San Luis María Grignion de Montfort
muestra la perfecta consagración a Jesucristo
4.
Celebración especial del misterio de la Encarnación.
243.
Cuarta Práctica. Profesarán singular devoción al gran misterio de la
Encarnación del Verbo, el 25 de marzo. Este es, en efecto, el misterio propio
de esta devoción, puesto que ha sido inspirada por el Espíritu Santo:
1º
para honrar e imitar la dependencia inefable que Dios Hijo quiso tener respecto
a María para gloria del Padre y para nuestra salvación. Dependencia que se
manifiesta de modo especial en este misterio en el que Jesucristo se hace
prisionero y esclavo en el seno de la excelsa María, en donde depende de Ella
en todo y para todo;
2º
para agradecer a Dios las gracias incomparables que otorgó a María y
especialmente el haberla escogido por su dignísima Madre: elección realizada
precisamente en este misterio.
244.
Observa que digo ordinariamente: el esclavo de Jesús en María. En verdad se
puede decir, como muchos lo han hecho hasta ahora: el esclavo de María, la
esclavitud de la Sma. Virgen. Pero creo que es preferible decir: el esclavo de
Jesús en María, como lo aconsejaba M. Tronson, Superior General del Seminario
de San Sulpicio, renombrado por su rara prudencia y su consumada piedad, aun
clérigo que le consultó sobre este particular.
Las
razones son éstas:
245.
1º Vivimos en un siglo orgullosos, en el que gran número de sabios engreídos,
presumidos y críticos hallan siempre algo que censurar hasta en las prácticas
de piedad mejor fundadas y más sólidas. Por tanto, a fin de no darles ocasión
de crítica, vale más decir: la esclavitud de Jesucristo en María y llamarse
esclavo de Jesucristo que esclavo de María, tomando el nombre de esta devoción
preferiblemente de su fin último, que es Jesucristo, y no del camino y medio
para llegar a la meta, que es María. Sin embargo, se puede, en verdad, emplear
una y otra expresión, como yo lo hago. Por ejemplo, un hombre que viaja de
Orléans a Torus pasando por Amnoise, puede muy bien decir que va a Amboise y
que viaja a Tours, con la diferencia, sin embargo, de que Amboise no es más que
el camino para llegar a Tours, y que Tours es la meta y término de su viaje.
246.
2° El principal misterio que se honra y celebra en esta devoción es el misterio
de la Encarnación. En él Jesucristo se halla presente y encarnado en su seno.
Por ello, es mejor decir la esclavitud de Jesús en María, de Jesús que reside y
reina en María, según aquella hermosa plegaria de tantas y tan grandes almas:
"Oh
Jesús, que vives en María, ven a vivir en nosotros con tu espíritu de santidad,
con la plenitud de tu poder, con la perfección de tus caminos, con la comunión
de tus misterios! "Domina en nosotros sobre todo poder enemigo, con tu
Espíritu Santo, para la gloria del Padre! Amén".
247.
3° Esta manera de hablar manifiesta mejor la unión íntima que hay entre Jesús y
María. Ellos se hallan íntimamente unidos, que el uno está totalmente en el
otro: Jesús está todo en María y María toda en Jesús, o mejor, no vive Ella
sino Jesús en Ella. Antes separaríamos la luz del sol que a María de Jesús. De
suerte que al Señor se le puede llamar Jesús de María y al Sma. Virgen, María
de Jesús.
248.
El tiempo no me permite detenerme aquí para explicar las excelencias y
grandezas del misterio de Jesús que vive y reina en María, es decir, de la
Encarnación del Verbo. Me contentaré con decir en dos palabras:
*
que éste es el primer misterio de Jesucristo, el más oculto, el más elevado y
menos conocido;
*
que en este misterio, Jesús en el seno de María al que por ello denominan los
santos la sala de los secretos de Dios escogió de acuerdo con Ella a todos los
elegidos;
*
que en este misterio realizó ya todos los demás misterios de su vida, por la
aceptación que hizo de ellos: "Por eso, al entrar Cristo al mundo dice:
"Mira, aquí vengo; aquí estoy para cumplir tu voluntad"...
*
que este misterio es, por consiguiente, el compendio de todos los misterios de
Cristo y encierre la voluntad y gracia de todos ellos;
y,
por último, que este misterio es el trono de la misericordia, generosidad y
gloria de Dios;
Es
el trono de la misericordia divina para con nosotros, porque no podemos
acercarnos a Jesús sino por María, no podemos ver ni hablar a Jesús sino por
María, porque mientras Jesús, nuevo Adán, permanece en María su verdadero
paraíso terrestre realizó en él ocultamente tantas maravillas, que ni los
ángeles ni los hombres alcanzan a comprenderlas; por ello, los santos llaman a
María la magnificencia de Dios como si Dios sólo fuera magnifico en María.
Es
el trono de gloria que Jesús tributa al Padre, porque:
En
María aplacó El perfectamente a su Padre irritado contra los hombres;
En
Ella reparó perfectamente la gloria que el pecado le había arrebatado;
En
Ella, por el holocausto que ofreció de su voluntad y de sí mismo, dio al Padre
más gloria que la que le habían dado todos los sacrificios de la Ley antigua;
Y,
finalmente, en Ella le dio una gloria infinita, que jamás había recibido del
hombre.
5.
Recitación del Avemaría y del Rosario.
249.
