espesura de
sabiduría y ciencia de Dios es tan profunda
e inmensa, que, aunque más el alma sepa de ella, siempre
puede entrar más adentro, por cuanto es inmensa y
sus riquezas incomprehensibles, según exclama san Pablo (Rm. 11, 33),
diciendo: (Oh alteza de riquezas de sabiduría y ciencia
de Dios, cuán incomprehensibles son sus
juicios, e incomprehensibles sus vías!
7.
Pero el alma en esta espesura e
incomprehensibilidad de juicios y vías desea entrar, porque muere
en deseo de entrar en el conocimiento de ellos muy adentro; porque el conocer
en ellos es deleite inestimable que excede todo sentido. De donde hablando
David (Sal. 18 10-12) del sabor de ellos, dijo así: Judicia
Domini vera, iustificata in semetipsa, desiderabilia super aurum, et lapidem pretiosum multum,
dulciora super mel et favum; nam et servus tuus dilexit ea, que quiere decir:
Los juicios de Dios son verdaderos y en sí mismos
tienen justicia; son más deseables y codiciados que el
oro y que la preciosa piedra de grande estima; y son dulces sobre la miel y el panal, tanto que tu siervo los
amó y guardó.
Y por eso
en gran manera desea el alma engolfarse en estos juicios y conocer más adentro en
ellos, y a trueque de esto le sería grande
consuelo y alegría entrar por
todos los aprietos y trabajos del mundo, y por todo aquello que le pudiese ser medio para
esto, por dificultoso y penoso que fuese.
8.
Y así se entiende también en este
verso la espesura de los trabajos y tribulaciones, en la cual desea el
alma también entrar
cuando dice: Entremos más adentro en la espesura, es a saber, de trabajos y aprietos, por cuanto
son medio para entrar en la espesura de la deleitable sabiduría de Dios; porque el más puro
padecer trae y acarrea más puro entender, y, por consiguiente, más puro y subido gozar, por ser
de más adentro.
Por tanto, no se contentando con cualquiera manera de
padecer, dice: Entremos más adentro en la espesura. De donde Job (Jb 6, 8), deseando este padecer,
dijo: Quis det ut veniat petitio mea, et quod expecto tribuat
mihi Deus? et qui coepit, ipse me conterat, solvat manum suam et
succidat me? et haec mihi sit consolatio, ut affligens me dolore, non parcat
mihi?, que quiere decir: ¿Quién dará que mi petición se cumpla, y que Dios me dé lo que
espero, y el que me comenzó, ese me desmenuce, y desate su mano y me acabe, y
tenga yo esta consolación, que afligiéndome con dolor no me perdone ni de alivio?
9. ¡Oh, si se acabase ya de
entender cómo no se puede llegar a la
espesura de sabiduría y riquezas de Dios, si no es entrando en la espesura del padecer de muchas
maneras, poniendo en eso el alma su
consolación y deseo! ¡Y cómo el alma
que de veras desea sabiduría, desea primero de veras entrar más adentro en la espesura de la
cruz, que es el camino de la vida, por que pocos entran! (Mt. 7, 14).
Porque desear entrar en espesura de sabiduría y riquezas
y regalos de Dios es de todos; mas desear
entrar en la espesura de trabajos y dolores por el Hijo de Dios, es de pocos, así como muchos
se querrían ver en el
término, sin
pasar por el camino y medio a él.
Fuente: Portal Carmelitano