En
que trata de la fundación del monasterio del Glorioso San José del Carmen en la
ciudad de Sevilla. Díjose
la primera misa día de la Santísima Trinidad, en el año de 1575 (1).
1.
Pues estando en esta villa de Beas esperando licencia del Consejo de las
Ordenes para la fundación de Caravaca (2), vino a verme allí un padre de
nuestra Orden, de los Descalzos, llamado el maestro fray Jerónimo de la Madre
de Dios, Gracián, que había pocos años que tomó nuestro hábito estando en
Alcalá, hombre de muchas letras y entendimiento y modestia, acompañado de
grandes virtudes toda su vida, que parece nuestra Señora le escogió para bien
de esta Orden primitiva, estando él en Alcalá, muy fuera de tomar nuestro
hábito, aunque no de ser religioso.
Porque aunque sus padres tenían otros
intentos, por tener mucho favor con el Rey y su gran habilidad, él estaba muy
fuera de eso. Desde que comenzó a estudiar, le quería su padre poner a que
estudiase leyes. El, con ser de harta poca edad, sentía tanto, que a poder de
lágrimas acabó con él que le dejase oír teología.
3.
En este tiempo entróse un gran amigo suyo por fraile de nuestra Orden en el
monasterio de Pastrana, llamado fray Juan de Jesús (3), también maestro. No sé
si por esta ocasión de una carta que le escribió de la grandeza y antigüedad de
nuestra Orden, o qué fue el principio, que le daba tan gran gusto leer todas
las cosas de ella y probarlo con grandes autores, que dice que muchas veces
tenía escrúpulo de dejar de estudiar otras cosas por no poder salir de éstas; y
las horas que tenía recreación era ocuparse en esto. ¡Oh sabiduría de Dios y poder!,
¡cómo no podemos nosotros huir de lo que es su voluntad! Bien veía nuestro
Señor la gran necesidad que había en esta obra que Su Majestad había comenzado,
de persona semejante. Yo le alabo muchas veces por la merced que en esto nos
hizo; que si yo mucho quisiera pedir a Su Majestad una persona para que pusiera
en orden todas las cosas de la Orden en estos principios, no acertara a pedir
tanto como Su Majestad en esto nos dio. Sea bendito por siempre.
4.
Pues teniendo él bien apartado de su pensamiento tomar este hábito, rogáronle
que fuese a tratar a Pastrana con la Priora del monasterio de nuestra Orden,
que aun no era quitado de allí, para que recibiese una monja (4). ¡Qué medios
toma la divina Majestad!, que para determinarse a ir de allí a tomar el hábito
tuviera por ventura tantas personas que se lo contradijeran, que nunca lo
hiciera. Mas la Virgen nuestra Señora, cuyo devoto es en gran extremo, le quiso
pagar con darle su hábito; y así pienso que fue la medianera para que Dios le
hiciese esta merced; y aun la causa de tomarle él y haberse aficionado tanto a
la Orden era esta gloriosa Virgen; no quiso que a quien tanto la deseaba servir
le faltase ocasión para ponerlo por obra, porque es su costumbre favorecer a
los que de ella se quieren amparar.
5.
Estando muchacho en Madrid, iba muchas veces a una imagen de nuestra Señora que
él tenía gran devoción, no me acuerdo adónde era: llamábala "su
enamorada", y era muy ordinario lo que la visitaba. Ella le debía alcanzar
de su Hijo la limpieza con que siempre ha vivido. Dice que algunas veces le
parecía que tenía hinchados los ojos de llorar por las muchas ofensas que se
hacían a su Hijo. De aquí le nacía un ímpetu grande y deseo del remedio de las
almas y un sentimiento, cuando veía ofensas de Dios, muy grande. A este deseo
del bien de las almas tiene tan gran inclinación, que cualquier trabajo se le
hace pequeño si piensa hacer con él algún fruto. Esto he visto yo por
experiencia en hartos que ha pasado.
6.
Pues llevándole la Virgen a Pastrana como engañado, pensando él que iba a
procurar el hábito de la monja, y llevábale Dios para dársele a él. ¡Oh
secretos de Dios! Y cómo, sin que lo queramos, nos va disponiendo para hacernos
mercedes y para pagar a esta alma las buenas obras que había hecho y el buen ejemplo
que siempre había dado y lo mucho que deseaba servir a su gloriosa Madre; que
siempre debe Su Majestad de pagar esto con grandes premios.
7.
Pues llegado a Pastrana, fue a hablar a la priora, para que tomase aquella
monja, y parece que la habló para que procurase con nuestro Señor que entrase
él. Como ella le vio, que es agradable su trato, de manera que, por la mayor
parte, los que le tratan le aman (es gracia que da nuestro Señor), y así de
todos sus súbditos y súbditas es en extremo amado; porque aunque no perdona
ninguna falta (que en esto tiene extremo, en mirar el aumento de la religión),
es con una suavidad tan agradable, que parece no se ha de poder quejar ninguno
de él. (5).
