En que declara qué es oración mental.
1. Sabed, hijas, que no está la falta para ser o no ser
oración mental en tener cerrada la boca. Si hablando, estoy enteramente
entendiendo y viendo que hablo con Dios con más advertencia que en las palabras
que digo, junto está oración mental y vocal. Salvo si no os dicen que estéis
hablando con Dios rezando el Paternóster y pensando en el mundo; aquí callo.
Mas si habéis de estar, como es razón se esté, hablando con tan gran Señor, que
es bien estéis mirando con quién habláis y quién sois vos, siquiera para hablar
con crianza.
Porque ¿cómo podéis llamar al rey Alteza, ni saber las ceremonias
que se hacen para hablar a un grande (1), si no entendéis bien qué estado tiene
y qué estado tenéis vos? Porque conforme a esto se ha de hacer el acatamiento,
y conforme al uso, porque aun esto es menester también que sepáis. Si no,
enviaros han para simple (2) y no negociaréis cosa.
Pues ¿qué es esto, Señor mío? ¿Qué es esto, mi Emperador?
¿Cómo se puede sufrir? Rey sois, Dios mío, sin fin, que no es reino prestado el
que tenéis. Cuando en el Credo se dice "vuestro reino no tiene fin",
casi siempre me es particular regalo. Aláboos, Señor, y bendígoos para siempre;
en fin, vuestro reino durará para siempre. Pues nunca Vos, Señor, permitáis se
tenga por bueno que quien fuere a hablar con Vos, sea sólo con la boca.
2. ¿Qué es esto, cristianos, los que decís no es menester
oración mental, entendéisos? (3) Cierto, que pienso que no os entendéis, y así
queréis desatinemos todos: ni sabéis cuál es oración mental ni cómo se ha de
rezar la vocal ni qué es contemplación, porque si lo supieseis no condenaríais
por un cabo lo que alabáis por otro.
3. Yo he de poner siempre junta oración mental con la vocal,
cuando se me acordare, porque no os espanten, hijas; que yo sé en qué caen (4)
estas cosas, que he pasado algún trabajo en este caso, y así no querría que
nadie os trajese desasosegadas, que es cosa dañosa ir con miedo este camino.
Importa mucho entender que vais bien, porque en diciendo a algún caminante que
va errado y que ha perdido el camino, le hacen andar de un cabo a otro, y todo
lo que anda buscando por dónde ha de ir se cansa y gasta el tiempo y llega más
tarde.
¿Quién puede decir es mal, si comenzamos a rezar las Horas o
el rosario, que comience a pensar con quién va a hablar y quién es el que
habla, para ver cómo le ha de tratar? Pues yo os digo, hermanas, que si lo
mucho que hay que hacer en entender estos dos puntos se hiciese bien, que
primero que comencéis la oración vocal que vais a rezar, ocupéis harto tiempo
en la mental. Sí, que no hemos de llegar a hablar a un príncipe con el descuido
que a un labrador, o como con una pobre como nosotras, que como quiera que nos
hablaren va bien (5).
4. Razón es que, ya que por la humildad de este Rey, si como
grosera no sé hablar con él, no por eso me deja de oír ni me deja de llegar a
sí ni me echan fuera sus guardas; porque saben bien los ángeles que están allí
la condición de su Rey, que gusta más de estas groserías de un pastorcito
humilde que ve que si más supiera más dijera, que de los muy sabios y letrados,
por elegantes razonamientos que hagan, si no van con humildad (6).
Así que no
porque El sea bueno, hemos de ser nosotros descomedidos. Siquiera para
agradecerle el mal olor que sufre en consentir cabe sí una como yo, es bien que
procuremos conocer su limpieza y quién es. Es verdad que se entiende luego en
llegando, como con los señores de acá, que con que nos digan quién fue su padre
y los cuentos que tiene de renta y el dictado (7), no hay más que saber. Porque
acá no se hace cuenta de las personas para hacerlas honra, por mucho que
merezcan, sino de las haciendas.
5. ¡Oh miserable mundo! Alabad mucho a Dios, hijas, que
habéis dejado cosa tan ruin, adonde no hacen caso de lo que ellos en sí tienen,
sino de lo que tienen sus renteros y vasallos; y si ellos faltan, luego falta
de hacerle honra. Cosa donosa es ésta para que os holguéis cuando hayáis todas
de tomar alguna recreación, que éste es buen pasatiempo, entender cuán
ciegamente pasan su tiempo los del mundo.
6. ¡Oh Emperador nuestro, sumo poder, suma bondad, la misma
sabiduría, sin principio, sin fin, sin haber término en vuestras obras, son
infinitas, sin poderse comprender, un piélago sin suelo de maravillas, una
hermosura que tiene en sí todas las hermosuras, la misma fortaleza! ¡Oh,
válgame Dios! ¡quién tuviera aquí junta toda la elocuencia de los mortales, y
sabiduría para saber bien -como acá se puede saber, que todo es no saber nada,
para este caso- dar a entender alguna de las muchas cosas que podemos
considerar para conocer algo de quién es este Señor y bien nuestro!
