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Icono de las beatas mártires de Algemesí. Parroquia de San Pío X. Dominio público |
El libro del sacerdote Salvador David “Cartas desconocidas de una familia mártir. María Teresa y sus hijas”, reúne 78 cartas inéditas de María Teresa Ferragud y sus cuatro hijas monjas, las mártires de Algemesí, asesinadas por odio a la fe en 1936. La obra, con testimonios sobrecogedores, revela la hondura espiritual de una familia que convirtió el dolor en testimonio de fe.
María Teresa, tenía 83 años cuando la fusilaron en 1936. Sus cuatro hijas monjas eran María Jesús de 54 años; María Verónica de 52; Josefa de 49 y Felicidad de 46 años.
Salvar la vida a cambio de renunciar a su vocación
María Teresa Ferragud, matriarca de la familia, fue la primera en dar ejemplo de entereza y amor materno. Ya anciana, pidió ser ejecutada en último lugar, para proteger a sus hijas de posibles vejaciones. “Quiso ver qué hacían con sus hijas”, explica Salvador David en conversación con Religión Confidencial.
A pesar de que les ofrecieron salvar la vida a cambio de renunciar a su vocación o aceptar matrimonio, ninguna cedió. Todas permanecieron fieles a su consagración, aceptando el martirio como coronación de su vida de fe.
78 cartas inéditas
El pasado mes de junio se presentó en la parroquia de San Pío X el libro “Cartas desconocidas de una familia mártir. María Teresa y sus hijas”, del sacerdote Salvador David.
El volumen, editado tras un riguroso trabajo de recopilación y estudio, saca a la luz setenta y ocho cartas inéditas de las beatas de Algemesí, (Valencia) mártires de la persecución religiosa en 1936, y de su hermano, el capuchino fray Serafín, el único que no murió fusilado.
Documentos íntimos y conmovedores que no solo acercan al lector a la espiritualidad y humanidad de esta familia, sino que constituyen un patrimonio de fe que hasta ahora permanecía en la penumbra de archivos y recuerdos familiares.
"Un regalo de la providencia"
En conversación con este medio, el autor relata cómo nació la idea de dar forma a este volumen. No fue fruto de un plan preconcebido, sino de lo que él llama “un regalo de la Providencia”.
“Hace un par de años, después de la procesión del Corpus Christi, el familiar Ricardo Ferragud Solves –con su esposa Irene y su hijo Vicente– invitó al clero de la ciudad a cenar a su casa. Él había frecuentado desde niño la casa de la única hija casada de Teresa Ferragud y conocía de primera mano a la familia y su historia. Al acabar la cena, nos mostró muchos objetos y documentos que conservaba. Allí empezó una relación que me permitió acceder a muchísimas cartas y papeles de las actuales beatas. Me encontré con una correspondencia familiar llena de fe, que mostraba la obra de Dios en ellas. Dar a conocer este patrimonio se imponía casi como una necesidad”.
Aquel impulso inicial se transformó en compromiso cuando su párroco, Óscar Benavent, le animó a poner por escrito los hallazgos: “Benavent, sabedor de la costumbre de no negarme a lo que me proponga -una de las muchas cosas que aprendí de Kiko Argüello- me encargó hacer un libro, que ayudara a que estas mártires fueran conocidas por todos a la luz de los nuevos documentos encontrados, difundiendo así su devoción: la culpa es suya", bromea Salvador David.
Cartas que respiran fe y humanidad
El libro reúne 78 cartas comentadas, de diversa procedencia, que conforman un mosaico íntimo de espiritualidad y vida cotidiana. No es fácil escoger un solo pasaje, admite el autor, porque el conjunto transmite un clima de fe y una preparación detallada para el supremo momento del martirio.
"Algunas cartas destacan por la alegría de la vida monástica de Josefa, plasmada en versos de profundo amor a Jesucristo; otras por los desahogos de Felicidad, la menor, marcada por escrúpulos y dudas. En sus momentos de debilidad encontró sostén en las palabras inspiradas de su hermano fray Serafín, que desde la cárcel le escribía mensajes de consuelo y confianza. Son cartas que sorprenden por su sencillez y su hondura”, resume Salvador David.
El conjunto ofrece, además, un retrato espiritual único: mujeres jóvenes, consagradas, firmes en su vocación y en su decisión de entregar la vida antes que traicionar su fe.
