De otras imperfecciones que suelen tener estos
principiantes acerca del tercer vicio, que es lujuria
1. Otras muchas imperfecciones más de las que
acerca de cada vicio voy diciendo tienen muchos de estos principiantes, que por
evitar prolijidad dejo, tocando algunas de las más principales, que son como
origen y causa de las otras.
Y así, acerca de este vicio de lujuria (dejado
aparte lo que es caer en este pecado en los espirituales, pues mi intento es
tratar de las imperfecciones que se han de purgar por la noche oscura) tienen
muchas imperfecciones muchos, que se podrían llamar lujuria espiritual, no
porque así lo sea, sino porque procede de cosas espirituales.
2. La primera, proceden muchas veces del gusto que
tiene el natural en las cosas espirituales; porque, como gusta el espíritu y
sentido, con aquella recreación se mueve cada parte del hombre a deleitarse
según su porción y propiedad; porque entonces el espíritu se mueve a recreación
y gusto de Dios, que es la parte superior; y la sensualidad, que es la porción
inferior, se mueve a gusto y deleite sensual, porque no sabe ella tener y tomar
otro, y toma entonces el más conjunto a sí, que es el sensual torpe.
Y así,
acaece que el alma está en mucha oración con Dios según el espíritu, y, por
otra parte, según el sentido siente rebeliones y movimientos y actos sensuales
pasivamente, no sin harta desgana suya; lo cual muchas veces acaece en la
Comunión, que, como en este acto de amor recibe el alma alegría y regalo,
porque se le hace este Señor, pues para eso se da, la sensualidad toma también
el suyo, como habemos dicho, a su modo. Que, como, en fin, estas dos partes son
un supuesto, ordinariamente participan entrambas de lo que una recibe, cada una
a su modo; porque, como dice el Filósofo, cualquiera cosa que se recibe, está
en el recipiente al modo del mismo recipiente.
Y así en estos principios, y aun
cuando ya el alma está aprovechada, como está la sensualidad imperfecta, recibe
el espíritu de Dios con la misma imperfección muchas veces. Que, cuando esta
parte sensitiva está reformada por la purgación de la noche oscura que diremos,
ya no tiene ella estas flaquezas; porque no es ella la que recibe ya, mas antes
está recibida ella en el espíritu; y así lo tiene todo entonces al modo del
espíritu.
3. La segunda causa, de donde a veces proceden
estas rebeliones, es el demonio, que, por desquietar y turbar el alma al tiempo
que está en oración o la procura tener, procura levantar en el natural estos
movimientos torpes, con que, si al alma se le da algo de ellos, le hace harto
daño. Porque no sólo por el temor de esto aflojan en la oración, que es lo que
él pretende, por ponerse a luchar con ellos, mas algunos dejan la oración del
todo, pareciéndoles que en aquel ejercicio les acaecen más aquellas cosas que
fuera de él, como es la verdad, porque se las pone el demonio más en aquella
que en otra cosa, por que dejen el ejercicio espiritual.
Y no sólo eso, sino
que llega a representarles muy al vivo cosas muy feas y torpes, y a veces muy
conjuntamente acerca de cualesquier cosas espirituales y personas que
aprovechan sus almas, para aterrarlas y acobardarlas; de manera, que los que de
ello hacen caso, aun no se atreven a mirar nada ni poner la consideración en
nada, porque luego tropiezan en aquello.
Y esto en los que son tocados de melancolía acaece
con tanta eficacia y frecuencia, que es de haberlos lástima grande, porque
padecen vida triste, porque llega a tanto en algunas personas este trabajo
cuando tienen este mal humor, que les parece claro que sienten tener consigo
acceso el demonio, sin ser libres para poderlo evitar, aunque algunas personas
de éstas puedan evitar el tal acceso con gran fuerza y trabajo. Cuando estas
cosas torpes acaecen a los tales por medio de la melancolía, ordinariamente no
se libran de ellas hasta que sanan de aquella calidad de humor, si no es que
entrase en la noche oscura el alma, que la priva sucesivamente de todo.
4. El tercer origen, de donde suelen proceder y
hacer guerra estos movimientos torpes, suele ser el temor que ya tienen cobrado
estos tales a estos movimientos y representaciones torpes; porque el temor que
les da la súbita memoria en lo que ven o tratan o piensan, les hace padecer
estos actos sin culpa suya.
5. Hay también algunas almas, de naturales tan
tiernos y deleznables, que, en viniéndoles cualquier gusto de espíritu o de
oración, luego es con ellos el espíritu de la lujuria, que de tal manera les
embriaga y regala la sensualidad, que se hallan como engolfados en aquel jugo y
gusto de este vicio; y dura lo uno con lo otro pasivamente; y algunas veces
echan de ver haber sucedido algunos torpes y rebeldes actos. La causa es que,
como estos naturales sean, como digo, deleznables y tiernos, con cualquier
alteración se les remueven los humores y la sangre, y suceden de aquí estos
movimientos; porque a éstos lo mismo les acaece cuando se encienden en ira o
tienen algún alboroto o pena.
6. Algunas veces también en estos espirituales, así
en hablar como en obrar cosas espirituales, se levanta cierto brío y gallardía
con memoria de las personas que tienen delante, y tratan con alguna manera de
vano gusto; lo cual nace también de lujuria espiritual, al modo que aquí la
entendemos; lo cual ordinariamente viene con complacencia en la voluntad.
7. Cobran algunos de éstos aficiones con algunas
personas por vía espiritual, que muchas veces nacen de lujuria, y no de
espíritu; lo cual se conoce ser así cuando, con la memoria de aquella afición,
no crece más la memoria y amor de Dios, sino remordimiento en la conciencia.
Porque, cuando la afición es puramente espiritual, creciendo ella, crece la de
Dios, y cuanto más se acuerda de ella, tanto más se acuerda de Dios y le da
gana de Dios, y creciendo en lo uno crece en lo otro; porque eso tiene el
espíritu de Dios, que lo bueno aumenta con lo bueno, por cuanto hay semejanza y
conformidad.
Pero cuando el tal amor nace del dicho vicio sensual, tiene los
efectos contrarios; porque cuanto más crece lo uno, tanto más decrece lo otro y
la memoria juntamente; porque, si crece aquel amor, luego verá que se va
resfriando en el de Dios y olvidándose de él con aquella memoria y algún
remordimiento en la conciencia; y, por el contrario, si crece el amor de Dios
en el alma, se va resfriando en el otro y olvidándole, porque, como son
contrarios amores, no sólo no ayuda el uno al otro, mas antes el que predomina
apaga y confunde el otro y se fortalece en sí mismo, como dicen los filósofos.
Por lo cual dijo nuestro Salvador en el Evangelio (Jn. 3, 6) que lo que nace de
carne, es carne, y lo que nace de espíritu, es espíritu, esto es: el amor que
nace de sensualidad, para en sensualidad, y el que de espíritu, para en
espíritu de Dios y hácele crecer. Y ésta es la diferencia que hay entre los dos
amores para conocerlos.
8. Cuando el alma entrare en la noche oscura, todos
estos amores pone en razón; porque al uno fortalece y purifica, que es el que
es según Dios, y al otro quita y acaba; y, al principio a entrambos los hace
perder de vista, como después se dirá.
Fuente: Mercaba
