En
que se trata de la fundación del monasterio del glorioso San José en la ciudad
de Toledo, que fue el año de 1569.
1.
Estaba en la ciudad de Toledo un hombre honrado y siervo de Dios, mercader, el
cual nunca se quiso casar, sino hacía una vida como muy católico, hombre de
gran verdad y honestidad. Con trato lícito allegaba su hacienda con intento de
hacer de ella una obra que fuese muy agradable al Señor. Diole el mal de la
muerte. Llamábase Martín Ramírez.
Sabiendo un padre de la Compañía de Jesús,
llamado Pablo Hernández, con quien yo estando en este lugar me había confesado
cuando estaba concertando la fundación de Malagón, el cual tenía mucho deseo de
que se hiciese un monasterio de éstos en este lugar, fuele a hablar, y díjole
el servicio que sería de nuestro Señor tan grande, y cómo los capellanes y
capellanías que quería hacer las podía dejar en este monasterio, y que se
harían en él ciertas fiestas y todo lo demás que él estaba determinado dejar en
una parroquia de este lugar (1).
3.
Cuando murió Martín Ramírez, aún me estaba yo en la fundación de Valladolid,
adonde me escribió el padre Pablo Hernández, de la Compañía, y el mismo Alonso
Alvarez, dándome cuenta de lo que pasaba y que si quería aceptar esta fundación
me diese prisa a venir; y así me partí poco después que se acabó de acomodar la
casa. Llegué a Toledo víspera de nuestra Señora de la Encarnación (3), y fuime
en casa de la señora doña Luisa, que es adonde había estado otras veces, y la
fundadora de Malagón. Fui recibida con gran alegría, porque es mucho lo que me
quiere. Llevaba dos compañeras de San José de Avila, harto siervas de Dios (4).
Diéronnos luego un aposento, como solían, adonde estábamos con el recogimiento
que en un monasterio.
4.
Comencé luego a tratar de los negocios con Alonso Alvarez y un yerno suyo,
llamado Diego Ortiz, que era, aunque muy bueno y teólogo, más entero en su
parecer que Alonso Alvarez; no se ponía tan presto en la razón. Comenzáronme a
pedir muchas condiciones, que yo no me parecía convenía otorgar. Andando en los
conciertos y buscando una casa alquilada para tomar la posesión, nunca la
pudieron hallar aunque se buscó mucho que conviniese; ni yo tampoco podía
acabar con el gobernador que me diese la licencia (que en este tiempo no había
Arzobispo) (5), aunque esta señora adonde estaba lo procuraba mucho y un
caballero que era canónigo en esta iglesia, llamado don Pedro Manrique, hijo
del Adelantado de Castilla: era muy siervo de Dios, y lo es, que aún es vivo, y
con tener bien poca salud, unos años después que se fundó esta casa se entró en
la Compañía de Jesús, adonde está ahora; (6) era mucha cosa en este lugar,
porque tiene mucho entendimiento y valor; con todo, no podía acabar que me
diesen esta licencia, porque cuando tenía un poco blando el Gobernador, no lo
estaban los del Consejo (7). Por otra parte, no nos acabábamos de concertar
Alonso Alvarez y yo, a causa de su yerno, a quien él daba mucha mano (8). En
fin, vinimos a desconcertarnos del todo.
5.
Yo no sabía qué me hacer, porque no había venido a otra cosa y veía que había
de ser mucha nota irme sin fundar. Con todo, tenía más pena de no me dar la
licencia que de lo demás; porque entendía que, tomada la posesión, nuestro
Señor lo proveería, como había hecho en otras partes. Y así me determiné de
hablar al Gobernador, y fuime a una iglesia que está junto con su casa y
enviéle a suplicar que tuviese por bien de hablarme. Había ya más de dos meses
que se andaba en procurarlo y cada día era peor. Como me vi con él, díjele que
era recia cosa que hubiese mujeres que querían vivir en tanto rigor y
perfección y encerramiento, y que los que no pasaban nada de esto, sino que se
estaban en regalos, quisiesen estorbar obras de tanto servicio de nuestro
Señor. Estas y otras hartas cosas le dije con una determinación grande que me
daba el Señor. De manera le movió el corazón, que antes que me quitase de con
él, me dio la licencia.
6.