8.
Pues acaeciéndole a esta priora lo que a los demás, diole grandísima gana de
que entrase en la Orden, y díjolo a las hermanas, que mirasen lo que les
importaba, porque entonces había muy pocos o casi ninguno semejante (6), y que
todas pidiesen a nuestro Señor que no le dejase ir, sino que tomase el hábito.
Es
esta priora grandísima sierva de Dios, que aun su oración sola pienso sería
oída de Su Majestad, ¡cuánto más las de almas tan buenas como allí estaban!
Todas lo tomaron muy a su cargo, y con ayunos, disciplinas y oración lo pedían
continuo a Su Majestad, y así fue servido de hacernos esta merced. Que, como el
padre Gracián fue al monasterio de los frailes y vio tanta religión y aparejo
para servir a nuestro Señor, y sobre todo ser Orden de su gloriosa Madre que él
tanto deseaba servir, comenzó a moverse su corazón para no tornar al mundo.
Aunque el demonio le ponía hartas dificultades, en especial de la pena que
había de ser para sus padres, que le amaban mucho y tenían gran confianza había
de ayudar a remediar sus hijos, que tenían hartas hijas e hijos (7), él, dejando
este cuidado a Dios, por quien lo dejaba todo, se determinó a ser súbdito de la
Virgen y tomar su hábito. Y así se le dieron con gran alegría de todos, en
especial de las monjas y priora, que daban grandes alabanzas a nuestro Señor,
pareciéndole que las había Su Majestad hecho esta merced por sus oraciones.
9.
Estuvo el año de probación con la humildad que uno de los más pequeños
novicios. En especial se probó su virtud en un tiempo que, faltando de allí el
prior, quedó por mayor un fraile harto mozo y sin letras y de poquísimo talento
ni prudencia para gobernar; experiencia no la tenía, porque había poco que
había entrado. Era cosa excesiva de la manera que los llevaba y las
mortificaciones que les hacía hacer; que cada vez me espanto cómo lo podían sufrir,
en especial semejantes personas, que era menester el espíritu que le daba Dios
para sufrirlo. Y hase visto bien después que tenía mucha melancolía y en
ninguna parte (8), aun por súbdito hay trabajo con él, cuánto más para
gobernar; porque le sujeta mucho el humor, que él buen religioso es, y Dios
permite algunas veces que se haga este yerro de poner personas semejantes para
perfeccionar la virtud de la obediencia en los que ama.
10.
Así debió ser aquí, que en mérito de esto (9) ha dado Dios al padre fray
Jerónimo de la Madre de Dios grandísima luz en las cosas de obediencia para
enseñar a sus súbditos, como quien tan buen principio tuvo en ejercitarse en
ella. Y para que no le faltase experiencia en todo lo que hemos menester, tuvo
tres meses antes de la profesión grandísimas tentaciones. Mas él, como buen
capitán que había de ser de los hijos de la Virgen, se defendía bien de ellas;
que cuando el demonio más le apretaba para que dejase el hábito, con prometer
de no le dejar y prometer los votos, se defendía. Diome cierta obra que
escribió con aquellas grandes tentaciones, que me puso harta devoción y se ve
bien la fortaleza que le daba el Señor.
11.
Parecerá cosa impertinente haberme comunicado él tantas particularidades de su
alma; quizá lo quiso el Señor para que yo lo pusiese aquí, porque sea El
alabado en sus criaturas; que sé yo que con confesor ni con ninguna persona se
ha declarado tanto. Algunas veces había ocasión, por parecerle que con los
muchos años y lo que oía de mí tendría yo alguna experiencia. A vueltas de
otras cosas que hablábamos, decíame éstas y otras que no son para escribir, que
harto más me alargara.
12.
Idome he, cierto, mucho a la mano, porque si viniese algún tiempo a las suyas,
no le dar pena. No he podido más, ni me ha parecido (pues esto, si se hubiere
de ver, será a muy largos tiempos), que se deje de hacer memoria de quien tanto
bien ha hecho a esta renovación de la Regla primera. Porque, aunque no fue él
el primero que la comenzó, vino a tiempo que algunas veces me pesara (10) de
que se había comenzado si no tuviera tan gran confianza de la misericordia de
Dios. Digo las casas de los frailes, que las de las monjas, por su bondad,
siempre hasta ahora han ido bien; y las de los frailes no iban mal, mas llevaba
principio de caer muy presto; porque, como no tenían Provincia por sí, eran
gobernados por los Calzados. A los que pudieran gobernar, que era el padre fray
Antonio de Jesús, el que lo comenzó, no le daban esa mano, ni tampoco tenían
constituciones dadas por nuestro reverendísimo padre General (11). En cada casa
hacían como les parecía. Hasta que vinieran, o se gobernaran de ellos mismos,
hubiera harto trabajo, porque a unos les parecía uno y a otros otro. Harto
fatigada me tenían algunas veces.