7. Sí, llegaos a pensar y entender, en llegando, con quién
vais a hablar o con quién estáis hablando. En mil vidas de las nuestras no
acabaremos de entender cómo merece ser tratado este Señor, que los ángeles
tiemblan delante de él. Todo lo manda, todo lo puede, su querer es obrar. Pues
razón será, hijas, que procuremos deleitarnos en estas grandezas que tiene
nuestro Esposo y que entendamos con quién estamos casadas, qué vida hemos de
tener. ¡Oh, válgame Dios!, pues acá, cuando uno se casa, primero sabe con
quién, quién es y qué tiene.
Nosotras, ya desposadas, antes de las bodas, que
nos ha de llevar a su casa, pues acá no quitan estos pensamientos a las que
están desposadas con los hombres (8), ¿por qué nos han de quitar que procuremos
entender quién es este hombre y quién es su Padre y qué tierra es ésta adonde
me ha de llevar y qué bienes son los que promete darme, qué condición tiene,
cómo podré contentarle mejor, en qué le haré placer, y estudiar cómo haré mi
condición que conforme con la suya? Pues si una mujer ha de ser bien casada, no
le avisan otra cosa sino que procure esto, aunque sea hombre muy bajo su marido.
8. Pues, Esposo mío, ¿en todo han de hacer menos caso de Vos
que de los hombres? Si a ellos no les parece bien esto, dejen os vuestras
esposas, que han de hacer vida con Vos. Es verdad que es buena vida. Si un
esposo es tan celoso que quiere no trate con nadie su esposa, ¡linda cosa es
que no piense en cómo le hará este placer y la razón que tiene de sufrirle y de
no querer que trate con otro, pues en él tiene todo lo que puede querer!
Esta es oración mental, hijas mías, entender estas verdades.
Si queréis ir entendiendo esto y rezando vocalmente, muy enhorabuena. No me
estéis hablando con Dios y pensando en otras cosas, que esto hace no entender
qué cosa es oración mental. Creo va dado a entender. Plega al Señor lo sepamos
obrar, amén (9).
NOTAS
1 Hablar
un grande, escribió la Santa. Seguimos la enmienda de Fray Luis de León (p.
128).
2 Por
simple, decía la 1ª redacción, en la cual se lee a continuación un episodio
acaecido a la Santa durante su permanencia en el palacio de Dña. Luisa de la
Cerda (cf. Vida c. 34): Y más habréis menester si no lo sabéis bien, de
informaros y aun de deletrear lo que habéis de decir. A mí me acaeció una vez;
no tenía costumbre a hablar con señores, e iba por cierta necesidad a tratar
con una que había de llamar "señoría", y es así que me lo mostraron
deletreado. Yo como soy torpe y no lo había usado, en llegando allá no lo
acertaba bien. Acerté decirle lo que pasaba y echarlo en risa, porque tuviese
por bueno llamarla "merced"; y así lo hice.
3 La 1ª
redacción proseguía: que querría dar voces y disputar -con ser la que soy- con
los que dicen que no es menester oración mental.
4 En qué
caen: en qué vienen a parar.
5 En la
1ª redacción: ... primero que comencéis la oración vocal -que es rezar las
horas o el rosario-, ocupéis hartas horas en la mental. Sí, que no hemos de
llegar a hablar con un príncipe como con un labradorcillo o como con una pobre
como nosotras, que no va más que nos llamen tú que vos.
6 En la
1ª redacción escribió: gusta más de estas groserías ... que de las 'teulogías'
muy ordenadas, si no van con tanta humildad.
7 Los
cuentos de renta: millones de renta. -El dictado: el título de dignidad al que
correspondía el "tratamiento": merced, señoría, alteza, majestad...
8 Fray
Luis en su edición (p. 132) creyó necesario completar el original, redondeando
el primer período: "pues acá cuando uno se casa, primero sabe con quién...
nosotras ya desposadas... no pensaremos en nuestro esposo? -Su enmienda ha sido
seguida por casi todos los editores, a pesar de ser francamente superflua.
Nótese el paralelo entre la 1ª redacción: Pues acá, si uno se casa, primero
sabe quién es y cómo y qué tiene. Nosotras estamos desposadas y todas las almas
por el bautismo. Antes de las bodas y que nos lleve a su casa el desposado
-pues no quitan acá estos pensamientos con los hombres- ¿por qué nos han de
quitar que entendamos nosotras quién es este hombre? -Para la recta
inteligencia del texto teresiano, téngase en cuenta su precisión lexical y el
ceremonial matrimonial de entonces: "desposados" y
"esposos" eran los dos prometidos después del "desposorio"
y antes de las "bodas" o matrimonio, con el cual pasaban a ser
"casados". Ya antes de las "bodas" era de rito que el
"esposo" llevase la esposa a la propia casa, para completar las
"vistas".
9 La 1ª
redacción concluía así: No os espante nadie con esos temores. Alabad a Dios,
que es poderoso sobre todos y que no os lo pueden quitar. Antes la que no
pudiere rezar vocalmente con esta atención, sepa que no hace lo que es
obligada; y que lo está -si quiere rezar con perfección- de procurarlo con
todas sus fuerzas, so pena de no hacer lo que debe a esposa de tan gran rey.
-Suplicadle, hijas, me dé gracia para que lo haga como os lo aconsejo, que me
falta mucho. Su Majestad lo provea por quien es.
Fuente: Mercaba