Laicos que intentan vivir
en la contemplación y hacen de su vida diaria un oasis de espiritualidad
La Fraternidad de Laicos
Camaldulenses de Montecorona nació en el 2008 y desde entonces intenta ayudar en
todo lo que pueden a los camaldulenses, eremitas que viven de manera
contemplativa en oración y soledad. Pero además de vivir su espíritu y su
manera de ver el mundo, sus miembros también quieren ser contemplativos en el
mundo real.
Javier Onrubia es el fundador
de esta Fraternidad y en El
Espejo de COPE explica
cómo conocieron a estos religiosos-eremitas, cómo se enamoraron de su manera de
vivir, cómo intentan ayudarles y cómo viven la contemplación con su familia,
amigos y compañeros de trabajo. Es
posible trabajar, tener familia y además ser contemplativo… Es posible.
Lo que nos une a todos es el
amor a la congregación de eremitas camaldulenses de Montecorona y la
aspiración a vivir en medio de nuestras condiciones particulares la
espiritualidad de estos eremitas, que puede concretarse en el silencio, la
soledad, la lectura espiritual y llevar una vida en clave contemplativa.
Tratamos de descodificar
todos y cada uno de los acontecimientos que ocurren a nuestro alrededor a la
luz de la palabra de Dios.
¿Cómo fue la primera visita que hicisteis a la Camáldula? ¿Cómo os
encontráis con estos hombres? ¿Cómo es su mirada?
En 1978 coordiné la fundación
de las juventudes de Claustros necesitados, con el padre Gerardo Escudero
(sigue existiendo y hace una labor extraordinaria) y ahí conocí que existía una
cosa que se llamaba el Yermo Camaldulense.
El Yermo es como llaman los eremitas camaldulenses a sus
monasterios. Existía en España, en Burgos, en Miranda de Ebro. En aquella
época era muy difícil contactar con ellos por problemas de teléfono y porque
era una comunidad de ermitaños muy mayores y había muy poquitos españoles.
Aunque parezca mentira yo estuve 30 años detrás de ellos… para
poder ir a visitarles aunque fuera una semana. Había unos días de visita en los que podías estar dos horas, pero
ir de Madrid a Miranda de Ebro para estar dos horas…
Hace 30 años se me despertó el interés en conocerlos y por fin en
2008 pudo ser posible el ir a verlos… la comunidad comenzó a
rejuvenecerse, había eremitas españoles y ya pudimos hablar con ellos por teléfono.
En el 2008 fue posible ir, fuimos un grupo de personas (fundadores
de la Fraternidad) y después de numerosas visitas decidimos que había que hacer
algo para ayudarles y dar a conocer su vocación.Pero sobretodo ayudarnos a
nosotros mismos porque lo que vimos allí nos impactó muchísimo y nos cambió.
¿Cómo podemos ayudarles? ¿Qué podemos hacer nosotros?
En primer lugar rezar para que perseveren en su vocación, porque es una vocación que hace muchísima falta en la Iglesia: la
de los eremitas, los superespecialistas de
la vida contemplativa.
En segundo lugar se les puede
ayudar, por ejemplo, visitándoles y comprando miel de sus colmenas o los
rosarios que ellos hacen.
También hay un libro que han
editado, Escondidos con Cristo en Dios,
en el que cada página es una fotografía con un texto para la meditación.
Por primera vez puede verse
el interior de la clausura de los eremitas camaldulenses y como es una celda.
Ellos tienen la característica de que no viven en celdas en un claustro, sino
que viven en “casitas” independientes una de
otra.
En cada una tienen una
pequeña capilla, el dormitorio, la sala donde estudian, comen y trabajan y
luego el cuerpo de baño y su huerto. Por primera vez puede verse esta casita.
Se pueden pedir estas cosas y ayudar con el correo:frat.laicoscamaldulenses@gmail.com
¿Qué se aprende de ellos? ¿Los que no podemos vivir en un
monasterio tenemos que renunciar a ser contemplativos?
En absoluto. Nosotros
partimos de la base de que cualquier
bautizado está llamado no solamente a la santidad, sino que lleva el germen de
la vida contemplativa.
La vida contemplativa para
cualquier bautizado, para cualquier cristiano de “a pié” es simplemente
descodificar la realidad a la luz de la Palabra. A eso estamos todos llamados.
Por supuesto que hay
especialistas y superespecialistas en la vida contemplativa, que son aquellas
personas que se retiran a un monasterio por una vocación muy especial, pero los
que estamos casados, tenemos hijos o estamos solteros, jóvenes o mayores también podemos vivir esa vida
contemplativa en medio del mundo.
Proponéis cinco pasos: Oración, meditación, lecturas, silencio y soledad.
Dime ¿como se puede hacer esto en nuestra vida cotidiana?
Yo te puedo hablar de mi
experiencia personal. Vivo a las afueras de Madrid y para ir a trabajar tengo
que tomar el cercanías. Aprovecho
el cercanías para hacer la lectura espiritual.
Siempre a lo largo del día
procuro tener un ratito de silencio y de soledad para el Señor. Puede ser en un
parque, puede ser en un ratito de descanso en el despacho donde trabajo o puede
ser cuando voy a por el tren, o en casa.
Es una cuestión de prioridades, qué prioridades tienes tú en la
vida. Si tú buscas ese silencio, esa soledad, ese momento de recogimiento, ese
tiempo para lectura creo que se puede conseguir y alcanzar.
Evidentemente el clima
adecuado es el de estar en una clausura, tener un horario determinado y vivir
para eso, pero los que tenemos que vivir para otras realidades no tenemos que
renunciar a ello.
Y en el mundo, con la gente… danos algún ejemplo, ¿Cómo podemos
vivir esta contemplación junto al otro?
Hay una visión tópica de que la vida contemplativa significa
encerrarse en tu torre de marfil, renunciar a relacionarte con los demás y
vivir tranquilamente.No, en absoluto.
Lo primero que aprendes
cuando la vida contemplativa te rodea es que el
producto de la contemplación tienes que compartirlo.
Ahora en el año de la
Misericordia, por ejemplo, el Papa Francisco nos recuerda los deberes para el
ejercicio de la misericordia y son fruto de la contemplación.
Para nosotros el fruto de
cualquier actividad, de cualquier tipo de trabajo apostólico, político o
sindical tienen que nacer en la contemplación. La contemplación para nosotros es el
motor principal y eso hay que cuidarlo.
Es una necesidad que hay que
compartir con los demás. Los
camaldulenses suelen decir que ellos son solitarios, pero solidarios.
Ellos se acuerdan de todas y
cada una de las necesidades que está pasando el mundo, la sociedad, la crisis
económica, la corrupción… ellos lo saben, rezan y si va a haber una solución,
aparte del trabajo práctico va a venir también de la oración.
Fuente: Aleteia