SANTA TERESA: "LOS CONCEPTOS DEL AMOR DE DIOS" (Capítulo 7)

Declara los grandes deseos que tiene la esposa de sufrir mucho por Dios y por el prójimo y los frutos abundantes que dan en la Iglesia estas almas favorecidas de la unión divina y  desasidas del propio interés.

1. ¡Oh qué lenguaje tan divino éste para mi propósito! ¡Cómo, Esposa santa!, ¿mátaos la suavidad? Porque, según he sabido, algunas veces parece que es tan excesiva, que deshace el alma de manera que no parece ya que la hay para vivir. 

Y ¿pedís flores? ¿Qué flores serán éstas? Porque éste no es remedio, salvo si no le pedís para acabar ya de morir; que, a la verdad, no se desea cosa más cuando el alma llega aquí. Mas no viene bien, porque dice: Sostenedme con flores. Y el sostener no me parece que es pedir la muerte, sino con la vida querer servir en algo a quien tanto ve que debe.

2. No penséis, hijas, que es encarecimiento decir que muere, sino que, como os he dicho, pasa en hecho de verdad. Que el amor obra con tanta fuerza algunas veces, que se enseñorea de manera sobre todas las fuerzas del sujeto natural, que sé de una persona que estando en oración semejante oyó cantar una buena voz, y certifica que, a su parecer, si el canto no cesara que iba ya a salirse el alma, del gran deleite y suavidad que nuestro Señor le daba a gustar, y así proveyó Su Majestad que dejase el canto quien cantaba, que la que estaba en esta suspensión, bien se podía morir, mas no podía decir que cesase; porque todo el movimiento exterior estaba sin poder hacer operación ninguna ni bullirse, y este peligro en que se veía, se entendía bien; mas de un arte, como quien está en un sueño profundo de cosa que querría salir de ella y no puede hablar, aunque quería (1).

3. Aquí el alma no querría salir de allí, ni le sería penoso, sino grande contentamiento, que eso es lo que desea. Y ¡cuán dichosa muerte sería a manos de este amor!, sino que algunas veces dale Su Majestad luz de que es bien que viva, y ella ve no lo podrá su natural flaco sufrir si mucho dura aquel bien, y pídele otro bien para salir de aquel tan grandísimo, y así dice: Sostenedme con flores.

De otro olor son esas flores que las que acá olemos. Entiendo yo aquí que pide hacer grandes obras en servicio de nuestro Señor y del prójimo, y por esto huelga de perder aquel deleite y contento; que aunque es vida más activa que contemplativa y parece perderá si le concede esta petición, cuando el alma está en este estado, nunca dejan de obrar casi juntas Marta y María; porque en lo activo y que parece exterior, obra lo interior, y cuando las obras activas salen de esta raíz, son admirables y olorosísimas flores; porque proceden de este árbol de amor de Dios y por sólo El, sin ningún interés propio, y extiéndese el olor de estas flores para aprovechar a muchos, y es olor que dura, no pasa presto, sino que hace gran operación.

4. Quiérome declarar más, porque lo entendáis. Predica uno un sermón con intento de aprovechar las almas; mas no está tan desasido de provechos humanos, que no lleva alguna pretensión de contentar, o por ganar honra o crédito, o que si está puesto a llevar alguna canonjía por predicar bien. Así son otras cosas que hacen en provecho de los prójimos, muchas, y con buena intención, mas con mucho aviso de no perder por ellas ni descontentar. Temen persecución; quieren tener gratos los reyes y señores y el pueblo; van con la discreción que el mundo tanto honra. Esta es la amparadora de hartas imperfecciones, porque le ponen nombre de discreción, y plega al Señor que lo sea.

5. Estos servirán a Su Majestad y aprovechan mucho; mas no son así las obras que pide la Esposa, a mi parecer, y las flores, sino un mirar a sola honra y gloria de Dios en todo. Que verdaderamente a las almas que el Señor llega aquí, según he entendido de algunas, creo no se acuerdan más de sí que si no fuesen para ver si perderán o ganarán; sólo miran al servir y contentar al Señor. Y porque saben el amor que tiene a sus criados, gustan de dejar su sabor y bien, por contentarle en servirlas y decirlas las verdades, para que se aprovechen sus almas, por el mejor término que pueden; ni se acuerdan, como digo, si perderán ellos, la ganancia de sus prójimos tienen presente, no más. Por contentar más a Dios, se olvidan a sí por ellos, y pierden las idas en la demanda, como hicieron muchos mártires, y envueltas sus palabras en este tan subido amor de Dios, emborrachadas de aquel vino celestial, no se acuerdan; y si se acuerdan, no se les da nada descontentar a los hombres. Estos tales aprovechan mucho.

6. Acuérdome ahora lo que muchas veces he pensado de aquella santa Samaritana, qué herida debía de estar de esta hierba, y cuán bien habían rendido en su corazón las palabras del Señor, pues deja al mismo Señor que ganen y se aprovechen los de su pueblo, que da bien a entender esto que voy diciendo; y en pago de esta tan gran caridad, mereció ser creída, y ver el gran bien que hizo nuestro Señor en aquel pueblo (2).

