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Integrantes de Widows Might, durante una de sus reuniones. Dominio público |
También se plasma en los ministerios y apostolados. La Iglesia llama y acoge a los alejados, a empresarios, necesitados, adictos, políticos, padres o madres, estudiantes, jóvenes o ancianos. Incluso hay ministerios dedicados a unir en oración y comunidad a viudas.
Hablando de este último caso, ya en los primeros siglos existía una primera orden de las viudas, a la que siguió la consideración por los Padres de la Iglesia y su llamado a la perseverancia y santidad. En el medievo destacaron por su celo Santa Mónica, Santa Juana de Valois o Santa Rita, y desde entonces los apostolados y comunidades integrados por viudas no han cesado en su crecimiento y actividad.
Tampoco hoy. Tal y como informó el Detroit Catholic, lejos de desaparecer, los ministerios católicos de viudas continúan creciendo y ofreciendo apoyo. Un caso representativo es el Widows Might, dedicada a acompañar, apoyar y consolar a mujeres de todas las edades que han sufrido la pérdida de su esposo.
Los primeros pasos del apostolado
Los orígenes de la comunidad se remontan a 2023, en Ann Arbor, cuando un pequeño grupo de mujeres empezó a organizar desayunos mensuales para compartir su vida cristiana y cómo sobrellevaban la viudedad.
Con el paso del tiempo, las primeras reflexiones y meditaciones dieron paso al deseo de expandirse y ayudar así a otras mujeres cuyas vidas habían sido laceradas por la pérdida de sus esposos. Conforme más se apoyaban y consolaban, más conscientes eran de que otras mujeres en su misma situación tenían la misma necesidad.
Aquel incipiente deseo se convirtió en algo más que una idea cuando Cathy Ostrowski, que enviudó en 2019 cuando perdió a su esposo a causa de un cáncer, comunicó con emoción que había comprado el dominio WidowsMight.net, pero también su convicción de celebrar un congreso para viudas, construir relaciones y una red de apoyo.
El congreso no tardó en ser una realidad y en contar con un rótulo que era toda una declaración de intenciones: De viuda a viuda: construyendo una comunidad para prosperar.
Éxito de convocatoria
“Realmente fue un acto de fe para todas. Cuando empezaba a dudar de la idea de una conferencia y si alguien se inscribiría, mi hermana me dijo: '¿Qué más da? Tú ve y ya está. Eso es lo que Dios quiere que hagas. Simplemente acude y dona'”, recuerda Ostrowski.
La escuela de los hijos del grupo de madres ofreció sus instalaciones, las viudas elaboraron la convocatoria y la difundieron en redes y, llegado el día, no dieron crédito: esperando la asistencia de 20 mujeres, la presencia de 70 viudas de entre 35 y 80 años un día cualquiera de noviembre desbordó todas sus expectativas sobre la jornada, que incluía ponencias, reflexiones grupales y sesiones de trabajo.
La jornada se saldó con todo un éxito de convocatoria y desarrollo. Muestra de ello fue Krystin Weeks, feligresa Plymouth y fundadora de Widows Might y ciuda desde 2021, que quedó conmovida por la franqueza y sinceridad de las mujeres que asistieron. Cada una abrió su interior ante las decenas de asistentes, rezaron unidas, aprendieron, lloraron y disfrutaron juntas, concluyendo el congreso con una adoración en la capilla de la escuela.
"Si necesitas ayuda, la necesitas": casos reales
“Esto demuestra que se necesita algo así”, declaró Weeks a Detroit Catholic . “No importa la edad que tengas, si tu pérdida fue hace dos semanas o hace 20 años, no importa. Si necesitas apoyo, lo necesitas”.
Otra de las participantes fue Brittney Broich, madre de 35 años, dos hijos y viuda desde 2021, cuando su esposo falleció repentinamente después de toda una vida juntos que comenzó en la universidad.
“Es difícil ser joven y viuda. El primer año después de su muerte fue más fácil porque la gente te sigue la pista, y aún no parece real. Pero luego te golpea y la gente se aleja, y te sientes aislada. Mientras tanto, sigues de luto, y también lloras por tus hijos”, reconoció Broich.
En el caso de Anita Henlein, perdió a su esposo hace 45 años, cuando solo tenía 40. Vio un folleto de la conferencia en la capilla de su parroquia en Ypsilanti (Michigan), que recibió con alegría al saber que mujeres de todas las edades y en todas las etapas de la pérdida eran bienvenidas.
"Sentí que fui útil, ya que había estado viuda durante mucho tiempo, y todos pudimos identificarnos entre nosotros", dijo Henlein.
Desayunos, apoyo y empleo: "Podemos superarlo juntas"
Widows Might aprovechó el impulso del éxito del congreso para difundir otras propuestas, eventos y grupos, entre ellas reuniones mensuales, desayunos y meriendas los viernes. Las ideas fluían sin pausa, buscando satisfacer la sed de compañía, apoyo y consuelo de las cada vez más integrantes de la comunidad.
Como parte de ese amplio elenco de tareas, sus integrantes se reparten responsabilidades como la de elaborar una base de datos, empleo y necesidades para ayudar a las mujeres que precisen de ayuda en elementos básicos. Incluso algunas integrantes como Jennifer Thomm busca la forma de asentar un espacio en el que los niños que han perdido a sus padres puedan aprender a desarrollar labores propias de sus padres en un ambiente de fe y alegría. Entre otros proyectos, las integrantes de Widows Might plantean como establecer delegaciones más pequeñas que puedan atender otras localidades.
“No conozco nada que se parezca a esto”, dijo Broich, convencida de la importancia de promover la ayuda ante una situación que solo puede entender quien lo vive.
“Parece que las cosas están en sus inicios ahora mismo y estamos trabajando con el corazón. Estamos intentando asentar una infraestructura y al mismo tiempo ayudamos a las viudas. El nicho nos ha brindado infinitas oportunidades para abordar varios proyectos a la vez”, explicó Ostrowski.
Para sus integrantes, la labor que realiza el ministerio puede ayudar a evadirse, a divertirse incluso y a crecer. Pero, ante todo, Krystin Weeks lo considera un deber de caridad. El dolor de una viuda nunca desaparece, concluye, “es constante y crecemos en torno a él, a pesar de él. Por eso, ya sea ofreciendo consejos prácticos o conversando, nos decimos: `Estoy aquí para cogerte de la mano. Podemos superarlo juntas”.
J. M. C.
Fuente: ReL