Es preferible recibir la confesión de los fieles en horarios diversos y
bien establecidos
Querido
director, mi párroco prohíbe las confesiones durante la misa. Dice que distraen
a los fieles de la celebración y que es mejor acercarse al sacramento de la
Penitencia en los días laborales, porque la iglesia está abierta. No pongo en
duda que tenga razón, pero los compromisos cotidianos son muchos y sólo tengo
tiempo libre el domingo. Pero ¿la “prohibición” impuesta por mi párroco es
común en todas las parroquias? Anita G., Florencia.
Al
sacramento de la penitencia se vive dentro del contexto de una verdadera
celebración. Se trata de un encuentro con Cristo que manifiesta el rostro
misericordioso del Padre. Desgraciadamente estamos habituados a considerar este
sacramento de manera muy formal, casi como una multa a pagar para estar bien
con la ley divina, una obligación para arreglar la conciencia.
Bastaría
leer el rito de la penitencia para darse cuenta que incluso en la confesión
individual de los pecados se lleva cabo una verdadera y propia celebración que
prevé el saludo inicial, la escucha de la palabra de Dios, el agradecimiento,
la despedida. Además del momento central de la confesión y la absolución de los
pecados.
Es
necesario además recordar la centralidad de la celebración eucarística en la
vida cristiana. La Eucaristía es definida por el Concilio Vaticano II “fuente y culmen de la vida cristiana (Lumen Pentium 11). La misa tiene una importancia
primaria y a ella debemos dedicar toda la atención, participando activa y
conscientemente.
Está
claro, por lo tanto, que superponer la celebración de los dos sacramentos de
alguna manera los disminuye a ambos. Se trata en cambio de darle a cada uno el
respeto debido. Es
por eso que las normas de la Iglesia establecen que “se inculque en los fieles
el hábito de acercarse al sacramento de la Penitencia fuera de la celebración
de la misa, y preferiblemente en horarios establecidos” (Rito de la Penitencia n.13).
El
punto crucial está precisamente aquí y está explicado poco antes: “La
reconciliación de los penitentes se puede celebrar cualquier día y a cualquier
hora. Conviene que los fieles sepan el día y la hora en que el sacerdote está
disponible para el ejercicio de este ministerio”.
En
línea de principio, el párroco tiene razón, pero no basta decir que la iglesia
está siempre abierta, es necesario fijar horarios para la reconciliación de los
penitentes, sin quitar la posibilidad de acercarse al sacramento en todo
momento.
Sobre
este punto los documentos eclesiales insisten mucho. Juan Pablo II escribió:
“todos los sacerdotes que tienen la facultad de administrar el sacramento de la
Penitencia, se muestren siempre y plenamente dispuestos a administrarlo siempre
que los fieles realicen una petición razonable” (Misericordia Dei n.1).
Existe
también otra precisión que hacer: recibir la confesión durante la misa no está
prohibido. Si los fieles lo necesitan, es lícito que un sacerdote disponible
pueda recibir la confesión. Es, de todas formas, una excepción respecto a la
norma ideal. Desde
el punto de vista práctico, si se comprende el valor del sacramento de la
Reconciliación, así como el de la Eucaristía, dedicar un tiempo adecuado yendo
una vez más a la iglesia o llegando un poco antes de la misa no me parece un
gran problema.
Fuente: Aleteia