Quinta práctica. Recitarán con gran devoción el Avemaría o salutación angélica,
cuyo valor, mérito, excelencia y necesidad apenas conocen los cristianos, aun
los más instruidos. Ha sido necesario que la Sma. Virgen se haya aparecido
muchas veces a grandes y muy esclarecidos santos como Santo Domingo, San Juan
de Capistrano o el beato Alano de la Roche para manifestarles por sí misma el
valor del Avemaría. Ellos escribieron libros enteros sobre las maravillas y
eficacia de esta oración para convertir las almas. Proclamaron a voces y
predicaron públicamente que habiendo comenzado la salvación del mundo por el Avemaría,
a esta oración está vinculada también la salvación de cada uno en particular,
que esta oración hizo que la tierra seca y estéril produjese el fruto de vida y
que, por tanto, esta oración bien rezada hará germinar en nuestras almas la
palabra de Dios y producir el fruto de vida, Jesucristo, que el Avemaría es un
rocío celestial que riega la tierra, es decir, el alma, para hacerle producir
fruto en tiempo oportuno y que un alma que no es regada por esta oración o
rocío celestial no produce fruto sino malezas y espinas y está cerca de recibir
la maldición.
250.
He aquí lo que la Sma. Virgen reveló al beato Alano de la Roche, como se lee en
su libro De Dignitate Rosarii, y luego en Cartagena: "Sabe, hijo mío, y
hazlo conocer a todos, que es señal probable y próxima de condenación eterna el
tener aversión, tibieza y negligencia a la recitación de la salutación
angélica, que trajo la salvación a todo el mundo". Palabras tan
consoladoras y terribles, a la vez, tanto que nos resistiríamos a creerlas, si
no las garantizara la santidad de este varón y la de Santo Domingo antes que
él, y después, la de muchos grandes personajes junto con la experiencia de
muchos siglos. Pues siempre se ha observado que los que llevan la señal de la
reprobación como los herejes, impío, orgullosos y mundanos odian y desprecian
el Avemaría y el Rosario.
Los
herejes aprenden a rezar el Padrenuestro pero no el Avemaría, ni el Rosario. ¡A
éste lo consideran con horror! Antes llevaría consigo una serpiente que un
rosario.
Asimismo
los orgullosos, aunque católicos, teniendo como tienen las mismas inclinaciones
que su padre, Lucifer, desprecian o miran con indiferencia el Avemaría
consideran el Rosario como devoción de mujercillas, sólo buena para ignorantes
y analfabetos.
Por
el contrario, la experiencia enseña que quienes manifiestan grandes señales de
predestinación, estiman y rezan con gusto y placer el Avemaría, y cuanto más
unidos viven a Dios, más aprecian esta oración. La Sma. Virgen lo decía al
Beato Alano a continuación de las palabras antes citadas.
251.
No sé como ni por qué, pero es real: no tengo mejor secreto para conocer si una
persona es de Dios, que observar si gusta de rezar el Avemaría y el Rosario.
Digo si gusta porque puede suceder que una persona esté natural o
sobrenaturalmente imposibilitada de rezarlos, pero siempre los estima y
recomienda a otros.
252.
Recuerden, almas predestinadas, esclavas de Jesús en María, que el Avemaría es
la más hermosa de todas las oraciones después del Padrenuestro. El Avemaría es
el más perfecto saludo que pueden dirigir a María. Es, en efecto, el saludo que
el Altísimo le envío por medio de un arcángel para conquistar su corazón y fue
tan poderoso sobre el corazón de María que, no obstante su profunda humildad,
Ella dio su consentimiento a la Encarnación del Verbo. Con este saludo
debidamente recitado también ustedes conquistarán infaliblemente su corazón.
253.
El Avemaría bien dicha, es decir, con atención, devoción y modestia, es según
los Santos el enemigo del diablo, a quien hace huir, y el martillo que lo
aplasta. Es la santificación del alma, la alegría del los ángeles, la melodía
de los predestinados, el cántico del Nuevo Testamento, el gozo de la Sma.
Virgen y la gloria de la Sma Trinidad. El Avemaría:
*
es un rocío celestial que hace al alma fecunda,
*
es un casto y amoroso beso que damos a María,
*
es una rosa encarnada que le presentamos,
*
es una perla preciosa que le ofrecemos,
*
es una copa de ambrosía y néctar divino que le damos.
Todas
estas comparaciones son de los santos
254.
Les ruego, pues, con la mayor insistencia y por el amor que les profeso en
Jesús y María que no se contentes con rezar la Coronilla de la Sma. Virgen.
Recen también el Rosario y, si tienen tiempo, los quince misterios, todos los
días. Ala hora de la muerte bendecirán el día y hora en que aceptaron mi
consejo. Y, después de haber sembrado en las bendiciones de Jesús y de María,
cosecharán las bendiciones eternas. "Quien hace siembras generosas,
generosas cosechas tendrá".
6.
Recitación del Magníficat.
255.
Sexta práctica. Recitarán frecuentemente el Magníficat a ejemplo de la beta
María d’Oignies y de muchos otros santos para agradecer a Dios las gracias que
otorgó a la Sma. Virgen. El Magníficat es la única oración y el único cántico
compuesto por la Sma. Virgen o mejor en Ella por Jesucristo que hablaba por
boca de María. Es el mayor sacrificio de alabanza que Dios ha recibido en la
ley de la gracia. Es el más humilde reconocido y, a la vez, el más sublime y
elevado de todos los cánticos. En él hay misterios tan grandes y ocultos que
los ángeles los ignoran.
"El
hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón.
7.
Menosprecio del mundo.
256.
Séptima práctica. Los fieles servidores de María deben poner gran empeño en
menospreciar, aborrecer y huir de la corrupción del mundo y servirse de las
prácticas de menosprecio de lo mundano que hemos indicado en la primera parte.
Fuente: Mercabá