La primera vez que uno participa en Misa
puede ser muy confusa, si no sabe el por qué de cada cosa
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Dominio público |
Ya se trate de los no
católicos que asisten a una misa con su pareja católica, o de gente que pide
información acerca de la fe; si no se han criado yendo a Misa, su primera vez
en ella (y la segunda y la tercera…) pueden ser bastante confusas, haciendo que
las personas se sientan como si estuvieran desubicadas. He aquí algunas de las
preguntas más comunes que los que son nuevos en Misa se hacen, con sus
respuestas.
1. ¿De qué se trata todo eso de sentarse, levantarse y
arrodillarse?
Cada postura
durante la Misa tiene su función y significado.
Cuando nos sentamos, nos
dedicamos a la escucha activa, dando toda nuestra atención a las lecturas, la
homilía y algunas de las oraciones.
Nos levantamos por un par de
razones: para escuchar el Evangelio (estamos sentados durante otras lecturas de
la Biblia) y reconocer que estamos en la presencia de Cristo, ya que el
Evangelio es la Palabra de Dios que nos habla en el presente. Escuchamos acerca
de la vida de Jesús y lo que Él dijo, permaneciendo así de pie en honor y
respeto a Él.
A veces, estar de pie juntos
demuestra nuestra unidad en la oración como Cuerpo de Cristo (como cuando
rezamos el Credo o las peticiones generales), y también estamos juntos de pie
preparándonos para recibir el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía (ver # 4).
Arrodillarse es una postura
penitencial y reverencial. Reconocemos nuestra naturaleza pecadora y nuestra
necesidad de la sanación de Dios, por lo que nos arrodillamos ante la presencia
Real de Cristo en la Eucaristía (la mayoría debe hacerlo durante la consagración
mientras las oraciones de consagración Eucarística son realizadas por el
Sacerdote) pidiendo por esa sanación.
2. ¿Qué es ese movimiento serpenteante que hacen frente a sus
rostros antes de leer el Evangelio?
Este es uno de mis favoritos,
porque incluso muchos católicos no saben la respuesta. Antes de leer el
Evangelio, cuando la comunidad se encuentra de pie y lista para escuchar, nos
hacemos la señal de la cruz (por lo general con un pulgar o haciendo la cruz
con el pulgar e índice) en la frente, los labios y el corazón que significa que
estamos diciéndole a Dios que mantendremos siempre el Evangelio en nuestras
mentes, en nuestros labios y en nuestros corazones.
Si mantenemos el Evangelio en
estos tres lugares, todos nuestros pensamientos, palabras y deseos estarán
alineados con Jesús. Es un recordatorio físico para nosotros de que necesitamos
no sólo escuchar el Evangelio, sino vivirlo cada día de nuestras vidas. Muchos,
pero muchos católicos no saben esto, y solo hacen un garabato loco en su cabeza
y torso.
3. ¿Cómo es qué todo el mundo parece saber lo que está pasando y
lo que pasará después ?
Esta es una de las mejores
cosas de la misa católica. La forma en que lo hacemos en un lugar, es de la
misma manera que lo hacen en todas partes del mundo. Y la forma en que lo
hacemos hoy es más o menos la misma forma en que se ha hecho desde el primer
siglo. Eso es mucho tiempo para llegar a conocer cómo hacer algo.
Desde las oraciones que
decimos hasta las lecturas bíblicas que se leen, las posturas y respuestas con
las que participamos en ella, está todo planeado y es uniforme en todos los
idiomas. Esto es impresionante, ya que, si estás familiarizado con ello, sólo
puede sumergirse en la celebración, dejar de lado todo lo que estaba pesando en
su camino y dejar que el ritual suceda. Hay fluidez, belleza y consuelo para el
cansancio y las preocupaciones en esta hermosa rutina.
