Ante la «caída en picado» en la comunión eucarística, el sacerdote Ed Broom, oblato de la Virgen María y especializado en evangelización y pastoral, ofrece una serie de orientaciones para revertir esta crisis en la práctica sacramental
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El Papa Juan Pablo II celebra una misa en 1994/ |
De todas las
acciones que podemos realizar a este lado del velo, la más importante
es recibir a nuestro Señor en la Sagrada Comunión», sentencia el sacerdote
Ed Broom en un artículo publicado en Catholic Exchange.
Tras el
alarmante informe del Pew Research Center, en el que se advierte de
una crisis entre los fieles de Estados Unidos a la hora de recibir la
comunión, este sacerdote utiliza la plataforma para ayudar a los católicos
en su preparación para recibir la Eucaristía.
El artículo
comienza recogiendo datos preocupantes: en Filadelfia solo el 18 % de los
católicos son practicantes; en Alemania, el porcentaje se reduce al 3 %; y en
España, según el CIS, es del 19,5 %. «Esta enorme caída en picado de la
asistencia a misa se debe, en gran parte, a la ignorancia generalizada
de lo que es realmente la Sagrada Comunión: una moderna 'crisis de
identidad católica'», reflexiona el padre Broom.
Según este
sacerdote estadounidense, esta ignorancia se debe a «la falta de una adecuada
formación catequética», en la que la mayoría de los fieles «solo tienen una
vaga comprensión de la Misa y la Eucaristía», llegando incluso a adoptar una «interpretación
protestante» de esta última. Es decir, «creen en una realidad simbólica más
que en la presencia verdadera».
Antes de
presentar sus «sugerencias sobre cómo fomentar y mejorar nuestra creencia y
fervor por nuestra recepción de Jesús, el Pan de Vida, en la Sagrada Comunión»,
el padre Broom insiste en la importancia de este sacramento: «Jesús
enseñó con la mayor claridad que, si queremos alcanzar la vida eterna,
necesitamos comer su cuerpo y beber su sangre». Y no solo eso, sino que, en
repetidas ocasiones, Jesús afirma «ser el Pan de Vida».
Por ello,
subraya, «debemos creer de verdad en esta realidad esencial. […] Nuestra
salvación eterna depende de que conozcamos a Jesús, creamos en Jesús y
obedezcamos a Jesús», lo que incluye, «como lo explicó claramente el mismo
Cristo, consumir a Jesús, recibir el Pan de Vida en nuestras almas en
la Santa Comunión».
Así, asevera
que «esto es tan serio que es un asunto de salvación eterna o pérdida eterna».
Como «nuestra salvación y la salvación de muchos otros dependen de vivir
esta verdad fundamental de nuestra fe católica», presenta diez formas de
prepararse mejor para recibir la Eucaristía:
1. Creencia
en la presencia real
El primer paso
es creer en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Según el
sacerdote, los creyentes debemos «reafirmar nuestra creencia» en que, durante
el Santo Sacrificio de la Misa, en el momento de la consagración, «el pan y el
vino se transforman radicalmente en Cristo». Gracias a santo Tomás de Aquino,
los teólogos utilizan el término transubstanciación para
explicar este misterio: «Después de la consagración, las apariencias, o
accidentes, parecen pan y vino, pero la esencia y sustancia es verdaderamente
Jesús en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad». Ante la «ignorancia de esta
verdad esencial», muchos no acuden a misa y no reciben la Sagrada Comunión.
2.
Obligación dominical
Una vez
conscientes de lo que ocurre realmente durante la misa, el padre Broom sugiere
que «tomemos la firme decisión de asistir al Santo Sacrificio de la Misa y no
faltar nunca, salvo enfermedad o grave necesidad». La misa, afirma, debe
estar «en el centro mismo, en el corazón, en la cumbre y en el pináculo de cada
semana», pues «nuestra salvación depende de ello».
3. Ser
puntual
Llegar puntuales a
misa favorece la preparación para recibir la Eucaristía. El sacerdote recuerda
que, si somos capaces de llegar puntuales a eventos deportivos, graduaciones y
obligaciones laborales, «más aún deberíamos serlo para la Misa». Y añade: «No
escatimemos al Señor, ni le demos las migajas de la mesa; démosle lo mejor
de nosotros mismos, especialmente en nuestras obligaciones religiosas».
4.
Participación plena
Así como en el
deporte hay «jugadores de segunda o tercera fila» que solo participan de forma
limitada, también hay católicos en esa categoría, advierte. Muchos feligreses,
a pesar de acudir a misa, están presentes solo físicamente, mientras que mental
y espiritualmente se encuentran «distraídos, usando su teléfono, pensando en el
almuerzo, con la mirada perdida…». Recuerda lo señalado por el Concilio
Vaticano II en la Sacrosanctum Concilium: en la Misa «todos
deben participar plena, activa y conscientemente» en «la más grande y
sublime de las oraciones litúrgicas».
5. Vestir
adecuadamente
Otra
recomendación es cuidar la vestimenta. Por el Bautismo,
recuerda, hemos sido transformados en hijos e hijas de Dios y somos
«embajadores de Cristo», como dijo san Pablo. Por tanto, «debemos recordar
siempre nuestra dignidad y destino eterno» y reflejar «la belleza de
Dios en nuestra vestimenta exterior».
6.
Purificación: confesión y comunión
Los sacramentos
de la confesión y de la Sagrada Comunión «se apoyan mutuamente».
Para recibir dignamente a Cristo, «debemos estar en estado de gracia», es
decir, libres de pecado mortal. «Cuanto más pura, limpia y transparente sea el
alma, más abundantes serán las gracias al recibir la Sagrada Comunión». En la
confesión, «la Preciosa Sangre del Cordero limpia nuestras conciencias, mentes,
corazones y almas».
7. Hambre y
sed de comunión
Santo Tomás de
Aquino afirmó que «una de las condiciones más importantes para recibir la
Sagrada Comunión es que tengamos hambre y sed ardientes de Jesús».
Como expresa el salmo 41: «Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma
te busca a ti, Dios mío».
8.
Reverencia
Al recibir a
Jesús, «debemos acercarnos con la mayor modestia, dignidad, reverencia, amor,
devoción y confianza, tanto en nuestro comportamiento exterior como en nuestra
disposición interior del alma». Aconseja cruzar las manos, fijar la mirada en
Jesús, hacer una reverencia y pronunciar un «Amén» antes de recibirlo.
9. Rogar a
María por su Inmaculado Corazón
Santa Teresa
de Calcuta pedía a María
su Inmaculado Corazón para recibir a Jesús «con mayor
devoción, atención, fervor y amor que Su Madre». El sacerdote anima a pedir su
ayuda para mejorar nuestra recepción de Cristo.
10. Acción
de gracias
Tras comulgar, aconseja dar gracias: «Alabadle, dadle gracias, adoradle, imploradle, desahogaos en Él, suplicadle perdón y reparación, y echad sobre Él todas vuestras preocupaciones».
Sarah Durwin
Fuente: El Debate