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El Papa durante el ángelus de este domingo Crédito: captura de pantalla Vatican Media. Dominio público |
El amor “es lo único que trasforma y ennoblece cada aspecto de
nuestra existencia, haciéndonos cada vez más semejantes a Dios”, señaló el
Pontífice desde la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico del
Vaticano.
Inspirándose en el Evangelio del día, en el que Jesús invita a
“vender los bienes y dar limosna”, el Pontífice subrayó que no es casualidad
que el Señor pronuncie estas palabras “mientras está de camino hacia Jerusalén,
donde se ofrecerá a sí mismo en la cruz para nuestra salvación”.
“El tesoro de nuestra vida —afirmó— debe depositarse en el banco
más seguro y rentable: las obras de misericordia. En él, incluso con ‘dos
monedas’, una viuda pobre puede convertirse en la persona más rica del mundo”.
León XIV exhortó a no guardar para uno mismo los dones recibidos
de Dios, sino a emplearlos “con generosidad para el bien de los demás,
especialmente de quienes más necesitan nuestra ayuda”.
No se trata solo de bienes materiales, aclaró, sino de poner en
juego “nuestras capacidades, nuestro tiempo, nuestro afecto, nuestra presencia,
nuestra empatía”. Todo aquello que nos convierte, según los designios de Dios,
“en un bien único e inapreciable, un capital vivo que, para crecer, debe
cultivarse y utilizarse”.
El Papa advirtió que, si los talentos no se ponen al servicio de
otros, “se secan y se devalúan” o pueden quedar “a merced de quienes, como
ladrones, se apropian de ellos para reducirlos a simples objetos de consumo”.
El don de la vida, insistió, “necesita espacio, libertad y relación para
realizarse y expresarse”.
Como ya ha hecho en varias ocasiones desde su elección hace tres
meses, León XIV citó a san Agustín, quien enseñaba que lo que damos se
transforma, no en oro o plata, sino “en vida eterna”, porque en el acto de dar
“te transformas tú mismo”.
El Pontífice ilustró esta idea con imágenes cotidianas: “Una
madre que abraza a sus hijos, ¿no es la persona más hermosa y rica del mundo?
Dos novios, cuando están juntos, ¿no se sienten un rey y una reina?”.
Finalmente, exhortó a vivir esa vigilancia amorosa que pide
Jesús: “En la familia, en la parroquia, en la escuela, en el trabajo, no
perdamos ninguna ocasión para amar. Acostumbrémonos a estar atentos, dispuestos
y sensibles los unos con los otros, como Él lo está con nosotros en cada
instante”.
Finalmente, León XIV exhortó a la comunidad internacional a
perseverar en la oración “para que se ponga fin a las guerras” y recordó que el
80.º aniversario de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki “ha despertado, en
todo el mundo, el debido rechazo de la guerra como vía para la resolución de
los conflictos”.
El Pontífice también realizó un llamado especial a quienes
ejercen responsabilidades políticas y militares, pidiéndoles que “tengan
siempre presentes las consecuencias de sus decisiones sobre las poblaciones” y
que no ignoren “las necesidades de los más débiles y el deseo universal de
paz”.
Por Victoria Cardiel
Fuente: ACI