Francisco afirmó asimismo que el mundo
exhorta a los creyentes a colaborar entre nosotros y con los hombres y mujeres
de buena voluntad que no profesan religión alguna
La audiencia
general del último miércoles de octubre (día 28) que el Papa
Francisco celebró en una lluviosa Plaza de San Pedro ante miles de
fieles y peregrinos de numerosos países, tuvo un carácter interreligioso
para recordar juntos – tal como el mismo Pontífice explicó – el 50° aniversario
de la Declaración del Concilio Vaticano II “Nostra ætate” sobre las
relaciones de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas.
Por esta
razón, al dirigirse – hablando en italiano – a los numerosos fieles presentes
el Santo Padre explicó que a estas audiencias semanales suelen asistir
personas o grupos pertenecientes a otras religiones; mientras en esta ocasión
su presencia era especial, en virtud del recuerdo de los cincuenta años
transcurridos desde la promulgación de la Declaración Conciliar sobre las
relaciones de la Iglesia Católica con las religiones no cristianas.
Y añadió
que este tema fue de gran interés para el beato Papa Pablo VI, quien ya
en la fiesta de Pentecostés del año anterior a la conclusión del
Concilio, había instituido el Secretariado para los no cristianos,
actual Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.
Francisco expresó su gratitud y
calurosa bienvenida a las personas y a los grupos de diversas religiones, de
modo especial – dijo – a los que vinieron desde lejos. Tras afirmar que el Concilio
Vaticano II fue un tiempo extraordinario de reflexión, diálogo y oración
para renovar la mirada de la Iglesia Católica sobre sí misma y sobre el mundo,
el Papa Bergoglio destacó brevemente algunos puntos del mensaje siempre
actual de la declaración “Nostra ætate”.
Entre
ellos: la creciente interdependencia de los pueblos; la búsqueda del sentido de
la vida, del sufrimiento y de la muerte; el origen y destino común de la
humanidad; la unicidad de la familia humana; o las religiones como búsqueda de
Dios o de lo absoluto en las diversas etnias y culturas.
Entre los
tantos eventos e iniciativas que se llevaron a cabo en estos últimos cincuenta
años, el Santo Padre destacó el Encuentro de Asís del 27 de octubre de
1986 querido por San Juan Pablo II, quien, además, hace treinta años se
dirigía a los jóvenes musulmanes en Casablanca deseando que todos
los creyentes en Dios favorecieran la amistad y la unión entre los hombres y
los pueblos. Por esta razón afirmó que “la llama encendida en Asís, se ha
extendido a todo el mundo y constituye un signo permanente de esperanza”.
El Obispo
de Roma se refirió, con especial gratitud a Dios, a la trasformación que
tuvo en estos cincuenta años la relación entre cristianos y judíos, en que la
indiferencia y oposición, dejaron paso a la colaboración y a la benevolencia.
“De enemigos y extraños – dijo – nos hemos vuelto amigos y hermanos”.
Francisco
afirmó asimismo que el mundo exhorta a los creyentes a colaborar entre nosotros
y con los hombres y mujeres de buena voluntad que no profesan religión alguna,
pidiendo respuestas efectivas sobre temas tan diversos como la paz, el hambre,
la miseria que aflige a millones de personas, la crisis ambiental, la
violencia, especialmente la cometida en nombre de la religión, la corrupción,
la degradación moral, las crisis de la familia, de la economía, de la finanza,
y, sobre todo, de la esperanza.
Hacia el
final de su catequesis el Papa dijo que el inminente Jubileo Extraordinario
de la Misericordia, es una ocasión propicia para trabajar juntos en el
ámbito de las obras de caridad, en el que cuenta especialmente la compasión y
al que pueden unirse tantas personas que no se sienten creyentes o que están en
busca de Dios y de la verdad.
Fuente: Agenciasic
