En el Ángelus de este domingo, conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa León XIV invitó a los fieles a contemplar la resurrección de Cristo como la gran esperanza que ilumina la vida y la muerte de cada persona
| El Papa León XIV en el Ángelus (@Vatican media) |
En el marco de
la Conmemoración de todos los fieles difuntos, el Papa León XIV subrayó
que el corazón del Evangelio es la certeza de que “nadie se pierde para
siempre, porque la voluntad de Dios es que todos tengan vida”. “La voluntad del
que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me dio, sino que lo
resucite en el último día” (Jn 6,39), recordó el Papa citando el Evangelio de
san Juan. Estas palabras, explicó, revelan la preocupación profunda de Dios por
cada ser humano: que todos encuentren su lugar en la plenitud del amor divino.
“Por lo
tanto, el núcleo de la preocupación de Dios está claro: que nadie se pierda
para siempre, que cada uno tenga su lugar y resplandezca en su unicidad.”
Una comunión
que abarca todas las diferencias
León XIV
relacionó la Fiesta de Todos los Santos, celebrada el día anterior, con la
Conmemoración de los Difuntos, presentándolas como dos dimensiones de una misma
realidad: la comunión universal del amor de Dios.
La Solemnidad
de Todos los Santos, dijo, es la fiesta que celebra la comunión entre todos los
hijos e hijas de Dios. El deseo de participar en la vida divina está inscrito
en el corazón humano y se manifiesta como búsqueda de reconocimiento, atención
y alegría. Y luego citó al Papa Benedicto XVI cuando escribió al respecto:
“la
expresión “vida eterna” trata de dar un nombre a esta espera irreprimible: no
es un continuo sucederse de días sin fin, sino el sumergirse en el océano
infinito del amor, en el que el tiempo, el antes y el después ya no existen
más. Una plenitud de vida y de felicidad: es esto lo que esperamos y aguardamos
de nuestro estar con Cristo”
Memoria y
esperanza ante la muerte
El Pontífice
señaló que el recuerdo de los difuntos no es un ejercicio de nostalgia, sino un
acto de fe y esperanza. “Sin la memoria viva de Jesús —advirtió—, cada vida
corre el riesgo del olvido; pero en Él, incluso quien no tiene quien lo
recuerde conserva su infinita dignidad”, y añadió:
“Jesús, la
piedra que los constructores ha rechazado, es ahora la piedra angular (cf. Hch
4,11). Este es el anuncio pascual. Por esta razón, los cristianos recuerdan
desde siempre a los difuntos en cada Eucaristía, y hasta la fecha piden que sus
seres queridos sean mencionados en la plegaria eucarística. Desde aquel anuncio
surge la esperanza de que nadie se perderá.”
La voz que
viene del futuro
Al final del
Ángelus, León XIV invitó a los fieles a que la visita a los cementerios no sea
solo un momento de silencio o nostalgia, sino una afirmación de fe en la
resurrección. “Cuando profesamos: ‘Espero la resurrección de los muertos y la
vida del mundo futuro’, conmemoramos el futuro —dijo—. No vivimos encerrados en
el pasado ni en el presente, sino abiertos a la vida nueva que Cristo promete”.
Con un tono esperanzador, el Papa aseguró que la voz de Jesús nos llama por
nuestro nombre y nos prepara un lugar donde el amor vence a la muerte. “Que
María, mujer del Sábado Santo, nos enseñe a seguir esperando incluso cuando
todo parece perdido”, concluyó.
Patricia Ynestroza
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News