Declara los grandes deseos que tiene la
esposa de sufrir mucho por Dios y por el prójimo y los frutos abundantes que
dan en la Iglesia estas almas favorecidas de la unión divina y desasidas del propio
interés.
1. ¡Oh qué lenguaje tan divino éste para mi propósito!
¡Cómo, Esposa santa!, ¿mátaos la suavidad? Porque, según he sabido, algunas
veces parece que es tan excesiva, que deshace el alma de manera que no parece
ya que la hay para vivir.
Y ¿pedís flores? ¿Qué flores serán éstas? Porque éste
no es remedio, salvo si no le pedís para acabar ya de morir; que, a la verdad,
no se desea cosa más cuando el alma llega aquí. Mas no viene bien, porque dice:
Sostenedme con flores. Y el sostener no me parece que es pedir la muerte, sino
con la vida querer servir en algo a quien tanto ve que debe.
3. Aquí el alma no querría salir de allí, ni le sería
penoso, sino grande contentamiento, que eso es lo que desea. Y ¡cuán dichosa
muerte sería a manos de este amor!, sino que algunas veces dale Su Majestad luz
de que es bien que viva, y ella ve no lo podrá su natural flaco sufrir si mucho
dura aquel bien, y pídele otro bien para salir de aquel tan grandísimo, y así
dice: Sostenedme con flores.
De otro olor son esas flores que las que acá olemos.
Entiendo yo aquí que pide hacer grandes obras en servicio de nuestro Señor y
del prójimo, y por esto huelga de perder aquel deleite y contento; que aunque
es vida más activa que contemplativa y parece perderá si le concede esta
petición, cuando el alma está en este estado, nunca dejan de obrar casi juntas
Marta y María; porque en lo activo y que parece exterior, obra lo interior, y
cuando las obras activas salen de esta raíz, son admirables y olorosísimas
flores; porque proceden de este árbol de amor de Dios y por sólo El, sin ningún
interés propio, y extiéndese el olor de estas flores para aprovechar a muchos,
y es olor que dura, no pasa presto, sino que hace gran operación.
4. Quiérome declarar más, porque lo entendáis. Predica uno
un sermón con intento de aprovechar las almas; mas no está tan desasido de
provechos humanos, que no lleva alguna pretensión de contentar, o por ganar
honra o crédito, o que si está puesto a llevar alguna canonjía por predicar
bien. Así son otras cosas que hacen en provecho de los prójimos, muchas, y con
buena intención, mas con mucho aviso de no perder por ellas ni descontentar.
Temen persecución; quieren tener gratos los reyes y señores y el pueblo; van
con la discreción que el mundo tanto honra. Esta es la amparadora de hartas
imperfecciones, porque le ponen nombre de discreción, y plega al Señor que lo
sea.
5. Estos servirán a Su Majestad y aprovechan mucho; mas no
son así las obras que pide la Esposa, a mi parecer, y las flores, sino un mirar
a sola honra y gloria de Dios en todo. Que verdaderamente a las almas que el
Señor llega aquí, según he entendido de algunas, creo no se acuerdan más de sí
que si no fuesen para ver si perderán o ganarán; sólo miran al servir y
contentar al Señor. Y porque saben el amor que tiene a sus criados, gustan de
dejar su sabor y bien, por contentarle en servirlas y decirlas las verdades,
para que se aprovechen sus almas, por el mejor término que pueden; ni se acuerdan,
como digo, si perderán ellos, la ganancia de sus prójimos tienen presente, no
más. Por contentar más a Dios, se olvidan a sí por ellos, y pierden las idas en
la demanda, como hicieron muchos mártires, y envueltas sus palabras en este tan
subido amor de Dios, emborrachadas de aquel vino celestial, no se acuerdan; y
si se acuerdan, no se les da nada descontentar a los hombres. Estos tales
aprovechan mucho.
6. Acuérdome ahora lo que muchas veces he pensado de aquella
santa Samaritana, qué herida debía de estar de esta hierba, y cuán bien habían
rendido en su corazón las palabras del Señor, pues deja al mismo Señor que
ganen y se aprovechen los de su pueblo, que da bien a entender esto que voy
diciendo; y en pago de esta tan gran caridad, mereció ser creída, y ver el gran
bien que hizo nuestro Señor en aquel pueblo (2).
Paréceme que debe ser uno de los grandísimos consuelos que
hay en la tierra, ver uno almas aprovechadas por medio suyo. Entonces me parece
se come el fruto gustosísimo de estas flores. Dichosos a los que el Señor hace
estas mercedes; bien obligados están a servirle. Iba esta santa mujer con
aquella borrachez divina dando gritos por las calles.
Lo que me espanta a mí es ver cómo la creyeron, una mujer, y
no debía ser de mucha suerte (3), pues iba por agua; de mucha humildad, sí,
pues cuando el Señor le dice sus faltas, no se agravió (como lo hace ahora el
mundo, que son malas de sufrir las verdades), sino díjole que debía ser
profeta. En fin, le dieron crédito, y por solo su dicho salió gran gente de la
ciudad al Señor.
