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Foto: ECCLESIA. Dominio público |
En una entrevista para Trece, Juan Ramón del Amo López y Patricia de
Palacios Astiaso han compartido su extraordinario testimonio como
padres de una familia numerosa de doce hijos. Para esta pareja cristiana, cada
nuevo embarazo no representa una carga, sino "una
misión que Dios nos da", como ellos mismos expresan con
convicción.
La familia ha enfrentado momentos de incertidumbre
económica, especialmente durante la crisis de 2008 cuando
Juan Ramón, que trabaja en la construcción, atravesaba
una situación laboral precaria. Precisamente
en ese momento crítico, Patricia se
quedó embarazada de su octavo hijo. "La gente se sorprendía porque
estábamos en una crisis", recuerda Juan Ramón, quien añade: "No sabemos el futuro, pero lo que sí
tenemos delante es la obra de Dios, que es tener una persona".
Patricia decidió abandonar sus estudios universitarios para
dedicarse completamente a la educación de sus hijos. "Tuve
tiempos de tentación de decir 'necesito trabajar', pero Dios nos daba un hijo
detrás de otro", explica la madre, interpretando cada embarazo como
una clara señal divina de que su lugar estaba en el hogar. Su misión, según
afirma, es "educar a una persona
para que sea una persona de bien, tenga una misión en la vida, pero también
para que vaya al cielo".
El matrimonio ha destacado cómo su mera presencia
genera curiosidad y reflexión en su entorno. "El primer día que fui
al cole, sin hacer yo nada, se me acercaba la gente y me decía: 'yo quería
tener más hijos'", relata Juan Ramón, evidenciando el impacto que las familias
numerosas cristianas tienen en una sociedad que, según ellos, vive inmersa en
la "cultura del descarte".
El amor como fundamento de las relaciones
familiares
Para Patricia, la clave de su familia radica en enseñar a
sus hijos que "las relaciones no
vienen por interés". La madre explica que intentan inculcar a sus
hijos que "todo lo haces para los
demás, por amor a los demás, para servir a los demás". Esta filosofía
cristiana del servicio se refleja en la dinámica familiar, donde los hermanos
mayores ayudan naturalmente a los menores.
La organización del día a día con doce hijos requiere
flexibilidad más que rigidez. "Como
la clave sea el orden, esto no funciona", bromea Juan Ramón, quien
prefiere "dejarse llevar por el día
a día". Patricia recuerda con cariño cómo su marido, al llegar del
trabajo y encontrar la casa llena de juguetes, en lugar de enfadarse, decía: "Se nota que en esta casa hay vida".
Un testimonio de esperanza para las
familias cristianas
Con algunos
de sus hijos ya casados y siendo abuelos, Juan Ramón y Patricia pueden
constatar que "cada vida es única" y que la bendición de tener "personas
que están tan arraigadas a ti, que están tan unidas a ti" compensa
cualquier sacrificio material.
Su testimonio se presenta como un ejemplo luminoso para las familias cristianas contemporáneas, demostrando que la confianza en Dios y el amor incondicional pueden superar las dificultades económicas y sociales. En un mundo donde la natalidad desciende y las familias se reducen, Juan Ramón y
Patricia ofrecen una perspectiva diferente: "Dios es bueno con nosotros, y si es bueno con nosotros,
también con nuestros hijos".
Gonzalo de Esteban
Fuente: ECCLESIA