Trata cómo no basta desasirse de lo dicho, si no
nos desasimos de nosotras mismas, y cómo están juntas esta virtud y la humildad.
1. Desasiéndonos del mundo y deudos y encerradas aquí con las
condiciones que están dichas, ya parece lo tenemos todo hecho y que no hay que
pelear con nada. ¡Oh hermanas mías!, no os aseguréis ni os echéis a dormir, que
será como el que se acuesta muy sosegado habiendo muy bien cerrado sus puertas
por miedo de ladrones, y se los deja en casa. Y ya sabéis que no hay peor
ladrón, pues quedamos nosotras mismas, que si no se anda con gran cuidado y
cada una -como en negocio más importante que todos- no se mira mucho en andar
contradiciendo su voluntad, hay muchas cosas para quitar esta santa libertad de
espíritu, que pueda volar a su Hacedor sin ir cargada de tierra y de plomo.
2. Gran remedio es para esto traer muy continuo en el pensamiento la
vanidad que es todo y cuán presto se acaba, para quitar las afecciones de las
cosas que son tan baladíes y ponerla en lo que nunca se ha de acabar.
3. Aquí puede entrar la verdadera humildad, porque esta virtud y estotra
(2) paréceme andan siempre juntas. Son dos hermanas que no hay para qué las
apartar. No son éstos los deudos de que yo aviso se aparten, sino que los
abracen, y las amen y nunca se vean sin ellas. ¡Oh soberanas virtudes, señoras
de todo lo criado, emperadoras del mundo, libradoras de todos los lazos y
enredos que pone el demonio, tan amadas de nuestro enseñador Cristo, que nunca
un punto se vio sin ellas! Quien las tuviere, bien puede salir y pelear con
todo el infierno junto y contra todo el mundo y sus ocasiones. No haya miedo de
nadie, que suyo es el reino de los cielos. No tiene a quién temer, porque nada
no se le da de perderlo todo ni lo tiene por pérdida; sólo teme descontentar a
su Dios; y suplicarle (3) las sustente en ellas porque no las pierda por su
culpa.
4. Verdad es que estas virtudes tienen tal propiedad, que se esconden de
quien las posee, de manera que nunca las ve ni acaba de creer que tiene
ninguna, aunque se lo digan; mas tiénelas en tanto, que siempre anda procurando
tenerlas, y valas perfeccionando en sí más, aunque bien se señalan los que las
tienen; luego se da a entender a los que los tratan, sin querer ellos.
Mas ¡qué desatino ponerme yo a loar humildad y mortificación, estando
tan loadas del Rey de la gloria y tan confirmadas con tantos trabajos suyos!
Pues, hijas mías, aquí es el trabajar por salir de tierra de Egipto, que en
hallándolas hallaréis el maná; (4) todas las cosas os sabrán bien; por mal
sabor que al gusto de los del mundo tengan, se os harán dulces.
5. Ahora, pues, lo primero que hemos de procurar es quitar de nosotras
el amor de este cuerpo, que somos algunas tan regaladas de nuestro natural, que
no hay poco que hacer aquí, y tan amigas de nuestra salud, que es cosa para
alabar a Dios la guerra que dan, a monjas en especial, y aun a los que no lo
son. Mas algunas monjas no parece que venimos a otra cosa al monasterio, sino a
procurar no morirnos. Cada una lo procura como puede. Aquí, a la verdad, poco
lugar hay de eso con la obra, mas no querría yo hubiese el deseo. Determinaos,
hermanas, que venís a morir por Cristo, y no a regalaros por Cristo; que esto
pone el demonio "que para llevar y guardar la Orden"; (5) y tanto
enhorabuena se quiere guardar la Orden con procurar la salud para guardarla y
conservarla, que se muere sin cumplirla enteramente un mes, ni por ventura un
día. Pues no sé yo a qué venimos.
6. No hayan miedo nos falte discreción en este caso por maravilla, que
luego temen los confesores nos hemos de matar con penitencias. Y es tan
aborrecido de nosotras esta falta de discreción, que así lo cumpliésemos todo.
