EL EJÉRCITO INVISIBLE: LO QUE LOS ÁNGELES HACEN MIENTRAS TÚ DUERMES

Desde el nacimiento hasta la muerte, la vida humana está acompañada por ángeles que custodian e interceden. Su presencia, lejos de ser un mito piadoso, es una verdad de fe testimoniada por la Sagrada Escritura
Detalle de los dos ángeles de 'La Madonna Sixtina',
unas de las obra más icónicas del pintor renacentista Rafael. Do0minio público
La fe cristiana sostiene que existen seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama ángeles. Su presencia no es un simple mito, sino una verdad de fe, testimoniado en varios pasajes bíblicos. 
El Salmo 90 recuerda: «A sus ángeles ha dado órdenes Dios para que te guarden en tus caminos», mientras que Jesús advierte: «Cuidad de no escandalizar a ninguno de estos pequeños, porque sus ángeles están siempre contemplando el rostro de mi Padre celestial».

En el Nuevo Testamento, la creencia en el ángel custodio de cada persona se muestra viva y concreta. Cuando san Pedro es liberado de la cárcel y llama a la puerta donde los discípulos se reúnen, ellos exclaman: «Será su ángel» (Hechos 12,15), pensando que no era Pedro en persona. El término «ángel» significa literalmente enviado y son «agentes de las órdenes de Dios, atentos a la voz de su palabra»(Sal 103, 20).

San Agustín lo expresa con claridad: «El nombre de ángel indica su oficio, no su naturaleza. Si preguntas por su naturaleza, te diré que es un espíritu; si preguntas por lo que hace, te diré que es un ángel». Como seres puramente espirituales, los ángeles poseen inteligencia, voluntad y libertad, y son inmortales y personales. Esta libertad explica la existencia de Satanás y los demás ángeles caídos, que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su Reino. Pese a su poder, el mal no puede impedir la edificación del Reino de Dios: «su acción es permitida por la divina providencia que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo» (CIC, 395).

Las tres jerarquías de ángeles

Los ángeles se organizan en jerarquías. La primera, conocida como los Consejeros Divinos, está formada por los Serafines, muy cercanos a Dios y representados como bolas de fuego con tres pares de alas; los Querubines, portadores del conocimiento divino y a menudo descritos con múltiples ojos y rostros; y los Tronos, que adoptan la forma de rueda y sirven como asiento celestial de Dios.

La segunda jerarquía, los Gobernadores del Cielo, reúne a las Dominaciones, Virtudes y Potestades. Se encargan de hacer cumplir los milagros, proteger al ser humano y ayudar a enfrentar adversidades, representados en su apariencia y atributos su papel en el orden y el juicio divino.

Por último, la tercera jerarquía, los Mensajeros Divinos, incluye a los Principados, Arcángeles y Ángeles. Los Arcángeles son los mensajeros principales —Miguel, Gabriel y Rafael—, mientras que los Ángeles son los más cercanos a los hombres, responsables de su custodia y guía personal.

«Cada fiel tiene a su lado un ángel»

A lo largo de la historia de la salvación, los ángeles acompañan y protegen: cierran el paraíso terrenal, salvan a Agar y a Lot, detienen la mano de Abraham cuando este estaba a punto de matar a su hijo, guían al pueblo de Dios o anuncian nacimientos y vocaciones.

Desde la Encarnación hasta la Ascensión, están presentes en la vida de Jesús: lo protegen, lo asisten y anuncian la Buena Nueva (Lc 2,10). Y su servicio no se limita a la vida terrenal: estarán presentes en la segunda venida de Cristo, al servicio del juicio divino.

La vida humana, desde el nacimiento hasta la muerte, está rodeada de la custodia y la intercesión de los ángeles. «Cada fiel tiene a su lado un ángel como protector y pastor para conducirlo a la vida», decía san Basilio Magno. En la misma línea, san Bernardo recordaba: «Respetemos su presencia portándonos como es debido, agradezcámosle sus favores, que son muchos más de los que podemos imaginar, y confiemos en su ayuda, poderosa y superior a la de los demonios que nos atacan».

Fuente: El Debate