Yo me fui muy contenta, que me parecía ya lo tenía todo, sin tener nada; porque
debían ser hasta tres o cuatro ducados lo que tenía, con que compré dos lienzos
(9) (porque ninguna cosa tenía de imagen para poner en el altar) y dos jergones
y una manta. De casa no había memoria. Con Alonso Alvarez ya estaba
desconcertada. Un mercader, amigo mío, del mismo lugar, que nunca se ha querido
casar, ni entiende sino en hacer buenas obras con los presos de la cárcel, y
otras muchas obras buenas que hace, y me había dicho que no tuviese pena, que
él me buscaría casa (llámase Alonso de Avila), cayóme malo. Algunos días antes
había venido a aquel lugar un fraile francisco, llamado fray Martín de la Cruz,
muy santo. Estuvo algunos días y cuando se fue, envióme un mancebo que él
confesaba, llamado Andrada, nonada rico, sino harto pobre, a quien él rogó
hiciese todo lo que yo le dijese. El, estando un día en una iglesia en misa, me
fue a hablar y a decir lo que le había dicho aquel bendito, y que estuviese
cierta que en todo lo que él podía que lo haría por mí, aunque sólo con su
persona podía ayudarnos. Yo se lo agradecí, y me cayó harto en gracia y a mis
compañeras más ver el ayuda que el santo nos enviaba, porque su traje no era
para tratar con Descalzas.
7.
Pues como yo me vi con la licencia y sin ninguna persona que me ayudase, no
sabía qué hacer ni a quién encomendar que me buscase una casa alquilada.
Acordóseme del mancebo que me había enviado fray Martín de la Cruz y díjelo a
mis compañeras. Ellas se rieron mucho de mí y dijeron que no hiciese tal, que
no serviría de más de descubrirlo (10). Yo no las quise oír, que, por ser
enviado de aquel siervo de Dios, confiaba había de hacer algo y que no había
sido sin misterio. Y así le envié a llamar y le conté con todo el secreto que
yo le pude encargar, lo que pasaba, y que para este fin le rogaba me buscase
una casa, que yo daría fiador para el alquiler. Este era el buen Alonso de
Avila, que he dicho (11) que me cayó malo. A él se le hizo muy fácil y me dijo
que la buscaría. Luego, otro día de mañana, estando en misa en la Compañía de
Jesús, me vino a hablar y dijo que ya tenía la casa, que allí traía las llaves,
que cerca estaba, que la fuésemos a ver, y así lo hicimos; y era tan buena, que
estuvimos en ella un año casi (12).
8.
Muchas veces, cuando considero en esta fundación, me espantan las trazas de
Dios; que había casi tres meses al menos más de dos, que no me acuerdo bien que
habían andado dando vuelta a Toledo para buscarla personas tan ricas y, como si
no hubiera casas en él, nunca la pudieron hallar, y vino luego este mancebo,
que no lo era, sino harto pobre, y quiere el Señor que luego la halla; y que
pudiéndose fundar sin trabajo estando concertada con Alonso Alvarez, que no lo
estuviese, sino bien fuera de serlo, para que fuese la fundación con pobreza y
trabajo.
9.
Pues como nos contentó la casa, luego di orden para que se tomase la posesión
antes que en ella se hiciese ninguna cosa, porque no hubiese algún estorbo; y
bien en breve me vino a decir el dicho Andrada que aquel día se desembarazaba
la casa, que llevásemos nuestro ajuar. Yo le dije que poco había que hacer, que
ninguna cosa teníamos sino dos jergones y una manta. El se debía espantar. A
mis compañeras les pesó de que se lo dije, y me dijeron que cómo lo había
dicho, que de que nos viese tan pobres no nos querría ayudar. Yo no advertí en
eso y a él le hizo poco al caso; porque quien le daba aquella voluntad, había
de llevarla adelante hasta hacer su obra; y es así que con la que él anduvo en
acomodar la casa y traer oficiales, no me parece le hacíamos ventaja. Buscamos
prestado aderezo para decir misa, y con un oficial nos fuimos, a boca de noche,
con una campanilla, para tomar la posesión, de las que se tañen para alzar, que
no teníamos otra; y con harto miedo mío anduvimos toda la noche aliñándolo, y
no hubo adónde hacer la iglesia, sino en una pieza, que la entrada era por otra
casilla, que estaba junto, que tenían unas mujeres, y su dueño también nos la
había alquilado.
10.
Ya que lo tuvimos todo a punto que quería amanecer y no habíamos osado decir
nada a las mujeres porque no nos descubriesen, comenzamos a abrir la puerta,
que era de un tabique, y salía a un patiecillo bien pequeño. Como ellas oyeron
golpes, que estaban en la cama, levantáronse despavoridas. Harto tuvimos que
hacer en aplacarlas, mas ya era a hora que luego se dijo la misa y aunque
estuvieran recias, no nos hicieran daño; y como vieron para lo que era, el
Señor las aplacó (13).
