DECÁLOGO DEL EVANGELIZADOR TÓXICO

La vida cristiana no consiste en cargar fardos pesados a los demás sino en mostrar que Dios camina con nosotros aún en nuestra debilidad y dificultad

Cuando 'evangelizar' hace daño, no es evangelizar.

Hoy quiero desahogarme con vosotros. A la hora de hablar nosotros los sacerdotes -y lo mismo pasa con responsables de grupos y catequistas-, hay cosas que son insoportables para mucha gente. Y que pueden hacer daño. Toxicidad, dirían hoy los jóvenes. Aquí va, según mi experiencia, una lista de diez cosas que matan la evangelización y la paciencia de la gente que nos escucha. 

1. Moralismos: cuando los que hablan lo hacen como quien reparte deberes desde un plano superior. Utilizan a menudo frases como “tienes que” o “debes hacer” pero nunca “yo te ayudo” o “te acompaño”. La vida cristiana no consiste en cargar fardos pesados a los demás sino en mostrar que Dios camina con nosotros aun en nuestra debilidad y dificultad. Yo huyo de la moralina.

2. Buenismos: es el arte de no decir nada fuerte para no molestar a nadie. “Ay de los que llaman al mal bien”, dijo Jesús. El mal no solo lo extienden los malos con sus acciones sino también los buenos con sus silencios. Recuerda que Jesús hablaba de ser la sal de la tierra, no dijo nada del azúcar. Hay quien solo se atreve a hablar con claridad a los humildes que sabe que le dirán que sí a todo y calla ante los soberbios que sabe que le harán frente.

3. Quedabienismos: es el arte abstracto de hablar sin incomodar a nadie pero diciéndole a cada uno lo que quiere escuchar para que no se moleste contigo. Siempre quedando bien. Es manipular a través de lo políticamente correcto: no te quiero y te doy un palo, pero luego te levanto y te doy caricias y te digo que te quiero para que te creas que soy bueno y lo hago por tu bien. Desconfía de quien te tire y se tire muchas flores. Palabras bonitas, dardos afilados.

4. Esloganismo: es cuando se repiten frases que suenan bien pero no dicen nada, son superficiales. Ejemplos: “Confía”, "Sonríe",  “Todo pasa por algo”, “Lo que es para ti llegará”. A quien las escucha le parece que se le habla para ser quitado de en medio. No es que esas expresiones sean mentira. Pero lo profundo requiere palabras encarnadas. El Evangelio no es un eslogan: se vive. Si no estás dispuesto a acompañar a quien sufre, mejor cállate.

5. Coaching espiritual: es convertir la fe en un libro de autoayuda. Como si Dios fuera el entrenador personal para conseguir “la mejor versión de ti mismo”. Se usan frases motivadoras al estilo de “Con Dios estarás en tu prime” o “Con Él eres el GOAT”. Quien está triste y escucha estas cosas se puede llegar a creer que si no se anima es por su propia culpa, que no hace o no vale lo suficiente.

6. Testimonios impostados: no hay nada más falso que un testimonio de cartón. La gente no es tonta y reconoce lo auténtico al instante. Sabe cuándo el que habla vive y se cree lo que dice y cuándo es una exageración para impresionar a quien escucha. Alguno puede creérselo y sentirse mal porque su vida no es tan “perfecta”. Un testimonio es contar lo que Dios hizo en ti, no lo que crees que suena bien en las orejas de los demás.

7. Intensismo: los que hablan sin escuchar. Hablan, hablan y hablan cansinamente pensando que lo que dicen es estupendo. Insisten, insisten e insisten. Repiten, repiten y repiten las mismas cosas. Se gustan a sí mismos y creen que gustan a los demás. Acompañar a alguien no es soltarle un discurso chapa y esperar aplausos, es escuchar la herida del otro, dejarle llorar, a veces no hay que decir nada. No seais pesaos.

8. Sacafaltismos: es la especialidad de ver la paja en el ojo ajeno y estar ciego ante la viga del propio. Decir “esto está mal” o “eso es pecado” y luego desaparecer es fácil, se van tan contentos a casa y tú te quedas destrozado. Corregir cristianamente es decir la verdad con caridad y cercanía, no señalarla desde lejos y aprovechar para hacer leña del árbol caído después. La corrección cristiana solo sana cuando quien la da también te quiere.

9. Falsas promesas de éxito: decir frases del tipo: “Solo si haces esto, todo irá bien” o “Dios te abrirá esa puerta sí o sí” es vender humo espiritual. Jesús no ofreció éxito, ofreció cruz. Y si Él no miente, ¿por qué mentir a otros prometiendo lo contrario? Lo que sí prometió por el camino de la Cruz es la vida eterna. La realidad es que la fe no es garantía de finales cómodos en esta vida, pero sí en el Cielo.

10. Urgencias tóxicas: expresiones del tipo “Es tu culpa por no convertirte” o "Lo tienes que hacer ya" dañan más que ayudan. El camino de conversión lleva tiempo, toda una vida junto a Dios. Exigir no convierte; presentar la belleza de Dios, animar a ello y estar cercanos, sí. La gracia no corre sino que va haciendo madurar. Y Dios no va con prisa, va contigo aunque vayas despacio.

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Sin duda yo he caído y caeré en esos errores muchas veces. La lista podría seguir, porque todos hemos visto cosas que más que acercar, espantan. Hay que ser firmes pero cuidadosos. Pero aunque eso te haya ocurrido y tengas una herida, recuerda que tenemos un Dios de carne que se complace y regocija en cargar con la oveja perdida sobre sus hombros para llevarla de nuevo a casa.

Francisco Javier Bronchalo

Fuente: ReligiónenLibertad