Construido dentro de esta
rutina se encuentra un ciclo de lecturas bíblicas que cambian semanalmente
(pero sabemos lo que viene), canciones y oraciones de petición (las
intenciones) que cambian semanalmente, y una homilía que debe cambiar de
acuerdo con el Evangelio. Así, nunca es exactamente lo mismo, pero siempre
dentro del mismo formato. Se hace más fácil a medida que avanza. Además, la
mayoría de las parroquias tienen un misal en las bancas, con el cual usted
puede seguir todo el orden de la misa. Muchas parroquias utilizan misales
completos, conocidos como “El Pan de la Palabra” o “Pan diario”.
Una de las cosas más hermosas
de todo esto es que si estás de viaje, puedes acudir a misa aunque sea en otro
idioma, y aunque no entiendas las palabras exactas, siempre sentirás que estás
en un ambiente y una celebración que te es familiar.
4. ¿Qué es esa oblea que todos ustedes reciben, y puedo recibir
una también?
La fuente y cumbre de todo lo
que hacemos como católicos es la Eucaristía, también conocida como la Sagrada
Comunión. Jesús dijo en el Evangelio “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El
que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para
la Vida del mundo” (Juan 6,51). Los católicos entendemos esto literalmente. En
la Última Cena, Jesús tomó el pan y el vino, los bendijo y dijo: “Esto es mi
cuerpo”, “Esta es mi sangre” y “Haced esto en memoria mía.” (Lucas 22). Tomamos
esto del Evangelio de Lucas literalmente, también.
Lo que celebramos en la Misa
es el sacrificio de Jesús por nosotros en la Cruz. Él hizo ese sacrificio una
vez por todos, pero también nos dijo que tenemos que participar en él. Nuestra
celebración de este sacrificio no es uno nuevo, sino que trae al presente este
único Sacrificio. La hostia y el vino son transformados en presencia real y
verdadera de Jesús, en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. No es un símbolo para
nosotros, es una realidad. Y así, pedimos que sólo aquellos que están unidos
con nosotros en esa creencia a través de la Iglesia Católica participen en la
recepción de la Comunión.
5. ¿Por qué los católicos comienzan sus oraciones con la señal de
la Cruz?
Esta práctica tiende a ser
particularmente incómoda y difícil para los protestantes que se unen con los
católicos para adorar (o se unen a la Iglesia Católica). Como católicos, hay un
par de razones por que comenzamos toda oración con “En el nombre del Padre, y
del Hijo y del Espíritu Santo”, mientras hacemos la señal de la cruz en nuestro
cuerpo.
En primer lugar, hacemos un
llamado a todo el ser de Dios, la Santísima Trinidad. Estp nos recuerda que
cuando oramos, incluso si nos enfocamos en uno de los miembros de la Santísima
Trinidad (como cuando oramos específicamente a Dios Padre, a Jesús o al
Espíritu Santo), siempre estamos comprometiendo a un Dios trinitario. Los tres
están siempre presentes, los tres forman el único Dios.
La otra parte de este acto de
hacer el signo de la cruz sobre nosotros mismos, como un recordatorio de que
mientras nos dirigimos a la Santísima Trinidad en nuestra oración, nos
acercamos a Dios con humildad; comprendiendo que sólo somos salvados por el
sacrificio que Jesús hizo por nosotros en la Cruz. Toda nuestra relación con
Dios comienza y termina con este acto desinteresado de Jesús y estamos llamados
a imitar ese amor que Él tiene para nosotros, al hacer sacrificios por los
demás. Nos comunicamos con Dios con la esperanza de llegar a ser un poco más como
Cristo, lo que significa que tenemos que ser lo más entregados y sacrificados
que podamos, así como lo hizo Jesús.
6. ¿Por qué todo el mundo sumerge sus dedos en el agua cuando
entran en la Iglesia?