El hermano que sobrevivió
El único que no murió fusilado fue fray Serafín, el hijo capuchino de la familia. Estuvo preso en Murcia, pero su vida fue respetada. Falleció en 1978, muchos años después de la tragedia.
De sus cartas se desprende una visión profética. Antes del martirio advertía a sus hermanas de que se acercaba la hora de dar la vida por el Señor. Tras el asesinato, en una misiva dirigida a su hermana casada, Purificación, escribió lacónicamente: “Ya sé que quedamos solos”. Palabras secas, desnudas, sin rabia ni deseo de venganza, solo con la esperanza de que sus mártires intercedieran desde el cielo.
Purificación, la hija casada
Purificación, la única hija que formó una familia, llevó el peso del martirio de su madre y hermanas con la misma serenidad. Tuvo una hija que murió joven y un hijo varón que llegaría a ser alcalde de Algemesí. Murió anciana, siempre fiel a la memoria de sus seres queridos.
“Nunca expresó rabia ni buscó venganza –afirma Salvador David–. Con gran paz promovió la causa de beatificación de su familia y apoyó la construcción de la parroquia de San Pío X, donde actualmente reposan las mártires”.
Beatificación y canonización pendiente
María Teresa y sus hijas fueron beatificadas, pero aún no han sido canonizadas. El proceso espera el reconocimiento de un milagro atribuido a su intercesión. “Esperemos que próximamente se dé inicio a esa fase”, señala el autor.
Mientras tanto, su testimonio sigue vivo en Algemesí y más allá, gracias a libros como este, que rescatan no solo los hechos, sino la voz directa de sus protagonistas.
Prólogo de Juan Antonio Martínez Camino
La presentación del libro, que contó con gran afluencia de fieles y estudiosos, fue un momento de profunda emoción. Se trata de un testimonio que no deja indiferente a quien se acerque a sus páginas, como ya advertía en el prólogo el obispo auxiliar de Madrid, Juan Antonio Martínez Camino:
“Amigo lector: El libro que tienes en las manos está escrito con sangre. Te da a conocer cartas de las Mártires de Algemesí y del más joven de la familia, fray Serafín. No puedo yo escribir sin temblor estas líneas con tinta. ¡Qué familia! Uno se queda sin palabras ante un espectáculo tan poco común, tan de Dios”.
Una herencia de fe para hoy
Las cartas de esta familia no son reliquias del pasado, sino un mensaje vivo para el presente. En ellas resuenan la fortaleza en la prueba, la alegría en la vocación, el amor fraterno y la confianza en Dios incluso en medio del horror.
Como escribe el obispo Martínez Camino en el prólogo:
“Pienso que es el mismo Señor de la historia quien nos habla en esta correspondencia tan familiar, casera, sencilla y, al mismo tiempo, tan fuerte, extraordinaria y sabia. Me parece, querido lector, que también tú vas a tener la misma impresión”.
El libro de Salvador David invita a detenerse, leer y dejarse tocar por estas palabras escritas hace casi un siglo, pero que hoy siguen encendiendo la fe de quienes las descubren.
"Estamos sorprendidos por la acogida del libro. Ya se está preparando la traducción al italiano, inglés e incluso incluso al coreano. Y este verano ha comenzado la grabación de una película sobre esta familia mártir. Que todo sea para mayor gloria de Dios", concluye este sacerdote de 53 años, catequista itinerante del Camino Neocatecumenal en Aragón y Soria desde hace 20 años. Ha sido misionero en Hong-Kong, Tanzania y República Dominicana.
Epílogo: la memoria que ilumina
Algemesí conserva la memoria de sus mártires como parte esencial de su identidad espiritual. Con esta publicación, se abre una ventana al corazón de una familia que, en la intimidad de sus cartas, mostró una fe sencilla y radical, tan cotidiana como heroica.
La historia de María Teresa Ferragud y sus hijas no es solo la crónica de un martirio, sino también la afirmación de que la fe puede sostener incluso en las horas más oscuras. Y gracias a este libro, sus voces —lejos de apagarse— vuelven a resonar con fuerza, recordando que el amor y la fidelidad son más fuertes que la muerte.
Marta Santín
Fuente: ReligiónConfidencial