Las que lo hicieren al contrario, yo sé que no se les dará nada de que diga
esto, ni a mí de que digan juzgo por mí, que dicen verdad (6). Tengo para mí
que así quiere el Señor seamos más enfermas; al menos a mí hízome en serlo gran
misericordia, porque como me había de regalar así como así, quiso fuese con
causa.
Pues es cosa donosa las que andan con este tormento que ellas mismas se
dan, y algunas veces dales un deseo de hacer penitencias sin camino ni
concierto, que duran dos días, a manera de decir. Después pónelas el demonio en
la imaginación que las hizo daño; hácelas temer de la penitencia y no osar
después cumplir la que manda la Orden, "que ya lo probaron". No
guardamos unas cosas muy bajas de la Regla -como el silencio, que no nos ha de
hacer mal- y no nos ha dolido la cabeza, cuando dejamos de ir al coro, -que
tampoco nos mata-, y queremos inventar penitencias de nuestra cabeza para que
no podamos hacer lo uno ni lo otro (7). Y a las veces es poco el mal, y nos
parece no estamos obligadas a hacer nada, que con pedir licencia cumplimos.
7. Diréis ¿que por qué la da la priora? -A saber lo interior, por
ventura no haría; mas como le hacéis información de necesidad y no falta un
médico que ayuda por la misma que vos le hacéis, y una amiga que llore al lado,
o parienta, ¿qué ha de hacer? Queda con escrúpulo si falta en la caridad.
Quiere más faltéis vos que ella (8).
8. Estas son cosas que puede ser pasen alguna vez, y porque os guardéis
de ellas las pongo aquí. Porque si el demonio nos comienza a amedrentar con que
nos faltará la salud, nunca haremos nada. El Señor nos dé luz para acertar en
todo, amén.
NOTAS
1 Puesto que, en
acepción de aunque. -El pasaje es más claro en la 1ª redacción: Y hanos hecho
gran merced, que en esta casa lo más está hecho; mas queda desasirnos de
nosotros mismos. Este es recio apartar...
2 estotra: la virtud
del desasimiento, de que viene hablando.
3 Suplícale debió
escribir. En la 1ª redacción concluía así: No tiene a quién temer, sino
suplicar a Dios le sustente en ellas para que no las pierda por su culpa.
4 Alusión a Sab 16,
20, y al Ex c. 16.
5 Un corrector
enmendó sin motivo el autógrafo: "que esto pone el demonio que es menester
para llevar y guardar la orden". -Recuérdese que pone equivale a sugiere.
-Guardar la orden equivale a guardar la observancia de la Orden. -Tanto
enhorabuena: tan enhorabuena.
6 En la 1ª redacción
escribió más lacónicamente: Creo, y sélo cierto, que tengo más compañeras que
tendré injuriadas por hacer lo contrario.
7 En la 1ª redacción
era más fina la ironía y fuerza de este pasaje. Algunas veces dales un frenesí
de hacer penitencias sin camino ni concierto.... La imaginación que les pone el
demonio 'que las hizo daño' 'que ¡nunca más penitencia!, ni la que manda la
orden que ya lo probaron'. No guardan unas cosas muy bajas de la Regla -como es
el silencio, que no nos ha de hacer mal-, y no nos ha venido la imaginación de
que nos duele la cabeza, cuando dejamos de ir al coro -que tampoco nos mata-,
un día porque nos dolió, y otro porque nos ha dolido, y otros tres porque no
nos duela.
8 Y no le parece
justo juzgarnos mal -añadía la 1ª redacción-. -En lugar del n. siguiente, la
redacción primitiva concluía así: ¡Oh, este quejar -válgame Dios- entre
monjas!; que El me lo perdone, que temo es ya costumbre. A mí me acaeció una
vez ver esto: que la tenía una de quejarse de la cabeza, y quejábaseme mucho de
ella. Venido a averiguar, poco ni mucho le dolía, sino en otra parte tenía
algún dolor. -Todo este capítulo es mucho más espontáneo y finamente cáustico
en la redacción escurialense.