¿Conoces todas estas devociones? ¿Cuál es tu
favorita?
La Iglesia intenta
santificar el año entero celebrando cada día a los santos del día, o las
fiestas y solemnidades especiales. Pero también a cada mes del año la Iglesia
dedica una devoción particular. La elección de esa devoción mensual es hecha en
base a algún acontecimiento histórico o alguna celebración litúrgica especial.
Estas devociones
surgieron espontáneamente a lo largo de la vida de la Iglesia, y no siempre es
posible determinar exactamente la fecha y el lugar de origen. Y esto puede
cambiar de un país a otro, dentro de la unidad de la Iglesia respetando la
saludable diversidad; especialmente las diferencias culturales del Occidente y
del Oriente católicos.
En el libro “Oraciones de todos los tiempos de la
Iglesia” (Ed. Cléofas, 1998) puedes encontrar oraciones para todas estas
devociones.
Conoce algunas de ellas:
En enero, la
devoción está dedicada al Santísimo Nombre de Jesús, porque ocho días después
de Navidad, san José lo circuncidó dándole el sagrado nombre. La Iglesia
celebra ocho días después de Navidad, el 2 de enero, de acuerdo con el
“Directorio de la Liturgia” de la Conferencia Episcopal Brasileña, la fiesta
del Santísimo Nombre de Jesús. El ángel le dijo a María: “No temas, María,
porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a
dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús” (Lc 1, 30-31). A causa de
las fiestas en enero que pertenecen a la infancia de Cristo, enero también se
ha vuelto el mes dedicado a la santa infancia de Jesús.
Febrero es el mes de la Sagrada Familia porque después
de las celebraciones de Navidad, la Iglesia la venera. Fue en la Sagrada
Familia que Jesús vivió toda su vida antes de comenzar su vida pública para la
salvación de la humanidad. Ahí, él aprendió las cosas santas, trabajó con manos
humanas, obedeció a sus padres y se preparó para la gran misión. Mirando la
Sagrada Familia la Iglesia desea que las parejas y los hijos aprendan a vivir
según la voluntad de Dios. “El mundo sería mucho mejor si la Navidad no fuera
un día, si las madres fueran María y los padres fueran José”. Aunque el inicio
de la Cuaresma cambie de acuerdo con el calendario civil, una buena parte de
febrero nos da espacio de tiempo entre las celebraciones de Navidad y una mayor
atención a la vida pública y el ministerio de Jesús, que se lleva a cabo en la
Cuaresma.
Marzo es el mes de la devoción a san José, porque su fiesta
mayor es el día 19 de marzo: san José, el esposo de la Virgen; el hombre justo
que tuvo la honra y la gloria de ser escogido por Dios para se el padre
adoptivo de su hijo hecho hombre.
Le tocó a José darle el
nombre de Jesús. En este mes la Iglesia nos invita a mirar este modelo de padre
amoroso, esposo fiel y casto, trabajador dedicado, listo a hacer, sin demora la
voluntad de Dios. La Iglesia le rinde culto de “protodulia” (primera
veneración).
Existen muchas oraciones
dedicadas a san José, la letanía en su honor, el tercio de san José, etc..
Santa Teresa de Ávila dijo que siempre que le pedía algo a san José, en una de
sus fiestas (19 de marzo o 1 de mayo), nunca dejó de ser escuchada. Todos sus
Carmelos reformados tuvieron el nombre de san José.
El mes de abril está
dedicado a la Eucaristía y al Divino Espíritu Santo. Casi siempre el día de
Pascua cae en abril; e incluso cuando cae en marzo, el periodo pascual de 40
días continúa en abril. La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia.
Ella es el sacrificio de Cristo que se actualiza (se vuelve presente) en el
altar, en la celebración de la misa; y alimento (banquete) del cordero que se
da como alimento espiritual. Es la mayor prueba de amor de Jesús con nosotros.
Además de la misa, Él permanece en estado de víctima ofrecida permanentemente
al Padre en nuestros sagrarios, para ayudarnos en todas las necesidades y estar
siempre con nosotros. “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los
amó hasta el extremo” (Jn 13,1).
Mayo es el mes de la Virgen María porque está lleno
de sus fiestas: 13 de mayo (Nuestra Señora de Fátima), La Visitación (31 de
mayo); y por ser la Madre de Dios y nuestra, el mundo cristiano conmemora el
día de las madres el segundo domingo de mayo, (en algunos países el día 10)
rogándole que defienda, proteja y auxilie a todas las madres en su difícil
misión. La devoción a la Virgen María quiere destacar el papel fundamental de
ella de mediadora de todas las gracias, intercesora permanente del pueblo de
Dios, modelo para las madres cristianas, pura y santa, siempre lista y
dispuesta a hacer la voluntad de Dios. Es el mes por excelencia para que las
novias se casen y se consagren en sus bodas a Ella, es el mes de rezar el
Rosario y su bella letanía lauretana.