El agua, ya sea en la fuente
bautismal o las pequeñas fuentes fijadas a las paredes de la entrada de la
Iglesia, es agua bendita. Cuando entramos en la Iglesia, nos mojamos los dedos
en el agua y hacemos la señal de la cruz en nosotros mismos para recordar
nuestro Bautismo, ya que a través de éste hicimos nuestra entrada a la Iglesia
(como cristianos), recibimos nuestra identidad como hijos adoptivos de Dios y
la primera llamada hecha por Dios a vivir de otra manera.
Entramos en el templo con
esta señal para recordarnos que somos hijos de Dios y estamos en Su casa,
compartiendo con otros hijos de Dios (nuestros hermanos) la comida más especial
que Él puede darnos, la Eucaristía. Nosotros decimos que la Iglesia es el
“cuerpo de Cristo”, y esta agua nos recuerda que nuestra familia parroquial y
nuestra familia de todos los creyentes en el mundo, componen ese cuerpo. Nos
pertenecemos los unos a los otros, somos responsables de los demás, estamos
llamados a compartir nuestra fe y nuestra vida con los hermanos. Y todos
estamos unidos y nos han perdonado el pecado original a través de este único
Bautismo.
7. ¿Por qué todo el mundo al entrar al templo se arrodilla antes
de ir sentarse en las bancas?
Esta es otra de esas cosas
que una gran cantidad de católicos no saben, así que me encanta compartirla.
Cuando entramos en la Iglesia, después de recordar lo que somos en el Bautismo,
nos acordamos de lo que nos lleva allí: la presencia de Jesús en la Eucaristía.
Hay un receptáculo en la Iglesia que debe estar en un lugar muy destacado y que
se llama Sagrario o Tabernáculo. Es donde guardamos a Jesús Eucaristía presente
en las hostias que fueron consagradas en una Misa anterior (pan transformado en
la Verdadera Presencia de Cristo). Las guardamos allí para emergencias y para
ser llevadas por un sacerdote al salir a visitar a enfermos, ancianos y
hospitales.
Ya que creemos que Jesús está
realmente presente en la Eucaristía, nos arrodillamos en una rodilla en la
dirección del Tabernáculo, un gesto llamado “genuflexión”. Al igual que en
tiempos muy antiguos, hacemos una genuflexión como un reconocimiento de que
nuestro Rey Jesucristo está ahí realmente. Nuestra respuesta a su presencia es
por respeto, honor y homenaje.
8. ¿Por qué las iglesias católicas tienen siempre una cruz con el
cuerpo de Jesús en ella?
Llamamos a la cruz con el
cuerpo de Jesús en ella, un crucifijo. Para los católicos, nuestro aprecio por
la Cruz no es por la Cruz en sí misma, si no por lo que Jesús hizo por nosotros
en esa Cruz. Por supuesto, Jesús fue resucitado, Él no sigue muerto en la cruz,
pero es importante para nosotros entrar en la experiencia de la crucifixión. No
fue estéril y no puede ser estéril en nuestra memoria. Jesús; 100% Dios, 100%
hombre, realmente sufrió y murió en la cruz. Creemos que esta acción (junto con
la resurrección) nos ofrece la salvación.
También creemos que debido a
que el sufrimiento de Jesús tuvo un sentido, nuestro sufrimiento también lo
tiene. Cuando nos fijamos en el crucifijo, se nos recuerda que Dios conoce
nuestro sufrimiento. También nos recuerda que, al igual que Jesús no estuvo
solo en su sufrimiento, nosotros tampoco lo estamos. Y por último, al igual que
el sufrimiento de Jesús no fue el final de su historia; tampoco lo es de la
nuestra. Dios nunca deja sin respuesta este sufrimiento; y el crucifijo es
nuestra bandera para la conquista definitiva de Dios sobre el pecado y la
muerte a través de Su propio sufrimiento.
Fuente: Catholic365.com. Autor: Jen
Schlameuss-Perry. Artículo originalmente publicado en español por pildorasdefe.net
Fuente: pildorasdefe.net