Paréceme que debe ser uno de los grandísimos consuelos que hay en la tierra, ver uno almas aprovechadas por medio suyo. Entonces me parece se come el fruto gustosísimo de estas flores. Dichosos a los que el Señor hace estas mercedes; bien obligados están a servirle. Iba esta santa mujer con aquella borrachez divina dando gritos por las calles.

Lo que me espanta a mí es ver cómo la creyeron, una mujer, y no debía ser de mucha suerte (3), pues iba por agua; de mucha humildad, sí, pues cuando el Señor le dice sus faltas, no se agravió (como lo hace ahora el mundo, que son malas de sufrir las verdades), sino díjole que debía ser profeta. En fin, le dieron crédito, y por solo su dicho salió gran gente de la ciudad al Señor.

7. Así digo que aprovechan mucho los que, después de estar hablando con Su Majestad algunos años, ya que reciben regalos y deleites suyos, no quieren dejar de servir en las cosas penosas, aunque se estorben estos deleites y contentos. Digo que estas flores y obras salidas y producidas de árbol de tan hirviente amor, dura su olor mucho más, y aprovecha más un alma de éstas con sus palabras y obras, que muchos que las hagan con el polvo de nuestra sensualidad y con algún interés propio.

8. De éstas produce la fruta; (4) éstas son las manzanas que dice luego la Esposa: Acompañadme de manzanas. Dadme, Señor, trabajos, dadme persecuciones y verdaderamente lo desea, y aun sale bien de ellos; porque, como ya no mira su contento sino el contentar a Dios, su gusto es en imitar en algo la vida trabajosísima que Cristo vivió.

Entiendo yo por el manzano, el árbol de la Cruz, porque dijo en otro cabo en los Cantares: Debajo del árbol manzano te resucite; (5) y un alma que está rodeada de cruces, de trabajos y persecuciones, gran remedio es para no estar tan ordinario en el deleite de la contemplación. Tiénele grande en padecer, mas no la consume y gasta la virtud, como lo debe hacer, si es muy ordinario, esta suspensión de las potencias en la contemplación. Y también tiene razón de pedir esto, que no ha de ser siempre gozar sin servir y trabajar en algo. Yo lo miro con advertencia en algunas personas (que muchas no las hay por nuestros pecados), que mientras más adelante están en esta oración y regalos de nuestro Señor, más acuden a las necesidades de los prójimos, en especial a las de las ánimas que por sacar una de pecado mortal, parece darían muchas vidas, como dije al principio.

9. ¿Quién hará creer esto a las que comienza nuestro Señor a dar regalos? Sino que quizá les parecerá traen estotros la vida mal aprovechada y que estarse en su rincón gozando de esto, es lo que hace al caso. Es providencia del Señor, a mi parecer, no entender éstos adónde llegan estotras almas porque con el hervor de los principios querrían luego dar salto hasta allí, y no les conviene; porque aún no están criadas, sino que es menester que se sustenten más días con la leche que dije al principio (6). 

Esténse cabe aquellos divinos pechos, que el Señor tendrá cuidado, cuando estén ya con fuerzas, de sacarlas a más, porque no harían el provecho que piensan, antes se le dañarían a sí. Y porque en el libro que os he dicho (7) hallaréis cuándo ha un alma desear salir a aprovechar a otros y el peligro que es salir antes de tiempo muy por menudo, no lo quiero decir aquí, ni alargarme más en esto; pues mi intento fue cuando lo comencé, daros a entender cómo podéis regalaros, cuando oyereis algunas palabras de los Cánticos, y pensar, aunque son a entender vuestro oscuras, los grandes misterios que hay en ellas, y alargarme más sería atrevimiento.

10. Plega al Señor no lo haya sido lo que he dicho, aunque ha sido por obedecer a quien me lo ha mandado. Sírvase Su Majestad de todo, que si algo bueno va aquí, bien creeréis que no es mío; pues ven las hermanas que están conmigo con la prisa que lo he escrito, por las muchas ocupaciones. Suplicad a Su Majestad que yo lo entienda por experiencia. A la que le pareciere que tiene algo de esto, alabe a nuestro Señor y pídale esto postrero, porque no sea para sí la ganancia.
Plega nuestro Señor nos tenga de su mano, y enseñe siempre a cumplir su voluntad, amén (8).

NOTAS AL CAPÍTULO 7

El ms. de Consuegra lo titula: "Capítulo que declara otras palabras (de) la Esposa, y dice otros efectos que hace el buen espíritu".
1 Se refiere al éxtasis de Salamanca (1571), al oír el canto "Véante mis ojos". Cf. Moradas VI, c. 11, n. 8, y Relación 15.
2 Cg. Jn c. 4.
3 O sea, de fortuna o calidad.
4 Gracián editó: De estas procede la fuerza. - En la frase siguiente (así como en el c. 6, n. 13) el ms. de Alba copia manzanos.
5 Cant. 8, 5.
6 Véase el c. 4, nn. 4-5.
7 Alude probablemente a Vida c. 13, nn. 8-10. - Cf. c. 5, n. 6, nota 9.
8 En el ms. de Alba escribió su censura favorable el P. Báñez: "Visto he con atención estos cuatro cuadernillos, que entre todos tienen ocho pliegos y medio, y no he hallado cosa que sea mala doctrina, sino antes buena y provechosa. - En el Colegio de S. Gregorio de Valladolid, 10 de junio 1575. Fray Domingo Báñes".

Fuente: Mercaba