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| Lucas Buch. Dominio público |
Si por algo se caracterizan los textos del profesor de Teología de la Universidad de Navarra, Lucas Buch, es por ser fruto maduro de su mente analítica y de su capacidad de presentar las cuestiones teológicas en permanente diálogo con los marcos mentales en boga.
Originalidad de la obra
La solidez, claridad y expresividad de sus escritos hacen que todo lo que presenta, por un lado, siempre sorprenda al lector a partir de la originalidad del enfoque y que los argumentos, por otro, los sostenga sobre sólidas bases también antropológicas.
No era fácil la tarea que se le había encomendado en el Centro para la Enseñanza de la Religión Católica (CER) de la Universidad de los Andes, en Santiago de Chile. En el marco de un Congreso Internacional sobre la Enseñanza de la Religión, el profesor Buch tenía que ofrecer los criterios directivos ante cuestiones no menores. Lo pensado y lo dicho se ha traducido en los tres capítulos que ahora se presentan y que versan sobre “Evangelizar los deseos de los jóvenes”, “Presentar a Cristo a los niños y a los jóvenes” y “Cómo hablar de la vida eterna en la clase de religión”.
Tengo que confesar que ésta última aportación me parece original e interesante porque en no pocas ocasiones he tenido la sensación de que en la clase de religión se habla de todo lo humano y no sé si de todo lo divino.
Claridad pedagógica del libro
Del contenido del libro destacaría, para empezar, la claridad pedagógica con la que el profesor Buch establece el marco general de lo que significa el despertar religioso a partir de reconocimiento de Cristo a través de lo que implica la compañía propia de todo proceso educativo.
¿Cómo es el “ahora” de Dios? ¿Cómo son los niños, los adolescentes y los jóvenes? Aquí nuestro autor toma pie desde las investigaciones de Jean Twenge, una autora que ha estudiado a fondo la caracterología juvenil para ofrecer una serie de respuestas a los anhelos de los jóvenes: ser amados, el deseo de comunión, la construcción de la identidad o perfil biográfico y el deseo de ayudar a crear otro mundo.
Respuestas que pasan por profundizar no sólo en esos anhelos sino en los supuestos ambientales. Es esta parte del análisis de los supuestos ambientales, antes de traducir la propuesta cristiana, la que tiene un alto valor.
Poner a Cristo en el centro
A partir de ahí, en un segundo movimiento, desarrolla cómo hablar de Cristo al corazón de los sujetos educandos, privilegiando la relación de Cristo con el deseo y el corazón de las personas a través del camino de la Palabra, el Pan eucarístico y la liturgia, la caridad y la verdad, y presentando a Cristo desde la vida de los santos y desde la belleza que ha generado la vida del encuentro con el Señor en la historia.
Visión compartida con Romano Guardini
Esto es lo que conforma una visión cristiana del mundo, entendida al modo que lo hizo Romano Guardini cuando habló de “un orden, una dirección y una significación de las cosas, que son captadas desde el primer instante y en cada singularidad”.
Y aquí no me resisto a citar lo que el cardenal Ratzinger dijera en un mensaje
que envió al Meeting de Rímini en 2002: “Con frecuencia he afirmado mi convicción de que la verdadera apología del cristianismo, la demostración más convincente de su verdad contra todo lo que lo niega, la constituyen, por un lado, los santos, y por otro, la belleza que la fe ha generado. Para que hoy la fe se pueda extender, tenemos que conducirnos a nosotros mismos y guiar a las personas con las que nos encontramos al encuentro de los santos y a entrar en contacto con lo bello”.
Por último, el profesor Buch plantea cómo hablar de la muerte, del juicio, del infierno, del purgatorio, del cielo, de la resurrección, sin simplismos ni simplificaciones,
es decir, de forma creíble.
Una tarea nada fácil pero necesaria para entender lo
que significa el cristianismo como vida lograda y vida plena. 
Portada del libro Evangelizar los deseos de los jóvenes
Evangelizar los deseos de los jóvenes
Lucas Buch
EUNSA
José Francisco Serrano Oceja
