Francisco
bajó del avión y se fue directamente a un chico que estaba en camilla
Es una ciudad llena de gente
influyente. Sin embargo, Dios puede más que cualquiera de ellos. Al menos así
es como describe Iluminada Ubatan el encuentro en el JFK entre su hijo y el
Papa Francisco. Aunque estuvo a punto de no suceder.
El jueves, a las 12:30 p.m., Iluminada escuchó un mensaje
telefónico de un viejo amigo, Mons. Jamie Gigantiello. En el mensaje de voz, le
preguntaba si su hijo, Gerard Ubatan, de 27 años, querría estar en el
Aeropuerto Internacional John F. Kennedy para ver al Papa, que llegaba esa
tarde procedente de Washington, D.C.
A su llegada, el Pontífice
abrazó al cardenal -y también arzobispo de Nueva York- Timothy Dolan, al obispo
Nicholas DiMarzio de Brooklyn y a otros miembros del clero.
Pero, enseguida, el Papa fue directo hacia Gerard. A su madre le
conmovió la habilidad de Francisco para descubrir a aquellos que la sociedad
suele descartar.
“Sabe a quién dirigirse en
primer lugar” , dijo. “Me imagino que vio en la multitud a los más necesitados,
a los más débiles. Sus ojos vieron a mi hijo en su camilla como uno de estos
necesitados”.
Entonces, el Papa dirigió su
mirada hacia Gerard.
“Se le acercó mucho y
estuvieron hablando en voz baja”, decía. “Cuando vino hacia mí me quedé helada.
Era como tener a Dios delante”.
Su primer impulso fue darle
la mano al Papa y decirle: “Gracias Señor por venir”.
“Después besé su anillo. La próxima a la que saludó fue a una niña
autista que estaba detrás de una mujer. Sin embargo, el Papa tendió la mano y
la niña se adelantó. Después de eso, fue hacia un niño discapacitado que estaba
sentado en una cerca. Se inclinó hacia él. El pobre niño no le quitaba los ojos
de encima”.
Más tarde, Iluminada se
asombraba de que el encuentro se hubiera preparado solamente en dos horas. En
ese corto periodo de tiempo tuvo que pedir permiso en el trabajo para salir
antes, superar el tráfico y encontrar un modo de meter a su hijo en la
ambulancia que le estaba esperando. El equipo médico del Maimonides Hospital
-Douglas Jablon, Miguel Gómez y Doralba David- acomodaron a Gerard elevando su
camilla.
“Cuando el Señor quiere,
mueve montañas”, exclamó ella.
Además, aún queda otra cosa.
Aquel día era su cumpleaños. “Fue el regalo más grande que jamás me hayan
hecho”, dijo.
George Goss es colaborador de
medios de los Frailes Dominicos
Fuente: Aleteia