7. Así digo que aprovechan mucho los que, después de estar
hablando con Su Majestad algunos años, ya que reciben regalos y deleites suyos,
no quieren dejar de servir en las cosas penosas, aunque se estorben estos
deleites y contentos. Digo que estas flores y obras salidas y producidas de
árbol de tan hirviente amor, dura su olor mucho más, y aprovecha más un alma de
éstas con sus palabras y obras, que muchos que las hagan con el polvo de
nuestra sensualidad y con algún interés propio.
8. De éstas produce la fruta; (4) éstas son las manzanas que
dice luego la Esposa: Acompañadme de manzanas. Dadme, Señor, trabajos, dadme
persecuciones y verdaderamente lo desea, y aun sale bien de ellos; porque, como
ya no mira su contento sino el contentar a Dios, su gusto es en imitar en algo
la vida trabajosísima que Cristo vivió.
Entiendo yo por el manzano, el árbol de la Cruz, porque dijo
en otro cabo en los Cantares: Debajo del árbol manzano te resucite; (5) y un
alma que está rodeada de cruces, de trabajos y persecuciones, gran remedio es
para no estar tan ordinario en el deleite de la contemplación. Tiénele grande
en padecer, mas no la consume y gasta la virtud, como lo debe hacer, si es muy
ordinario, esta suspensión de las potencias en la contemplación. Y también
tiene razón de pedir esto, que no ha de ser siempre gozar sin servir y trabajar
en algo. Yo lo miro con advertencia en algunas personas (que muchas no las hay
por nuestros pecados), que mientras más adelante están en esta oración y regalos
de nuestro Señor, más acuden a las necesidades de los prójimos, en especial a
las de las ánimas que por sacar una de pecado mortal, parece darían muchas
vidas, como dije al principio.
9. ¿Quién hará creer esto a las que comienza nuestro Señor a
dar regalos? Sino que quizá les parecerá traen estotros la vida mal aprovechada
y que estarse en su rincón gozando de esto, es lo que hace al caso. Es
providencia del Señor, a mi parecer, no entender éstos adónde llegan estotras
almas porque con el hervor de los principios querrían luego dar salto hasta
allí, y no les conviene; porque aún no están criadas, sino que es menester que
se sustenten más días con la leche que dije al principio (6).
Esténse cabe
aquellos divinos pechos, que el Señor tendrá cuidado, cuando estén ya con
fuerzas, de sacarlas a más, porque no harían el provecho que piensan, antes se
le dañarían a sí. Y porque en el libro que os he dicho (7) hallaréis cuándo ha
un alma desear salir a aprovechar a otros y el peligro que es salir antes de
tiempo muy por menudo, no lo quiero decir aquí, ni alargarme más en esto; pues
mi intento fue cuando lo comencé, daros a entender cómo podéis regalaros,
cuando oyereis algunas palabras de los Cánticos, y pensar, aunque son a
entender vuestro oscuras, los grandes misterios que hay en ellas, y alargarme
más sería atrevimiento.
10. Plega al Señor no lo haya sido lo que he dicho, aunque
ha sido por obedecer a quien me lo ha mandado. Sírvase Su Majestad de todo, que
si algo bueno va aquí, bien creeréis que no es mío; pues ven las hermanas que
están conmigo con la prisa que lo he escrito, por las muchas ocupaciones.
Suplicad a Su Majestad que yo lo entienda por experiencia. A la que le
pareciere que tiene algo de esto, alabe a nuestro Señor y pídale esto postrero,
porque no sea para sí la ganancia.
Plega nuestro Señor nos tenga de su mano, y enseñe siempre a
cumplir su voluntad, amén (8).
NOTAS AL CAPÍTULO 7
El ms. de
Consuegra lo titula: "Capítulo que declara otras palabras (de) la Esposa,
y dice otros efectos que hace el buen espíritu".
1 Se
refiere al éxtasis de Salamanca (1571), al oír el canto "Véante mis
ojos". Cf. Moradas VI, c. 11, n. 8, y Relación 15.
2 Cg. Jn
c. 4.
3 O sea,
de fortuna o calidad.
4 Gracián
editó: De estas procede la fuerza. - En la frase siguiente (así como en el c.
6, n. 13) el ms. de Alba copia manzanos.
5 Cant.
8, 5.
6 Véase
el c. 4, nn. 4-5.
7 Alude
probablemente a Vida c. 13, nn. 8-10. - Cf. c. 5, n. 6, nota 9.
8 En el
ms. de Alba escribió su censura favorable el P. Báñez: "Visto he con
atención estos cuatro cuadernillos, que entre todos tienen ocho pliegos y
medio, y no he hallado cosa que sea mala doctrina, sino antes buena y
provechosa. - En el Colegio de S. Gregorio de Valladolid, 10 de junio 1575.
Fray Domingo Báñes".
Fuente: Mercaba