El Papa León XIV reitera la total incompatibilidad entre el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y el antisemitismo
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León XIV dedica
la catequesis de la audiencia general en la plaza de San Pedro al diálogo
interreligioso y al mensaje del documento conciliar Nostra Aetate. Recuerda las
raíces judías del cristianismo y sugiere una serie de temas en los que todas
las religiones pueden colaborar: la ecología, la lucha contra el extremismo
religioso, la inteligencia artificial. Por último, hace un llamamiento para que
"nada nos separe".
“Todos mis
predecesores han condenado el antisemitismo con palabras claras. Y así también
yo confirmo que la Iglesia no tolera el antisemitismo y lo combate, por el
mismo Evangelio”. Son palabras claras y directas las que pronuncia el
Papa León XIV en la catequesis de la audiencia general de hoy, miércoles 29 de
octubre, en la Plaza de San Pedro, reiterando la total incompatibilidad entre
el Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y el antisemitismo.
La audiencia,
precedida de un largo paseo en papamóvil durante el cual León XIV saludó a
varios niños, matrimonios y a la multitud de fieles que llegaba hasta la plaza
de Pío XII, está dedicada -como él mismo anunció- al "diálogo
interreligioso". La ocasión es la celebración del 60 aniversario de la
Declaración Nostra Aetate, aprobada por el Concilio Vaticano II
el 28 de octubre de 1965.
Como
compañeros de viaje
Recordando el
diálogo entre Jesús y la Samaritana, nacido de la sed de Dios y superando las
barreras de la cultura, el género y la religión, el Papa recuerda que este
momento capta el núcleo mismo del diálogo interreligioso. En esta estela,
recuerda que el documento conciliar redefinió las relaciones entre la Iglesia
católica y las religiones no cristianas, en particular el judaísmo, y
"abrió -subraya el Pontífice- un nuevo horizonte de encuentro, respeto y
hospitalidad espiritual". Miró a los seguidores de otras religiones de un
modo enriquecedor.
“Como
compañeros de viaje en el camino de la verdad; para honrar las diferencias
afirmando nuestra común humanidad; y para discernir, en toda búsqueda religiosa
sincera, un reflejo del único Misterio divino que abarca toda la creación”
La Iglesia
deplora el odio, la persecución y el antisemitismo
Con este
documento, continúa explicando el Pontífice, el Papa Juan XXIII pretendía
restablecer la relación original con el mundo judío, dando forma, "por
primera vez en la historia de la Iglesia", al tratado doctrinal sobre las
raíces judías del cristianismo y que a nivel bíblico y teológico representaba
"un punto de no retorno". Un reconocimiento, pues, del vínculo entre
"el pueblo del Nuevo Testamento" y "el linaje de Abraham".
“La Iglesia,
consciente de la herencia que tiene en común con los judíos, e impulsada no por
motivos políticos sino por la caridad religiosa evangélica, deplora los odios,
las persecuciones y todas las manifestaciones de antisemitismo dirigidas contra
los judíos en todo tiempo y por cualquiera”
Una amistad
sólida
"Hoy
-añadió el Papa- podemos mirar con gratitud todo lo que se ha logrado en el
diálogo judeo-católico en estas seis décadas. Esto se debe no sólo al esfuerzo
humano, sino a la asistencia de nuestro Dios que, según la convicción
cristiana, está en sí mismo diálogo".
“No podemos
negar que durante este período también ha habido malentendidos, dificultades y
conflictos, pero éstos nunca han impedido la continuación del diálogo. Incluso
hoy, no debemos permitir que las circunstancias políticas y las injusticias de
algunos nos distraigan de la amistad, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho
que hemos conseguido hasta ahora”
Arraigados
en el amor
León XIV
recuerda que el espíritu de Nostra Aetate sigue iluminando el
camino de la Iglesia, reconociendo que todas las religiones pueden reflejar
"un rayo de esa verdad que ilumina a todos los hombres", buscando
respuestas a los misterios de la vida llevando el diálogo también al plano
espiritual. De ahí la invitación a "comprometerse" reconociendo todo
lo que hay de bueno, verdadero y santo en las distintas tradiciones,
especialmente en el mundo de hoy "donde, a causa de la movilidad humana,
nuestras diversidades y pertenencias espirituales están llamadas a encontrarse
y convivir fraternalmente".
“Nostra
Aetate recuerda que el verdadero diálogo tiene sus raíces en el amor, único
fundamento de la paz, la justicia y la reconciliación, al tiempo que rechaza
firmemente toda forma de discriminación o persecución, afirmando la igual
dignidad de todo ser humano”
Actuar
juntos contra el fanatismo religioso y el extremismo
La implicación
de la que habla el Papa se convierte, según sus instrucciones, en actuar juntos
en un mundo que "necesita nuestra unidad, nuestra amistad y nuestra
colaboración". León XIV señala los ámbitos en los que podemos trabajar
juntos para aliviar el sufrimiento humano y cuidar, por ejemplo, de la casa
común y más allá.
“Nuestras
respectivas tradiciones enseñan la verdad, la compasión, la reconciliación, la
justicia y la paz. Debemos reafirmar el servicio a la humanidad, en todo
momento. Juntos, debemos estar vigilantes contra el abuso del nombre de Dios,
de la religión y del propio diálogo, y contra los peligros que plantean el
fundamentalismo religioso y el extremismo”
La
inteligencia artificial y sus peligros
Entre las
cuestiones que hay que abordar está también la de la Inteligencia Artificial,
que "si se concibe como una alternativa a lo humano, puede socavar
gravemente su dignidad infinita y neutralizar sus responsabilidades
fundamentales.
“Nuestras
tradiciones tienen una inmensa contribución que aportar a la humanización de la
tecnología e inspirar así su regulación, para proteger los derechos humanos
fundamentales.”
Esperanza en
el mundo de mañana
Las religiones,
prosigue el Papa, enseñan que "la paz comienza en el corazón humano"
y, por tanto, pueden aportar una importante contribución para hacer posible
"un mundo nuevo". "Debemos restaurar la esperanza en nuestras
vidas personales, en nuestras familias, en nuestros barrios, en nuestras
escuelas, en nuestros pueblos, en nuestros países y en nuestro mundo". El
Pontífice recordó que Nostra Aetate, hace sesenta años, trajo
esperanza al mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial.
“Hoy estamos
llamados a refundar esa esperanza en nuestro mundo devastado por la guerra y en
nuestro entorno natural degradado. Trabajemos juntos, porque si estamos unidos
todo es posible. Procuremos que nada nos divida”
La base del
diálogo y la oración
Es en la
amistad y la cooperación donde las generaciones futuras pueden mirar para
continuar el diálogo.
“Y ahora,
detengámonos un momento en oración silenciosa: la oración tiene el poder de
transformar nuestras actitudes, nuestros pensamientos, nuestras palabras y
nuestras acciones”
Daniele Piccini
Ciudad del
Vaticano
Fuente: Vatican News