Junio es el mes del Sagrado Corazón de Jesús. Una devoción
que comenzó alrededor del año 1620 cuando Jesús se la pidió a santa Margarita
María Alacoque. Fue extendida en el mundo por san Claudio de La Colombiere, que
era director espiritual de la santa. Era un tiempo en que había una peligrosa
herejía llamada jansenismo, que impedía a los católicos comulgar con frecuencia
e inculcaba miedo de Dios a la personas. La devoción al Sagrado Corazón muestra
a un Jesús humano, misericordioso, listo a perdonar como el Padre al hijo
pródigo; y que anima a la participación de la Adoración a la Eucaristía y a
recibir la comunión el primer viernes de cada mes. Conocemos la bella letanía
del Sagrado Corazón de Jesús e innumerables oraciones compuestas por los
santos.
Julio está dedicado a la Preciosa Sangre de Nuestro
Señor; y la fiesta específica es el primer domingo del mes. La Sangre de Jesús
es el “precio de nuestra salvación”. La piedad cristiana siempre manifestó, a
través de los siglos, especial devoción a la Sangre de Cristo derramado para la
remisión de los pecados de todo el género humano, y atravesando la historia
hasta el día de hoy con su presencia real en el sacramento de la Eucaristía. El
Papa Juan Pablo II, en su carta apostólica “Angelus Domini”, subrayó
la invitación de Juan XXIII sobre el valor infinito de esa Sangre, de la cual
“un sola gota puede salvar al mundo entero de cualquier culpa”.
Agosto es el mes dedicado a las vocaciones en Brasil.
En cada semana del mes la Iglesia enfatiza una modalidad de ellas: la vocación
sacerdotal, matrimonial, religiosa y la de los laicos. La vocación define la
vida religiosa de la persona, y es dada por Dios a cada uno. En su bondad y
sabiduría, Dios distribuye sus dones a cada uno como le complace; lo importante
es que cada uno descubra su vocación, y en ella se realice haciendo el bien a
todos. Especialmente es tiempo de que los jóvenes recen pidiendo a Dios el
discernimiento para el camino a seguir. De modo especial los laicos deben
asumir su misión en el mundo, como “sal de la tierra y luz del mundo”; fieles a
las enseñanzas de la Iglesia, llevando el Evangelio a todas las realidades
temporales.
Septiembre en Brasil es el mes de la Biblia, con la
finalidad de que el pueblo católico se acerque más a ella, la lea y medite, la
conozca y profundice en sus conocimientos bíblicos, promoviendo cursos
bíblicos, etc. No sin razón es que san Pedro dijo: “Pero, ante todo, tened
presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por cuenta
propia; porque nunca profecía alguna ha venido por voluntad humana, sino que hombres
movidos por el Espíritu Santo, han hablado de parte de Dios” (2P 1,20-21). La
Carta a los Hebreos nos recuerda que “ciertamente, es viva la Palabra de Dios y
eficaz, y más cortante que espada alguna de dos filos. Penetra hasta las
fronteras entre el alma y el espíritu, hasta las junturas y médulas; y escruta
los sentimientos y pensamientos del corazón” (Hb 4,12).
Octubre es el mes del Rosario y de las misiones. Del
Rosario porque la Europa cristiana se vio libre de la amenaza musulmana que
quería destruir el cristianismo, en el año 1571; pero fueron vencidos por las
fuerzas cristianas en la Batalla de Lepanto, en el mar de Grecia. El Papa san
Pío V pidió a los ejércitos cristianos que llevaran el “arma del Rosario”. Como
la gran y milagrosa victoria se dio el día 7 de octubre, el papa instituyó en
este día la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. El mes de las misiones es una
devoción para estimular aún más la misión evangelizadora que Cristo confió a la
Iglesia. Mandó que sus discípulos fueran por todo el mundo, predicando el
Evangelio y bautizando a todos.
Noviembre es el mes dedicado a las almas del purgatorio. El Día
de Muertos, 2 de noviembre, está dedicado a las oraciones por todos los fieles
difuntos. El Papa Pablo VI, en la “Constitución de las Indulgencias”, de 1967,
estableció indulgencias parciales y plenarias para las almas del purgatorio, y
determinó la semana del 1 al 8 de noviembre como la semana de las almas, en que
podemos hacer que se beneficien de las indulgencias plenarias mediante una
visita al cementerio para rezar por ellas, habiéndose confesado, comulgando y
rezando por el papa (padrenuestro, ave maría, gloria al padre). Las almas, por
ellas mismas no pueden conseguir su purificación; dependen de nuestras
oraciones, misas, limosnas, penitencias, etc., por ellas.
Diciembre es el mes del Adviento y de la Navidad. Son
cuatro semanas de preparación para la venida de Cristo en Navidad. Se hace una
“corona de Adviento”, encendiendo una vela cada domingo, meditando ese tiempo
de gracia. Es un tiempo propicio para la preparación espiritual y piadosa para
celebrar la Navidad y también la segunda y definitiva venida del Señor. Es el
tiempo del pesebre, que nos ayuda a meditar este gran misterio de la
Encarnación del Verbo, que “se hizo pobre para que nos enriqueciéramos”, como
dice san Pablo.
Fuente: Aleteia
