Entrevista al experto en persecución religiosa en España en el siglo XX
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| Jorge López Teulón/Manuel Herráez |
Según el
sacerdote e investigador, casi 300 eclesiásticos fueron masacrados solo en esa
diócesis, y muchos de los que sobrevivieron arrastraron secuelas psicológicas
el resto de sus vidas por el sufrimiento que padecieron
Acaba de
presentar el cuarto y último tomo de su enciclopédica obra La persecución religiosa en la archidiócesis de Toledo de 1936
a 1939. El sacerdote Jorge López Teulón ha
entregado más de 23 años de su vida a desarrollar una incansable investigación
que ha plasmado en alrededor de 2.400 páginas que recogen el
martirio de 290 sacerdotes, un subdiácono y cuatro seminaristas de
la archidiócesis de Toledo.
El sacerdote e
investigador, con más de 25 libros escritos sobre el tema, no
duda en referirse a un verdadero «holocausto sacerdotal», durante el que fue
masacrado el 48% del clero toledano. «El primer sacerdote
asesinado fue el beato Agrícola Rodríguez García de los Huertos,
párroco de Mora de Toledo y natural de Consuegra, el 22 de julio de 1936. El
último asesinado fue el siervo de Dios Félix Collado Rodríguez,
párroco de El Toboso. Murió el 25 de julio de 1937 en su casa familiar de
Corral, un año después de sufrir el martirio en El Toboso»,
explica López Teulón. Es decir, la inmensa mayoría de los crímenes se
produjeron en los primeros meses de la Guerra Civil.
– Es una
obra absolutamente pormenorizada y documentada...
– En estas más
de dos décadas he escrito sobre las vidas de los 290 sacerdotes. En el año
2019, vimos la posibilidad de empezar a recoger todo ese material en varios
libros. El primer tomo solo trata de la ciudad de Toledo, por la magnitud de lo
que sucede allí, pues 108 sacerdotes fueron asesinados: canónigos de la
catedral, 11 hermanos maristas, de los 5 jesuitas que había mataron a 3, 1
franciscano y 16 carmelitas.
Las dimensiones
de la archidiócesis en ese momento eran enormes: llegaba a Guadalajara,
Badajoz, Cáceres y hasta Albacete y Jaén.
– ¿Qué
porcentaje del clero fue asesinado en Toledo?
– El 48%. Hemos
recordado la sangría que hubo en Barbastro (Huesca). Fue un holocausto
auténtico, desde el obispo hasta seminaristas. Allí fue del 98%. Y luego, en
Cataluña, en Solsona (Lérida), se habla del 52%. Y ya enseguida, en este
ranking espantoso que fue el holocausto de la persecución religiosa, vendría
Toledo. Desde julio hasta diciembre de 1936, el 48% de los alrededor de 600
sacerdotes son asesinados en seis meses. Que se suprima la mitad del clero es
una atrocidad.
Abrir
heridas del pasado
– ¿Qué
responde usted cuando le dice que la Iglesia reabre heridas con este tipo de
temas?
– Bueno, llevo
trabajando desde el año 2002. En el año 2007 Zapatero crea la
Ley de Memoria Histórica, la primera, y coincidió con la beatificación de 498
mártires. Cuando no había nacido Zapatero, esas causas ya estaban en Roma
entregadas...
La historia de
la Iglesia va a su ritmo. El que quiera ver enfrentamientos, los
verá. Nosotros no podemos olvidar lo que sucedió. No queremos olvidar lo que
sucedió. Otro sacerdote que trabajó en las causas martiriales, monseñor Jaime
Colomina Torner, siempre decía que desde el año 303, en que asesinaron
a Santa Leocadia–una joven que muere bajo la persecución del
Imperio Romano–, hasta 1936, no se había derramado sangre martirial en la
ciudad de Toledo. La sangre corrió por las calles. Literalmente. Entonces, no
es una cosa que podamos olvidar.
– ¿Por qué
Pablo VI estableció un período de 50 años antes de que se pudiesen abrir en
Roma causas de los mártires de España?
– Él era el
Papa entonces, y cree que eso es lo que tiene que hacer en ese momento
determinado. No olvidemos que Serrano Suñer, con Pío XII,
reclama lo que se consideraban entonces los mártires por Dios y por
España, que eran más de 100.000. No tenía tampoco ningún sentido. Pero ya
con monseñor Benjamín Arriba y Castro, en Tarragona, se había
entregado mucha documentación en Roma en los años 60, pero en ese momento se
paraliza.