11.
Después veía yo cuán mal lo habíamos hecho, que entonces con el embebecimiento
que Dios pone para que se haga la obra, no se advierten los inconvenientes.
Pues, cuando el dueño de la casa supo que estaba hecha iglesia, fue el trabajo,
que era mujer de un mayorazgo. Era mucho lo que hacía. Con parecerle que se la compraríamos
bien, si nos contentaba, quiso el Señor que se aplacó. Pues cuando los del
Consejo supieron que estaba hecho el monasterio, que ellos nunca habían querido
dar licencia, estaban muy bravos, y fueron en casa de un señor de la iglesia (a
quien yo había dado parte en secreto) (14), diciendo que querían hacer y
acontecer. Porque el Gobernador habíasele ofrecido un camino después que me dio
la licencia y no estaba en el lugar. Fuéronlo a contar a éste que digo,
espantados de tal atrevimiento que una mujercilla, contra su voluntad, les
hiciese un monasterio. El hizo que no sabía nada y aplacólos lo mejor que pudo,
diciendo que en otros cabos lo había hecho y que no sería sin bastantes
recaudos (15).
12.
Ellos, desde a no sé cuántos días, nos enviaron una descomunión para que no se
dijese misa hasta que mostrase los recaudos con que se había hecho. Yo les
respondí muy mansamente que haría lo que mandaban, aunque no estaba obligada a
obedecer en aquello. Y pedí a don Pedro Manrique, el caballero que he dicho
(16), que los fuese a hablar y a mostrar los recaudos. El los allanó, como ya
estaba hecho; que si no, tuviéramos trabajo.
13.
Estuvimos algunos días con los jergones y la manta, sin más ropa, y aun aquel
día ni una seroja de leña no teníamos (17) para asar una sardina, y no sé a
quién movió el Señor que nos pusieron en la iglesia un hacecito de leña, con
que nos remediamos. A las noches se pasaba algún frío, que le hacía; aunque con
la manta y las capas de sayal que traemos encima nos abrigábamos, que muchas
veces nos aprovechan. Parecerá imposible, estando en casa de aquella señora
(18) que me quería tanto, entrar con tanta pobreza. No sé la causa, sino que
quiso Dios que experimentásemos el bien de esta virtud. Yo no se lo pedí, que
soy enemiga de dar pesadumbre; y ella no advirtió, por ventura; que más que lo
que nos podía dar, le soy a cargo (19).
14.
Ello fue harto bien para nosotras, porque era tanto el consuelo interior que
traíamos y la alegría, que muchas veces se me acuerda lo que el Señor tiene
encerrada en las virtudes: como una contemplación suave me parece causaba esta
falta que teníamos, aunque duró poco, que luego nos fueron proveyendo más de lo
que quisiéramos el mismo Alonso Alvarez y otros. Y es cierto que era tanta mi
tristeza, que no me parecía sino como si tuviera muchas joyas de oro y me las
llevaran y dejaran pobre; así sentía pena de que se nos iba acabando la pobreza
y mis compañeras lo mismo; que como las vi mustias, les pregunté qué habían, y
me dijeron: "¡qué hemos de haber, Madre!: que ya no parece somos
pobres".
15.
Desde entonces me creció deseo de serlo mucho, y me quedó señorío para tener en
poco las cosas de bienes temporales; pues su falta hace crecer el bien
interior, que cierto trae consigo otra hartura y quietud.
En
los días que había tratado de la fundación con Alonso Alvarez, eran muchas las
personas a quien parecía mal, y me lo decían, por parecerles que no eran
ilustres y caballeros, aunque harto buenos en su estado como he dicho (20), y
que en un lugar tan principal como éste de Toledo que no me faltaría comodidad.
Yo no reparaba mucho en esto, porque, gloria sea a Dios, siempre he estimado en
más la virtud que el linaje; mas habían ido tantos dichos al Gobernador, que me
dio la licencia con esta condición que fundase yo como en otras partes.
16.
Yo no sabía qué hacer, porque hecho el monasterio, tornaron a tratar del
negocio; mas como ya estaba fundado, tomé este medio de darles la capilla mayor
y que en lo que toca al monasterio no tuviesen ninguna cosa, como ahora está.
Ya había quien quisiese la capilla mayor, persona principal, y había hartos
pareceres, no sabiendo a qué me determinar. Nuestro Señor me quiso dar luz en
este caso, y así me dijo una vez cuán poco al caso harían delante del juicio de
Dios estos linajes y estados; y me hizo una reprensión grande porque daba oídos
a los que me hablaban en esto, que no eran cosas para los que ya tenemos
despreciado el mundo (21).