13.
Remediólo nuestro Señor por el padre maestro fray Jerónimo de la Madre de Dios,
porque le hicieron Comisario Apostólico y le dieron autoridad y gobierno sobre
los Descalzos y Descalzas (12). Hizo constituciones para los frailes, que
nosotras ya las teníamos de nuestro reverendísimo padre General, y así no las
hizo para nosotras, sino para ellos con el poder apostólico que tenía y con las
buenas partes que le ha dado el Señor, como tengo dicho (13). La primera vez
que los visitó, lo puso todo en tanta sazón y concierto, que se parecía bien
ser ayudado de la divina Majestad y que nuestra Señora le había escogido para
remedio de su Orden, a quien suplico yo mucho acabe con su Hijo siempre le
favorezca y dé gracia para ir muy adelante en su servicio. Amén.
NOTAS CAPÍTULO 23
1 La Santa había escrito: 1574.
Luego ella o un revisor corrigió el error.
2 Lo referirá por menudo en el c.
27. - El P. Gracián es personaje importantísimo en la historia teresiana y en
la de sus Fundaciones. Nacido en Valladolid en 1545, entró en el noviciado de
Pastrana en 1572, a sus dos años de sacerdocio, y profesó en 1573. Cuando se
encontró por primera vez con la Santa en Beas por abril de 1575, ya estaba
investido de cargos de suma importancia en el Carmelo español y de grave
trascendencia para el porvenir de la Reforma. Santa Teresa tuvo por él una
admiración superlativa, y un amor filial y materno a la vez. Estas relaciones
están magníficamente documentadas en el Epistolario teresiano y en casi todos
los escritos del privilegiado Padre.
3 Juan de Jesús, Roca, era catalán
(1543), condiscípulo de Gracián en la Universidad de Alcalá, había entrado en
el noviciado de Pastrana unos meses antes que éste (1/1/1572).
4 El monasterio... aun no era
quitado de allí: se trasladaría a Segovia en abril de 1574: cf. c. 21, nn.
10-11. - Era Priora Isabel de Santo Domingo, la misma que se enfrentó
valientemente con la Princesa de Eboli. - La monja cuya entrada negoció Gracián
fue Bárbara del Espíritu Santo.
5 El periodo queda inconcluso a
causa de los numerosos incisos. Lo reanuda así: "Como ella lo vio...
(sigue la serie de incisos: n. 7), diole grandísima gana de que entrase en la
Orden..." (n. 8).
6 O casi ninguno semejante, es
aclaración que agregó la Santa entre líneas, insistiendo en su apreciación de
la excepcionalidad de Gracián.
7 Llegaron a ser; sobrevivieron 13.
8 En ninguna parte... se libra de
ella (de la melancolía); tal parece ser el sentido de la frase, truncada. - Se
trata de fray Angel de S. Gabriel, que por aquellas fechas desempañó el cargo
de Maestro de Novicios, abundando en terribles austeridades y pruebas
ascéticas: hubo de ser desautorizado por el P. Báñez y depuesto por San Juan de
la Cruz, quien con fino tacto enderezó y encauzó aquellos fervores
descabellados. - El prior ausente era Baltasar de Jesús (Nieto).
9 En mérito: quizá quiera decir
"en pago" o "en premio".
10 La Santa había escrito: me iba
a (pesar), pero tachó y matizó diversamente su acerbo juicio. - Unas líneas más
adelante hizo otro tanto: no tenían Provincial, había escrito: no tenían cabeza
(superior).
11 La Santa parece negar que los
descalzos tuviesen constituciones propias dadas por Rubeo. Lo repetirá en el n.
13. Sin embargo, hacia 1568 el P. General había redactado o hecho redactar un
texto de constituciones calcadas sobre las de la Santa para las monjas. De este
texto conservamos sólo el borrador, e ignoramos si llegó a ser promulgado.
12 Gracián (fray Jerónimo de la M.
de Dios), fue nombrado por Vargas Visitador Apostólico Delegado en septiembre
de 1573. En 1574 pasó a ser Vicario Provincial de los Descalzos y Visitador
Apostólico de los Calzados de Andalucía. Al año siguiente, 1575, su autoridad
se extendió a toda la Reforma teresiana.
13 Cf. prólogo de las
Constituciones, p. 1571. Sobre las Constituciones del P. Gracián, cf. FRANCISCO
DE SANTA MARÍA, Reforma, t. 1, L. 3, c. 41, p. 530.
Fuente:
Mercaba