Juan Pablo
II comienza su pontificado en 1978, y es muy bonito ver que respeta
ese plazo puesto por Pablo VI. Por eso, hasta el año 1986, cuando se cumplen
los 50 años, no le dice a un carmelita: Ya han pasado los 50 años,
podemos empezar. En marzo de 1987 están las tres carmelitas descalzas de
Guadalajara que, por cierto, eran diocesanas de Toledo, porque la ciudad de
Guadalajara pertenecía a la archidiócesis de Toledo.
Pero no es que
hubiera una prohibición de no investigar y recabar información. De hecho, por
ejemplo, en la archidiócesis de Valencia se siguió trabajando, recogiendo
testimonios. Son los que mejor han hecho el trabajo y en el año 2001 ya tienen
233 mártires verificados y muchos seglares, que es un poco de lo que adolecemos
las demás diócesis: testimonios martiriales de seglares, que son espectaculares
también. Cuidado, no digo que no hicieron caso a Roma, pero sí continuaron
trabajando hasta que se cumpliesen los 50 años pedidos por San Pablo VI.
– ¿Es verdad
que con Francisco ha habido más beatificaciones de mártires españoles que con
ningún otro Papa?
–Claro, por eso
muchas veces se busca el enfrentamiento. Y lo que valen son los datos. Con
Benedicto XVI se proclaman 498 mártires en el año 2007. Cuando llega Francisco,
en 2013 se reconoce a 511 mártires más. Sumando los mártires verificados en el
pontificado de San Juan Pablo II y de Benedicto XVI, en el pontificado de
Francisco se dobla el número y un poco más. Y vendrán muchas más en el
pontificado de León XIV, si Dios quiere.
León XIV y
los mártires de España
– Ahora que
cita al Papa León, dio mucho que hablar el tema de su cruz pectoral, que
contiene una reliquia de un obispo agustino asesinado durante la Guerra Civil.
– Él es
totalmente consciente de lo que pasó en España. No olvidemos que fue prior
general de los padres agustinos. De hecho, en el libro publicamos una
fotografía en la que sale Robert Prevost en la procesión de
salida de la misa de Acción de Gracias de los mártires españoles en la basílica
de San Pedro del Vaticano en 2007. Cualquier religioso –sobre todo los de las
grandes órdenes que sufrieron– conoce bien la persecución religiosa de los años
30 del siglo XX en España. De los agustinos fueron asesinados más de 90
frailes.
El mismo
postulador general de los agustinos fue quien le regala a Prevost la cruz
pectoral con la reliquia de San Agustín, de Santa Mónica, de Santo
Tomás de Villanueva, el obispo italiano declarado venerable Giuseppe
Bartolomeo Menochio y otro obispo español, de la diócesis de Teruel,
el beato Anselmo Polanco. Pero lo asombroso es que fue él quien
quisiese salir al balcón de San Pedro, nada más ser elegido Papa, con esa cruz.
Él sabía que llevaba esa reliquia de este obispo mártir de la persecución
religiosa.
– En este 4º
y último tomo, ¿algún testimonio que le haya llamado especialmente la atención?
– El del
beato Bartolomé Rodríguez Soria es un martirio tremendo,
dentro de su propia Iglesia. Le dieron varias palizas y, después le tiraban
desde el púlpito, que ya sabes que, antiguamente, estaban en alto. Le arrojaban
al suelo, más palizas, hasta hasta morir desangrado. Luego hay testimonios
sobrecogedores de perdón, en los días de cárcel, como el de una
religiosa, Isabel de San José.
Hay testimonios
de jóvenes, de gente mayor. Lo que más asombra es la fidelidad. Un tomo tras
otro, y una historia tras otra historia, es poder comprobar la fidelidad con la
que toda esa gente entregó sus vidas. Obispos, sacerdotes, religiosos,
religiosas, seglares de todas las edades, de toda condición. Y que no haya un
solo testimonio en contra. Que no haya una sola desafección. Que nadie negase
el nombre de Cristo.
Muchas veces,
cuando lees esos martirios con cosas atroces y espantosas, te das cuenta de que
fue un tremendo martirio, un martirio atroz. Con cosas sobrecogedoras que uno
dice: Yo no sería capaz. Está claro que la luz del Espíritu Santo
es la que ilumina. Vuelvo a repetir un nombre y otro nombre. 290 nombres, casi
la mitad del clero. De la otra mitad, muchos acabaron trastornados, porque
tuvieron que permanecer escondidos en un zulo durante tres años, o porque
habían tenido que estar yendo de un lado para otro, escapándose.
Muchos de los
que sobrevivieron, además, mueren muy jóvenes, con 40 o 50 años. Nada más
acabar la Guerra Civil murieron muchísimos por lo mucho que habían padecido...
Álex Navajas
Fuente: El Debate