17.
Con estas y otras razones yo me confundí harto y determiné concertar lo que
estaba comenzado de darles la capilla, y nunca me ha pesado; porque hemos visto
claro el mal remedio que tuviéramos para comprar casa, porque con su ayuda
compramos en la que ahora están, que es de las buenas de Toledo, que costó doce
mil ducados y, como hay tantas misas y fiestas, está muy a consuelo de las
monjas, y hácele a los del pueblo. Si hubiera mirado a las opiniones vanas del
mundo, a lo que podemos entender, era imposible tener tan buena comodidad, y
hacíase agravio a quien con tan buena voluntad nos hizo esta caridad.
NOTAS CAPÍTULO 15
1 Al interés del
P. Hernández por la fundación, respondió la Santa enviándole un poder para
tratar en su nombre (véase en B.M.C., t. 5, pp. 411-412). - La cronología de
esta efemérides puede fijarse así: el 21/2/1569 sale la Santa de Valladolid; se
detiene en Avila de donde parte a mediados de marco: el 24 llega a Toledo.
2 Murió el 31 de
octubre de 1568.
3 Hoy decimos
"Anunciación"; era el 24 de marzo de 1569. Se hospedaba en casa de
doña Luisa de la Cerda (cf. c. 9, n. 4).
4 Isabel de San
Pablo e Isabel de Santo Domingo , muy famosa la segunda (cf. Epistolario):
quedó de Priora en Toledo, pasó luego de Priora a Pastrana (1569), donde se
enfrentará con la terrible princesa de Eboli (cf. c. 17, n. 17) y se trasladará
con monjas y ajuar en una retirada épica a Segovia (1574), siendo después
todavía Priora de Zaragoza (1588) y Ocaña (1598).
5 Era Arzobispo
el célebre Bartolomé Carranza, entonces envuelto en el tristemente famoso
proceso inquisitorial.
6 D. Pedro
Manrique era tío de Casilda de Padilla, cuya historia nos ha referido la Santa:
cc. 10-11.
7 Este
Gobernador era el presidente del Consejo eclesiástico de Gobernación, que
administraba los bienes de la primada diócesis de Toledo. Lo era entonces D.
Gómez Tello Girón.
8 Daba mucha
mano: apoyaba, daba poderes.
9 Estos dos
cuadros (de 1,30 X 1,07; y de 1,12 X 0,82) se veneran aún en la Comunidad y
representan, el uno a Jesús caído bajo la cruz, y el otro al Señor sentado y
sumergido en profunda meditación.
10 No serviría
de más descubrirlo: no serviría sino para hacer público el secreto plan de
fundación.
11 En el n. 6.
12 Desde el 14
de mayo hasta fines del mismo mes de 1570.
13 Un episodio
delicado: aquella mañana entra en la iglesia un niño "de la calle", y
al verla tan aliñada y aseada, exclama en voz alta: "¡bendito sea Dios y
qué lindo está esto!". Y la Santa a sus monjitas: "Por solo este acto
de gloria de Dios que ha hecho este angelico, doy por bien empleado el trabajo
de esta fundación" (FRANCISCO DE S. M., Reforma de los Descalzos, t. I, P.
II, c. 24, p. 285).
14 El mencionado
D. Pedro Manrique (cf. n. 4). - Que querían hacer y acontecer: bravata de quien
lanza amenazas con palabras gruesas.
15 Diciendo que
en otros cabos lo había hecho, es decir, que en otras ciudades había fundado, y
de seguro procedería con la debida autorización (cf. n. 15 fin). - Recaudos:
poderes y documentos probatorios, como en el n. 12.
16 En los nn. 4
y 11.
17 Seroja: hoja
seca, hojarasca, desperdicios de leña.
18 Doña Luisa de
la Cerda.
19 Le soy a
cargo: le estoy en deuda.
20 Cf. nn. 2 y 1.
21 Refiere esta
misma intervención del Señor en la Relación 8, en términos más precisos:
"Estando en el monasterio de Toledo,y aconsejándome algunos que no diese
el enterramiento de él a quien no fuese caballero, díjome el Señor: Mucho te
desatinará, hija, si miras a las leyes del mundo. Pon los ojos en mí, pobre y
despreciado de él; ¿por ventura serán los grandes del mundo, grandes delante de
mí, o habéis vosotras de ser estimadas por linajes, o por virtudes?".
Fuente: Mercaba